sábado, 25 de abril de 2020

Todo en metro sesenta.

Era suave mezcla de terciopelo y verdad,
siempre con el corazón sobre la mesa.
Era "aquí te espero" y nada más,
siempre al otro lado de la puerta.
Toda una noche digna de recordar,
en su piel teníamos mil vidas para pasar;
pero amanece y está muerta.

Se consumió.
En mis manos encontró un pozo y se sumergió.
Y ahora me encallo entre las nubes de un "adiós".
Su pelo mate se secó
y me consumo en mi propia celda.

A veces se sienta en la silla de mi cuarto y no puedo dormir.
Su recuerdo me juzga y me flagela.
Se pasea llorando sin querer salir
"¿Por qué hiciste las maletas?".
Yo tenía un cuento que perdió las letras por un tic tac.
Ella, trastornada, no supo esperar.
No sé si entienden la condena.

Nos castigó.
Un dios caprichoso se puso a jugar y se pasó.
Y ahora vivimos mil mentiras de carnet
y la verdad perdió el reloj.
Hasta al llorar era la más bella.

Era suave trigo y vida plena en soledad.
Era el amor más grande que verás,
mil y un sueños por despertar.
Pero se la llevó la marea.
Era "lo dejo todo" y a pastar.
Era un fin de año que no sabe terminar.
Todo en metro sesenta.

Todo en metro sesenta.

Era un proyecto de vida en una casa de cristal.
Una de esas personas a las que no vas a abandonar.
Pero el demonio siempre te acecha
y te riega las macetas.

Y te riega las macetas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario