¿Qué es la esperanza? ¿Dónde queda? Es la gran incógnita del ser humano; a todas horas, a cada instante. ¿Dónde debe residir la razón que nos debe hacer seguir adelante, ocurra lo que ocurra a tu al rededor? Yo no lo sé. No sé dónde se queda, donde está ahora agazapada. No lo sé, ni quiero saberlo porque, seguramente, no tenga sitio fijo. Hace tiempo que no tengo esperanza y que vivo prendado, lo más cerca posible, de lo que para mi es la felicidad. Me limito a que, mi única motivación de vida, sea el siguiente segundo que me toca. No obstante para algunos la esperanza es el amor, para otro el trabajo duro (todo lo que ha costado da sus frutos, dicen). Otros, sin embargo, no creen en ella; no creen en nada. Para mi la esperanza es una mentira; es la búsqueda cobarde de aquellos que no son capaces de levantarse a luchar. Si uno no puede luchar, no lucha; si no sabe, no puede; pero lo que no podemos permitirnos es no luchar porque no tenemos un motivo. Precisamente porque quien no lo encuentra es porque no quiere encontrarlo. Estamos rodeado de ella, a todas horas, a cada instante. Vivimos rodeado de algo que no existe y que a la vez lo es todo. Porque la esperanza vista como una excusa es una mentira; la esperanza vista como la vida es la mayor verdad jamás contada.
A veces la esperanza tiene nombre y apellidos. Por eso, precisamente, se vuelve efímera como el tiempo. Porque no hay nada ni nadie eterno, salvo nuestra percepción de la realidad. Nosotros somos la eternidad concentrada en un suspiro. En ocasiones siento la necesidad de volar porque ya me he hartado de pisar este suelo. Necesidad de volar, entre mis sueños y mis querencias. Necesidad de inventarme un mundo donde todo es lo que necesito que sea. Y cada vez que siento esta necesidad; cada vez que alguno de nosotros siente esa necesidad y lo hace, y se evade, se está engañando y matando poco a poco. Porque no hay realidades alternas, no hay sueños que se cumplen. Lo que hay es una guerra constante entre el tú y el ellos en el que solo gana el más fuerte (el ellos entendido como el mundo en sí). El problema es cuando este y el otro son una guerra y entonces no sabes donde meterte y entonces te limitas al suicidio. Quizás ese suicidio sea más fácil de llevar.
Siempre la vida tiene nombre y apellidos. Solo que no siempre están.
No hay comentarios:
Publicar un comentario