Hoy te nombro bajito
que para las pocas veces que escribo
cuando te tengo al lado
prefiero no despertarte.
Tu pecho se balancea suavemente
y tus manos calientes
se posan sobre la mía.
Cuando te despiertes voy a besarte.
Sí, otra vez.
No vaya a ser
que se le olvide a mi luna
cómo sabía el cielo.
Disculpa.
Sabes a tierra, agua, sal, olivos.
A noches candentes de pasión
enroscadas en el firmamento.
Y créeme,
a lo que más sabes es a renacimiento.
A alegría, luz, música.
Eres la mirada infinita de un niño
enfrascada en tu sonrisa,
y en la suya.
Eso eres.
Ahora, has cruzado tu pierna sobre la mía.
Te he tapado.
Has balbuceado,
así debe de sonar la vida al principio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario