Es un canto de Luna
nadando en la arena del desierto.
Y entre las olas de su piel morena
se dibuja un pecado
que me quita el aliento
y me anticipa la primavera.
Cientos de espirales bajan por sus ideas.
Y bailan con sus hombros
con paz.
Mientras preguntan por su espalda
cómo si de mis dedos se tratase.
Ella, llevarse a la boca el pan.
Yo, el hambre que te ciega.
Corta la madrugada con sus labios
dándole brillo al viento con su voz.
Qué más quisiera tocar sus mejillas,
besar su cuello.
Pero hay sueños que hay que descansar.
Y piernas demasiado cerca del cielo.
Me ahogo, estoy nervioso,
vivo y me niego a la defensiva.
Me imagino con ella.
"Te cambio lo que tengo
por lo que tendré."
"Si me dejas, claro,
entrar en tu vida."
Y entre estos versos, su cara
sonriendo.
Y sus manos, su juego,
su cintura, las risas.
Mi corazón que no para.
Este despertar que no termina.
Esta tinta mirándome a los ojos.
Las curvas de su pecho.
Este teléfono que habla con la imaginación.
Este sueño que se aviva.
Los días que pasaría yo en su pelo.
Las noches que perdería.
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