lunes, 2 de diciembre de 2013

Ella no hablaba inglés
y yo, quería aprenderlo.
Pasaron los meses
y la conocí, sin conocernos.
Mientras ella lee
todos bajan la mirada
y la observo.
Mientras ella lee
analizo sus gestos.

Apenas sé de ella más allá de su nombre.
Tiene algo, un "no sé qué"
de esos que atropellan el pensamiento.
Sus ojos, mil miradas marrones esconden;
de su boca salen mariposas junto a su aliento.
Y yo, como un loco,
me imagino en sus sueños.

Cuando acaba la jornada me voy,
nada nuevo.
Vuelvo a ser lo que soy.
Lucha, ardor, sufrimiento.
Sin embargo, dos veces por semana,
me reinvento.
Me imagino en su vuelo.

No se llamaba esperanza
pero me gusta jugar a que lo es.
No hablo con ella
pero me gusta verla otra vez.
A veces se cruzan nuestros ojos,
a veces sé que me observa.
Hago de mis manos su antojo
y le regalo estos versos sin conocerla.

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