Nieva,
lo veo desde mi ventana;
aquí el frío siempre entra,
da igual que eches la persiana.
Cómo suena el despertador,
cómo amenaza el reloj
desde la encimera.
Será la hora de levantarse y de huir.
De buscar a la primavera.
De salir de aquí.
Será, será en su momento,
que es ahora.
Me visto, salgo corriendo;
que estar aquí no me toca.
Suenan campanas,
las botellas de vino de ayer me vienen al recuerdo junto a la resaca;
se acaba,
se acaba el tiempo.
El mío, el tuyo, el del cielo.
Las gotas caen, las nubes se agrupan para más tarde marcharse.
El huracán amaina que ya no es tiempo de engañarse,
envaina su arma, se va y no dice adiós.
Las lluvia siempre vuelve, más dulce, más tenue, con o sin calor.
Por eso llevo paraguas, no vaya a ser que me coja de improvisto.
Por eso es mejor avanzar aunque sea junto a las paredes, para sobrevivir está bien el ser listo.
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