Cuando tengas el pelo alocado
yo solo quiero ser el viento
que te deje el corazón descolocado.
Y cuando los problemas destrocen tu cabeza
quiero ser el aliento
que congele tu tristeza.
(Quiero ser tu certeza.
Tus pies en el suelo.)
Quiero ser un "te quiero"
que empiece en lunes y acabe en domingo.
Lluevan putadas por ahí fuera
o tengamos vino en la mesa
con música lejana,
aunque no sea festivo.
Y cuando se te apaguen las luces
quiero que me uses
como a una linterna
aunque sea solo para alumbrarte la cara
y hacer muecas
para asustar a los fantasmas.
Ya me quedaré aquí
para abrazarte bajo las sábanas.
Escucharte.
Hacerte mía.
Con todo aquello que te compone.
Y si el tiempo te aprieta
quiero que quemes el reloj.
Que yo te voy a hacer una hoguera
para que todos esos segundos acaben siendo nada.
Y podamos calentarnos los dos,
como si no existiera ese tic-tac,
con las verdades que valen la calma.
No quiero ni que te sientas sola,
desde antes de empezarte a querer.
Contigo soy mejor persona.
Es pura sensatez.
¿Qué peón no siente que es imposible perder
cuando ve reír a la reina de sus amores?
Yo, que juego a las tablas.
A ser tus mares y soles.
Tu cuaderno y tu lápiz,
tu miedo, tu valentía, tu miel.
Tu Tánger, mi Cádiz.
Tu futuro, tu ayer.
Tus tardes de invierno frente al televisor.
Solo puedo abrirte mi vida de par en par.
Y prometerte tuyo.
Hasta cuando apriete el frío
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