Este poema que lleva tu nombre
suena con un lento punteo.
Y con las luces que eres de noche
me hago un castillo para mis recuerdos.
En tu cuerpo vivía mi libertad,
mis manos en tu agua,
tu garganta crujiendo como el tronco incandescente.
Tu cintura manejando mi tempestad.
Yo que me recreo en tus detalles.
Cuando te fuiste me volví pequeño
y ahora soy tan grande que no te veo.
Pero cuanto más cerca del sol estoy
más fácil es añorar tu veneno.
Y no creas que no te perdonaría
cuando en tus ojos vive la felicidad.
Pero es que me vale tanto la tuya
que no soy nadie ya ni para molestar.
Pero todo los días pienso en ti.
Y vivo rodeado de momentos en los que tú deberías estar.
Sigo siendo el mismo idiota.
Yo te escribo.
Tú planeas tus sueños fuera de mi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario