Lo único que no tiene solución es la llegada de la pálida dama. El resto, el resto está a nuestro alcance, es variable. Solo es necesario conocer la receta, comprar los ingredientes y trabajar; trabajar duro para lograr que tu vida sea lo que tú quieres que sea. Si estás vivo y si te sientes vivo todo es posible.
Y si por casualidad, por un momento, tu vida no es lo que quieres que sea, no se enfade. No se disguste, no se atrofie. Al fin y al cabo lo que somos es el camino que recorremos para llegar a lo que pensamos que queremos llegar a ser. Al mirar atrás todo sendero andado se vuelve un sueño en el espacio de nuestro tiempo solo por el simple hecho de poder haber realizado ese viaje (el nuestro sí, ese al que nosotros hemos parido) aunque el final no sea el que se busca al principio.
Es la paradoja de la vida, luchas por lo que amas y "entre caminos" resulta que acabas amando otras cosas. Por eso el perder es relativo, el no cumplir metas es subjetivo. Subjetivo en tanto que el sujeto tiene la capacidad de hacer, deshacer y rehacer sus necesidades en función de lo que la vida misma le va haciendo querer, sentir y necesitar.
Queramos o no, jamás dejaremos de ser polvo de estrellas. Y, como tal, nunca dejaremos de ser azar; tanto en lo que nos forma como en lo que nos forja como personas.
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