Hace ya tiempo
que no creo
que vaya a ser.
Que no me centro
que he olvidado leer.
Y qué sé yo.
Ayer andaba
transpirando alcohol,
hoy la taquicardia
me recuerda tu olor.
No tengo arma para arrestar
a tu compasión.
No sé si sabes cómo te veo.
Pero tu cuello es puro deseo
y en tu clavícula muere la tentación.
Es difícil tener algo más bello
que lo que escondes dentro del pecho.
Pero eso se fue.
Y me he quedado con el susto en el cuerpo
con mil regalos para los sueños
que protagonizabas
mientras yo no sabía qué hacer.
En todos ellos eras paz
y guerra en la cama,
a la vez.
Voz de sirena,
la prisa, los juegos;
siempre mi cena.
Y cada vez que me despertaba
pensaba en ti
como si pudiera atraerte
al recordar tus ojos.
Y a las mañanas un suplicio
y a la noche volvías a mi.
Y en todos ellos me amabas
cómo se aman las cosas
que te hacen feliz.
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