Para mí sería imposible. Me toca el alma, me cambia. No soy yo si está cerca. Todas las rejas se convierten en puertas, todo lo que tengo dentro vuela. Me sincera, me hace arder, me neutraliza. Me jode. Me jode hasta más no poder. Me es inevitable. Es mi debilidad. Me enfrento a este papel, a este bolígrafo, con ganas de escribir, y no puedo. Me enfrento a él como si me enfrentara al cielo. Me cuesta, me cuesta la vida misma enfrentarme a lo que no entiendo. Tengo ganas de huir, huir lo más lejos posible. Que nadie me pueda encontrar, ser un perdido total; sin patria ni hogar.
He perdido el coraje. Ya no tengo. Se fue. Me lo quitaron. Y me odio; odio cada parte de mi por no tenerlo, por no ser capaz de enfrentarme a lo que quiero sin miedo, sin pudor, sin terror. Pero no puedo y me resigno. Lo que tengo dentro de mi es una enfermedad. Estoy enfermo. El problema es que tengo la cura. El problema es que no la cojo.
Somos lo que se nos ha dado. Lo que tenemos que ser. No somos ni más, ni menos. Somos una mota de polvo en el universo y a la vez dentro de nosotros tenemos uno. Somos vulgares, únicos y valiosos. No es mi culpa. Durante mucho tiempo me la eché. Pero no lo es; lo que yo soy, lo que me compone (sean miedos, amor o penas) es parte de mi mismo, para bien y para mal. Quizás sea hora de que me apodere de lo negativo como algo mío; que lo acepte no como un mal que tengo, si no como una parte más de mi.
Lo siento, no pude conseguirlo. Siempre creíste en mi pero a veces los deseos ni con todo el empeño se cumplen, a veces, ni con todo el amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario