lunes, 27 de octubre de 2014

Hace nada caminaba calle abajo,
despacio,
que las piedras resbalan.
Tu ausencia amarga,
tus pasos se dibujan donde estaban,
tu ropa sigue en el armario,
al menos eso soñaba hasta hace un rato.

Ahora bajo por el metro,
me ahogo entre tus risas,
su recuerdo,
el maquinista que avisa:
no estamos lejos.

Salgo llego a mi facultad,
huele a ti,
al menos eso ha parecido durante un instante.
Lo cierto es que sería interesante
entender la realidad,
saber un poco más de mi,
entender a qué venimos,
a mi necesidad...
(De ti)
¿A caso nos perdimos?

Me estoy volviendo loco,
será que quiero estar ahí,
entre nosotros.
Suena el timbre y no me voy;
suena y suena y aquí estoy,
parado, escribiendo este cuento
mientras me reinvento
para sacarte una sonrisa.
Miro hacia delante y sueño, sueño con que lees esto.
Sueño con que estás más cerca de lo que creo.
Sueño con que desde tu silla,
también, piensas en mi.
Te imaginas y me ves, contigo, allí.



martes, 21 de octubre de 2014

                Las musas pueden venir envenenadas. Con vestido blanco o con escamas. Pueden venir camufladas en despropósitos que ni ellas conocen. Las musas te pueden dar el pan o pueden arañarte. Identificar a las musas es una tarea complicada. ¿A qué venís? En teoría para bien. Engañan con sus ojos, con sus manos de porcelana, con sus alas (las que te hacen volar), sus piernas, su manera de soñar. Todo lo que muestran es claro y tenue, como la mejor de las luces. Pero es lo que muestran. ¿Pueden llevar otro propósito?

                    No lo sé. De antemano estoy loco, loco por mi musa. Sí, la hago mía. Como si la poseyera aunque sé que no me pertenece. La acojo en mi, la mezo para que duerma. Me preocupo de que se sienta en casa, la meto en mi vida casi a presión. Intento que se divierta, que no se lo tome como un trabajo (ese en el que juega a ilusionarme). Mi musa no vuela porque ya la intento llevar yo, es dulce como ella sola. 

                           Las musas pueden venir envenenadas. Con vestido blanco o con escamas. Pueden. Y a estas llego yo, que la miro. La miro mientras ríe, mientras duerme. La miro y me pregunto: ¿qué más me da a qué venga si de mientras me hace estar en otro mundo? Las musas asustan porque valen. Las musas no llegan así como así; pocas musas reales existen. Cuando llegan te acojonas, te miras un poco hacia dentro para preguntarle a qué ha venido; aunque adores que esté, te aterra la posibilidad de que esté para irse mañana. Esa son las reglas; tú las aceptas, tú las tienes. Y de mientras, todo lo demás queda en un olvido lejano, un olvido que participará de ti y de ella y que será el que diga qué sucedió después de abrir la caja de las decisiones controvertidas. Esa caja que da miedo hasta mirar, esa caja que te hace pensar cosas como este texto; texto que, a la vez, habla y se inspira en mi musa. Texto que titubea entre el miedo y la alegría, entre el terror y la ilusión. El miedo es una parte esencial de todos nosotros; al fin y al cabo, nos avisa de que algo grande está cerca. A veces el miedo no es necesario, pero nos da pistas. No hay mejor miedo que aquel que te produce una musa; no por nada, sino porque miedo producido por musa, miedo que afrontarás hasta las últimas consecuencias.




(La emoción del que sueña y "pesadillea" a la vez es emocionalmente inviable... e imperdible)

viernes, 17 de octubre de 2014

Lo que yo quiera contarte es cosa de mis manos. 
Ni más, ni menos. 
Nunca hablo en vano, 
al menos eso creo. 
Lo que digo te lo cuento 
y lo que no, lo callo. 
Porque todo vale en esta vida mientras sea sano. 

Y tú lo eres. Desde que empiezas hasta que acabas. 
Eres ese detalle, 
ese punto de emoción 
que debería de tener toda vida. 
Ese sin ti más allá que será contigo. 
La entonación de mi oración,
esa que nace más allá de tu ombligo. 
Estás, estás ahí. 
No te veo pero estás, agazapada en tu raíz; 
mirándome como si no hubiese un mañana, 
como si no supiera que me miras. 
Como si cada una de tus palabras no tuvieran ya la pica. 

Solo falta el martillo. 
Ese que acabe la faena, ese que nace del tiempo, 
que muere con mi aliento
 y que está más allá que acá. 
El reloj corre y avanza, a mi favor. 
¿Qué le vamos a hacer?, me pregunto. ¿Huir de lo que viene? ¿Hacernos los tontos? 
 Es nuestro asunto, suene lo que suene esta canción nos toca a nosotros.

E intento respirar, 
joder que si lo intento. 
Y mirar, 
más allá del sur, más allá del tiempo. 
Y te veo, te veo allí, al final del camino. 
Observar, 
con tu sonrisa de niña, con tus lunares de color miel. 
Sonríes sin querer. 
Y sonrío, 
como un niño, como si fueses mi juguete nuevo. 
Como si todo lo que está en mi hubiera llegado por esa forma de utilizar los labios. 
Como si todos los agravios 
de la vida 
hubieran pasado ya de corrida. 
Y andas, andas hacia mi lentamente; 
aparentemente,
como si no lo supieras, andas de reojo, 
a tu antojo, 
como si no hubiera ayer ni mañana. 
Como si el tiempo que nos está creando fuera el único motivo por el que seguir andando. 
"Yo me dije; cuidado, chaval, te estás enamorando" 
decía Sabina, cantando. 
Y aquí estamos, mirándote de lejos. 
Como si no me hiciera viejo, 
como si estuviese pasando.


lunes, 13 de octubre de 2014

             Hoy me he propuesto un nuevo juego. Juego a que me querrás. Juego, mientras sueño, a que estás aquí. Cierro los ojos, te pienso. Y estás, estás aunque ahora no puedes estar. Ahora cuento los días que pasan para que llegue ese día. En este juego solo puedo perder yo. Pero lo que gano sé que es el universo en todo su esplendor. En este juego te creo cuando cierro los ojos; en él, me vale ser tu contrario, tu fiebre y tu cura. En este juego te propongo ser tu mal y tu bien, tu todo; lo que te enfade y lo que te alegre las mañanas. En este juego que me he inventado, y en el que todavía no estás, te enseño el mundo; mi mundo, ese que veo yo con mis ojos y que sé que será más hermoso si lo ves conmigo.

              También te propongo ser tu duda, tu ropa fuera y tu ropa puesta. Y si quieres, también, puedo ser tu apoyo, tus manos, en este juego puedo ser tu risa. En este juego te propongo estar contigo, con el alma llena, sin miedos. Aquí eres mi droga, mi adicción, mi chimenea y mi frío, los lunes y los viernes, eres mi ángel y mi diablo, lo que va y lo que viene; en este juego quiero que seas todo lo que he soñado, todo lo que sé que eres. Aquí, conmigo, mientas escribo te juego. Te juego de  mil maneras, para así sentirte aquí; un poco más cerca.

               Y aquí, y ahora, mientras te piensas si jugar o no, prometo dedicarte cada uno de mis sentimientos en un cuaderno de papel. Cada uno de mis días mirarán hacia ti, hasta que me pidas jugar. En mi cuaderno, secreto, por supuesto (solo apto para tus ojos) te pondré y recordaré cada día lo que te estoy queriendo; en él te contaré a destiempo mis ilusiones. Pondré en cada uno de los días la fecha del periódico del día para que así puedas ver como jamás escribí fuera de día; pegaré la noticia más hermosa del periódico, para que así puedas compararte con la belleza del mundo y ver como, aun , sigue siendo tu sonrisa lo más bonito que ocurre día a día. El juego es quererte, el premio mi cuaderno. Si juegas, te prometo que ganas.



lunes, 6 de octubre de 2014

                Me levanto, retiro las sábanas, te miro, te beso, me besas, nos desnudamos, desayunamos, me visto, cojo el metro, llego a mis deberes, te leo, hablo, juego, corro, ando perdido por las calles, me ausento, vuelvo a mi, te recuerdo, me olvido, llego a casa, recojo el cuarto, me hago de comer, duermo la siesta, te sueño, fumo en mi terraza, me preparo una copa, te llamo, juegas, vuelvo a jugar, vienes, te como, te hago el amor. Te duermes, vuelvo a mirarte.



(Parodia de un día perfecto)