jueves, 3 de noviembre de 2016

Las cartas a un ex.

No hay uno igual,
y me incluyo.
O eso dice el guión y su escena.
¿Pero realmente qué más da...?
Si ahora sobrevivo en el futuro,
si murió aquella doncella.

Yo, que crezco y renazco sin saber por qué.
Que a estas alturas del cuento
ni sé dónde voy a acabar
ni entiendo mi papel.

Solo sé...
Que ya pasó, que eres otra y mía.
Aquí, donde empieza mi aire
y acaba su utopía,
puedo sentirme libre.
Libre de pecado pese al pasado.

Uno tiene que aprender a volar,
aunque se sienta pesado.
Hay que saber aterrizar.
A veces nada flota,
en ocasiones el mar
te trae más
de lo que te regalan las olas.

Se da el caso de que uno pierde sin perder.
Jugar con fuego quema,
dice uno de los lemas que marcan la vejez.
Existen situaciones incontrolables, desdenes y vaivenes.
Existen mentiras, cosquillas que gustaban y el chocolate sin azúcar.
Existen el fin y los medios,
las enfermedades del alma sin remedio,
los tropiezos y los fallos.
Existen los fantasmas, las luces y los monstruos.
las notas que sientan como un rayo.
Tú, en algún día, en algún motel,
siendo de otro.
Yo, muriéndome un rato.

No es fácil olvidar,
hay que saber ubicarse.
Pueden haber haches intercaladas
incluso en casa de don Nadie.
-"Y ya... Ya no hay nada más que añadir, señoría.
¿o me he equivocado yo
y no se suicidan corazones cada día? "
+"¿Pues qué le puedo decir, corazón?
Si solo soy un juez
valorando las cartas de su novia a su ex
y esperando la hora de salida."