A ti, a ti que te miras al espejo,
que no te enteras ni cuando estás lejos
de quien fuiste.
A ti que te has visto triste,
que has sido todo menos nada.
A ti que escapas de las balas,
que te has hecho fuerte a base de despistes,
de errores, de cánones erróneos en tu pasado.
A ti que, a veces, duermes helado.
A ti, que te tengo en la cama,
en el caminar,
en la mesita de noche junto a la almohada.
A ti que te tengo al pensar.
A ti, al que tengo que despertar cada mañana.
A ti que te afeitas,
que te reiteras
en lo que no quieres y te creces en lo que deseas.
A ti que ni lo intentas,
eso del mentir.
A ti al que enseñé a sentir,
al que le tuve que quitar las lágrimas.
A ti, al que pasa página.
Al que encuentra, al que pierde,
al que arde cuando anochece.
A ti, a ti te estoy llamando.
A ti, a ese que ha resurgido, ese que ha salido del tren de los borrachos.
A ese que no sabe hacer gazpacho.
A ti, a ti me estoy refiriendo.
Sí a ti, al que no vuela. Al que ahora está sonriendo.
Sí a ti, tú, tú eres tú.
Tú eres al que he tenido que sacar del inframundo, sin luz.
Sí, sí a ti. A ese que se ha vuelto a perder en otro pelo, en otro consejo desmedido.
A ti, al de los sin sentidos.
A ti, a ti te estoy mirando.
Te estoy siguiendo, te estoy llamando.
A ti que quizás no eres sino restos de un naufragio.
A ti que pasas de los sufragios,
de los andenes
y de los vaivenes
de los que no te quieren.
A ti que ahora sales y pides el pan de cada día.
A ti, que te estás haciendo una nueva vida.
A ti que te cargas las banderas, que tienes un himno junto al de la alegría.
A ti que siempre sonríes, venga lo que venga.
A ti que no hay quien te entretenga
cuando amas.
A ti que ardes en llamas
cuando debes.
A ti, sí a ti. Te pido que no te aceleres.
No seas lo que fuiste, sé tú, lo que eres.
Y no pierdas tu esencia,
ten paciencia.
A ti sí, a ti, que las dejas enamoradas.
Sé de todo menos nada.
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