jueves, 9 de abril de 2020

La memoria en la senectud es un bolso de mujer
que elije de motus propio cuándo darte lo que quiere.
En los suspiros del reloj no se detiene.
Quema como la arena del Magreb.

Los besos que diste ahora son cartas hechas cenizas
que flotan por la inmensidad del mar como la espuma.
En tus huesos quedó el champán y las caricias,
en tus ojos un brillo apagado que dice adiós mientras se esfuma.

De tus laboriosas manos salió el pan que alimentaron a tu rebaño.
Hicieron el viaje de tu vida.
Tus ojeras se forjaron con estaño
para brillarles a otros la salida.

Tus palabras amamantaron tu realidad
Tu piel pasa está más hermosa que nunca,
el resto vive menos si te vas.
En esta realidad,
eres de lo poco que suma.

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