domingo, 26 de abril de 2015

                   Podríamos jugar a contarle a la vida lo que va a pasar. Podríamos ser la tabla en vez de la figura de ajedrez. Podríamos decidir quién vive o muere, quien sufre o cree.


                   Podríamos crear ciudades de oro bañadas en plata. Versos de miel con piel de cordero. Podríamos insistir en que el amor verdadero siempre se escapa para así recrearnos en un par de rodeos.

                    Podríamos dejar de soñar, reír o angustiarnos. Quizás deberíamos parar de respirar. Quizás la solución se esté dando un baño mientras viaja con algún pavo al País de Nunca Jamás.

                    Podríamos hacer como que no pasa nada. como que las miradas son estériles. Estaría bien jugar como si los reyes fueran reyes y no jugaran al despiste.

                    Podríamos fingir, hacer como que no amamos. Podríamos dejar de sentir, de caminar o darnos la mano.

                    Podríamos dejar de desearnos a cada instante, podríamos huir. Podríamos hacer como que la vida no pasa por delante aunque la veamos irse sin despedir.

                    Podríamos seguir con estos cuentos. Podríamos parecer una copia de nosotros.

                    Pero por suerte, vivimos en un mundo donde al alma la dibuja el rostro. Los sueños se pelean y mueren, se pelean y viven.

                    Podemos seguir en esta vida donde los amados se despiden.

                    Podríamos vivir una vida muy parecida a la que otros piden.

                  O podemos levantar la mano y vivir la que nuestro corazón dicte.

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