La melancolía es una barrera, una cadena, una foto, pasada alegría, es tu risa, un ogro, tus pies, tu mano que se desliza, mi corazón que late; fuera tu ropa, que arde. Mi mente es una bomba de relojería, mis recuerdos saben un poco a ayer, mi presencia, mi artillería que se afloja, tu ausencia. La música de fondo haciendo su papel y se moja; y tú y yo, jugando de broma al querer; sin guion, sin un futuro que nos una, faltan cartas con corazón. Y mi yo que se muere, y tus ojos que los confundo con la luna. Que me matan cada noche al oscurecer, que me hacen más vivo cada día.
A veces uno se deja ganar. Aunque duela. Dejarte pasar. Cual dolor de muelas. Hay cosas que tienen que brillar por si solas para que brille la vida. Si te paras a pensarlo solo jugamos con lo que tiene adrenalina. Soy un idiota de los de antes, de los que no tienen trajes, de los que se conforman, de los que quieren la felicidad del otro por encima de la de uno mismo, por imposible que parezca. Por eso acudo, creo; por eso huyo, lo sé. Por eso, aunque muera un poco cada día, siempre estoy un tanto contento; al fin y al cabo lo que quiero y no tengo tiene lo que yo no tengo y quiero.
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