martes, 30 de julio de 2019

Mi joven de la perla.

Puede que rompiera a llover
cuando ella despertó.
Se miró al espejo,
sonrió al reflejo.
"No hay nadie como tú, mi amor."
Cada vez que se recoge el pelo
me muero de ardor
y eso que ya no tenemos el mismo cielo
ni compartimos el mismo sudor.

Ella era mi joven de la perla,
la musa de todo escritor.
Preciosa saliva,
besos de manila,
el mejor tema de rockandroll.
Si volviese a pasearse a solas
por las espinas de mi corazón
le cambiaría el acento a mis latidos
para quitarlas de sopetón.

Cada sábado de madrugada
toca festejar que la luna llena se hundió;
sus pupilas carbonizadas,
sus cejas aladas,
sueñan con nadar en alcohol.
Y eso que no lo necesitaba,
era seda calada
y el tiempo un mero espectador.
Cuando la miran mal aparezco,
les zancadilleo a escondidas.
Anoto sus sombras,
me embobo en sus mejillas.
La imagino fríamente como camina.

Por ella  habría subido al cielo,
secado cien mil miedos
y cazado mis pesadillas.
Habría cambiado de senda,
matado la pereza.
Habría aprendido a pintar
a mí joven de la perla.

En los Países Bajos
es fácil pillar atajos.
Pero en pleno siglo XXI
te vuelves inoportuno
si tocas demasiado a la puerta.
Y la pintura se secó,
no se humedece ni a besos.
La voz quebró,
hay arte hasta en sus recovecos.

Su oreja brilla,
su boca respira.
Ojalá la pudiera sacar de la tinta.
Para asalvajarle el pelo.
Qué más quisiera
no andar para viejo.
Para soltarle al oído
qué es lo que quiero
sin que el mensaje
acabara en un mal "no puedo".

Por ella habría aprendido cien mil lenguas,
aprendido a bucear,
a dejar de roncar.
Habría matado mis problemas.
Yo tenía el pincel,
ella es mi joven de la perla.

Ojalá estuviera en mi hombro,
apoyada,
viendo lo que escribo.
Ojalá me pusiera pegas
aunque fuera sonrojada
mientras la miro y sonrío.
Ojalá se quedara frente a mi
cómo si fuera un cuadro
e hiciera como si le gustara lo que le leo
mientras me coge la mano.

De ella aprendí que el amor es arte.
Y como todo arte, tiene su parte inmortal.
Aunque haga frío fuera.
Por eso aunque de ella solo me quede una pintura
me paso las noches en vela
escribiéndole al oído
y soñando con su perla.

Escribiéndole al oído
a mi joven de la perla.




lunes, 29 de julio de 2019

Abres los ojos.
Derecha.
Izquierda.
Enciendes la luz.
Un bulto.
+"No eres tú."
-"Son las siete."
Te destapas.
Te vistes.
Cierras la puerta.
Desayunas.
Abres la ventana.
Te duchas.
Salgo a correr.
Me ducho.
Estudio.
Trabajas.
Almuerzas.
Descansas.
Salimos a la calle.
Siempre bajo el mismo cielo.
Ríes.
Reímos.
Juegas.
Jugamos.
Vuelves a casa.
Y estás tú.
Tú y la luna, bajo el mismo sol.
Han caído las estrellas,
parece estar lloviendo.
Tu mente se queda sola.
La pared aprieta,
se está excediendo.
Llega el sueño.
Pronto estarás dormida.
¿Empezamos de nuevo?

sábado, 20 de julio de 2019

Me quedo sin batería los lunes que da malo,
me ausento cuando espero a que me toque en el médico,
me abstengo cuando tengo que votar
si mi decisión no sirve para hacerte creer como a los clérigos.

Me asusta el impasse,
los retrasos en los aeropuertos,
las musas reventadas.
Me quema el olor a alquitrán,
me duelen mis manos entre otros dedos,
las noches de luna y las hadas.

Las persianas que te ciegan,
el sol de primavera con frío.
Me ahoga la niebla.
Me perturban tus quejidos.

Si cruzo miro para encontrarte.
Siempre descuelgo el teléfono por si eres la operadora.
Cuando sueño lo hago vestido de gala,
por si toca boda
y sigues igual de guapa.

Juega jugando a ser bella,
a ratos viaja en vela.
Cuando camina, revientan
las luces y las estrellas.

Rompe la noche con una sonrisa
y vive lento y a toda prisa
creando un mar de cien pueblos
donde pintar la pared de sueños.

jueves, 11 de julio de 2019

Los pies descalzos en la arena,
su vestido azul roto,
sus lágrimas agua de coco,
Portugal que sale a escena.

Mis manos que se desllenan
cada vez que pasas por mi casa
y juegas a querer que no me quieran
olvidando el peaje y su tasa.

Me gusta beberte y beber contigo.
De jueves a sábado.
A picarte.
Darte mi abrigo.
Me gusta cansarte.

44 puntitos desde el faro,
un buñuelo y un reloj.
Demasiada receta
para tan poco corazón.

Me tratan mejor las nubes desde que no estás,
o desde que estás.
Ya no sé a quién le hablo.
Me salen mejores cartas desde que estás,
o desde que no estás.
Ya no sé por quién me callo.