Son las siete de la mañana y no ha amanecido.
Suenan los buitres desde sus ramas.
El equipaje sigue en la maleta.
Cruje la cama.
Se queman las casetas.
Se escucha la canción del principio.
Me quema su espalda.
Me giro.
Vuelven mis fantasmas.
Vuelan los aviones.
Mueren las opiniones.
Huele a Praga.
Cristales de bohemia.
Hostales.
Epidemia.
"¿Quieres un par de postales?"
Arde la sala.
El cine no fue tan mal.
"Me gustan tus lunares."
Sudamos sal.
¿Hay que volver a empezar?
El coche en la puerta.
La señora de la limpieza.
El humo, concentrado.
Automático.
Tocar.
"Eres azucena."
El afán del feliz por la tristeza.
Corazón condenado.
"¿Nos vemos mañana?"
"No sé, morena, veremos."
La cara lavada.
Ojos que marcan el paso.
No será lo que seremos.
Flirteo en lava.
Me vales a ratos.
El sol que saluda.
Volcanes.
La puerta que deslumbra.
Yo y los huracanes.
Tú y las complicaciones.
Nosotros anclados en un mar de inundaciones.
Me llamas y no te veo.
Y colgando entre nuestra ropa
un deseo.
El suyo que se cumple,
el mío que dura lo que duran estas cosas.
Cuando perdiste tu vestido de rosas
se cerró la ventana.
No me malinterpretes.
Todo es lo que es.
Ya nada vale nada.
Lo siento.
Solo sé mentir cuando me da la gana.
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