sábado, 8 de febrero de 2014

Braguitas de encaje,
suena el despertador,
"Eh, eh, no te rajes",
tu sujetador,
el Sol que amenaza por la ventana,
el dedo acusador
de tu jefe,
tus pantalones tirados por el suelo,
nuestra humedad en las persianas,
tu cuerpo cegador
que se estremece.
Historia no contable en los cuentos.

Los besos que se quedaron en vuelo,
el caminito de tus dedos por mi espalda,
los mares que dibujé yo en tu pelo,
las espinas que encuentro en tu mirada,
los ríos que empapé yo en tu cielo.
Tu carmín maquillando tu almohada.

El deber que no perdona y tú que te marchas.
A veces la cháchara no es más que el camino de lo que se siente.
No esperabas contratos, yo no esperaba deberes.
A veces lo que dejan los "después de..." no son manchas.
Hay mujeres y hombres entregados a los placeres.

No te preguntes qué haces,
no llames al corazón.
Déjate de disfraces.
Seamos de quita y pon.

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