Damas y caballeros,
vengo del médico del corazón,
que dice que del infarto de aquel febrero
me ha revertido el colesterol.
¿Y ahora dónde meto el bono del gimnasio?
No hará falta ir despacio,
y qué sé yo.
He llegado a casa y adivinen,
todo parecía de cine.
Todo sin hacer y la dueña fuera.
Era la mía para aprender a cocinar
y antes de que llegara se me quemó la cena.
"No te mereces ni el aire que respiras",
mira chica, solo fueron dos palabras
y no fui yo el que la besó.
¿Pero qué quieres que te diga
si hay mentiras que huelen a verdad
y en mitad de un mal te quiero
solo caben las caricias que no me das?
Total, que aquella noche dormí fuera,
qué podía hacer si volaron sartenes por la escalera.
Al principio pasé frío y con razón.
Pero pronto me di cuenta que cambié del invierno al verano
como lo hace mi gata al cambiar de habitación.
No es que ganara un hijo es que perdí un cuarto de baño al roquefort.
Y antes de mi, pobre el sin fin.
Que se acaba viendo que le cogen por el retrovisor.
No os molesto más
que la barra del bar me vuelve pesado.
Y la última vez que me emborraché
a más de uno le conté
con quién acabé acostado.
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