No es que me faltes tú,
es que no quiero que me faltes.
No quiero otra cara en la cama
ni en el supermercado
ni al salir de casa
ni otros llantos nacidos de otros vientres
salvo los que salgan de ti.
Esos son y serán vida.
Y los quiero todos.
Quiero escuchar tus carcajadas al otro lado del sofá.
Llamarte cuando no estés.
Que seamos comienzo y salida.
Quiero que me despiertes en la noche a patadas.
Quiero quemarte el desayuno.
Quiero hacer de tus decisiones, mi mundo.
Y bailar contigo cuando llueva.
No es que sin ti no pueda
es que no quiero.
No quiero olvidarme de cómo te huele el pelo
ni de cómo sabe tu hombro cuando lleva sal.
No quiero no volver a hacerte reír de un chiste malo.
Que ya no quiero beber vino solo en Viena.
Yo quiero contigo todas las ciudades.
Y pasarme el tiempo.
Y las edades del hombre.
Que yo quiero derribar las barreras
poniéndome encima de ellas
y gritar tu nombre.
Que yo quiero tu luz.
Y la quiero porque no sé hacer otra cosa que quererla.
Solo pido pasear contigo de la mano. Siempre.
Y que cuando quieras correr, corramos.
Y crear, constantemente crear.
Para que así, cuando no estemos,
brille la vida un poco más al recordarnos.
Tengo un historial de cosas que quiero contigo tan grande
que podría escribir mil vidas
y aún así me faltarían otras mil para cumplirlas.
Y me repetiría en muchas, en todas.
Y eso solo lo siento contigo.
Quiero hacerte feliz,
no solo que seas feliz conmigo.
Convencerte, a diario.
Cuidarte, a diario.
Verte crecer, a diario.
Crecer contigo, a diario.
Soñar contigo, a diario.
Todo lo que dice este poema, a diario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario