lunes, 23 de septiembre de 2019

Hoy te he soñado
rizada,
sonriendo y andando.
El sol había clareado tu pelo
y paseabas tus andares por mi sueño
como si de una realidad manifiesta se tratase.

Estábamos en un camino, a media tarde.
Debería de ser verano y el suelo estaba seco.
Tú eras el agua que necesitaba todo aquello
y te tenía yo,
y me tenías.
Y el paseo no acababa porque hay vidas que no deberían de acabar nunca.
Aunque sea inevitable terminar dando un salto de la cama.

Cómo lo aclara todo tu sonrisa.
¿Cómo?
Si estás tan lejos.
Cómo me pudo valer otra cosa.
No tiene mucho sentido.
Será la condena de la piel y los gemidos.
Al menos ahora te tengo
aunque nuestro tiempo quepa
en pocos suspiros.

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