No se puede afirmar que me engañaba cuando me mentía, se llamaba osadía y desde el primer día tuvo la cobardía de avisar. ¿Quién tiene siete vidas y dos ojos de gata callejera? No se va con cualquiera, de su noche se espera un broche de promesas incumplidas. Mejor no equivocarse, no me pidas jamas lo que no doy. "Ya sabes como soy, y si quieres me voy", dijo cuando acabó de desnudarse.
Ya ves, llegar a fin de mes. No era con ella asunto de dinero, se trataba más bien de merecer un tren de pasajeros. El tsunami de un mar hecho mujer, dispuesto en cada ola a renacer. Se llama herejía, ¿cómo voy a saber si me engañaba cuando me mentía?
Maestra en confundir al diablo y al rey de los altares. Me citaba en los bares con fuegos malabares y luego se olvidaba de acudir. La mañana y la tarde, que vaivén entre alarde y agonía. Todo lo confundía con su swing porque sabía mirar como un crepúsculo que arde. Callada por respuesta cuando jugué al dolor de corazón. Su boca era un buzón de voz sin compasión dormido hasta la hora de la siesta.
Ya ves, llegar a fin de mes. No era con ella asunto de intendencias, se trataba más bien de comprender la pura impertinencia... Del sol cuando se cansa de asombrar, del mostrador a la hora de cerrar. Se llamaba ironía y no puedo jurar que me engañaba cuando me mentía. Ya ves, llegar a fin de mes no era firmar un parte de sucesos, se trataba de envejecer huérfano de sus besos; con fantasmas que aprenden a crecer, abrazos que se mueren por volver. Se llamaba utopía, me gusta imaginar que me engañó cuando se despedía, que me engañó cuando se despedía.
Joaquinito de Baeza.
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