sábado, 25 de abril de 2020

Todo en metro sesenta.

Era suave mezcla de terciopelo y verdad,
siempre con el corazón sobre la mesa.
Era "aquí te espero" y nada más,
siempre al otro lado de la puerta.
Toda una noche digna de recordar,
en su piel teníamos mil vidas para pasar;
pero amanece y está muerta.

Se consumió.
En mis manos encontró un pozo y se sumergió.
Y ahora me encallo entre las nubes de un "adiós".
Su pelo mate se secó
y me consumo en mi propia celda.

A veces se sienta en la silla de mi cuarto y no puedo dormir.
Su recuerdo me juzga y me flagela.
Se pasea llorando sin querer salir
"¿Por qué hiciste las maletas?".
Yo tenía un cuento que perdió las letras por un tic tac.
Ella, trastornada, no supo esperar.
No sé si entienden la condena.

Nos castigó.
Un dios caprichoso se puso a jugar y se pasó.
Y ahora vivimos mil mentiras de carnet
y la verdad perdió el reloj.
Hasta al llorar era la más bella.

Era suave trigo y vida plena en soledad.
Era el amor más grande que verás,
mil y un sueños por despertar.
Pero se la llevó la marea.
Era "lo dejo todo" y a pastar.
Era un fin de año que no sabe terminar.
Todo en metro sesenta.

Todo en metro sesenta.

Era un proyecto de vida en una casa de cristal.
Una de esas personas a las que no vas a abandonar.
Pero el demonio siempre te acecha
y te riega las macetas.

Y te riega las macetas.

miércoles, 22 de abril de 2020

Tremendamente.

De menos.
Sin aire.
Me sobraban caras.
Todas las palabras eran llanas.
Cómo fallaba el teléfono.
La vida soplando tu nombre
y yo menos vivo que muerto.

Las horas más pesadas.
El sol más apagado.
La luna, mi despertador.
Corazón envenenado.
De recuerdo, un adiós.
Saludo al otro lado,
ya no se ve mi tren.

El mundo sin dejarse querer.
La música guiñando sus ojos.
Mi reloj de autoestopista,
mi armario girándose.
Mis labios revolviéndose
con el suicidio de tus antojos.
Mis puñaladas pasando revista.

Tú, paseando por todas mis pesadillas.
Yo, enfermando de ti.
Las recetas que no haremos,
los viajes que murieron.
Por un tiempo demasiado largo:
lo joven, lo viejo, lo amargo,
lo amable; se tornó gris.

Y, ahora, otro escenario.
Ese se llenó de sangre.
Ya arde.
Aunque lo sigo mirando.
Ya tranquilo.
Se sigue engañando.
Está marchito.

Así, tremendamente,
hasta perder vida,
he paseado mis heridas
y te tuve en mi pecho.
Y en mitad del camino
me olvidé
de echarte de menos.






lunes, 13 de abril de 2020

De mentira.

Dulces de plátano azul,
a eso saben tus caderas.
El agua de los mares del sur,
bailando en la entrepierna.
Versos que doblan el corazón,
canta siempre tu voz viva.
Mientras atardece la clave de sol
en tu piel hecha marisma.

Y en tus mejillas de melocotón
nacen las flores
más hermosas que nadie ha visto.
Desde ahí hasta tus ojos
nacen las emociones
que recorren el universo.
En tu cuello el tiempo se pasa de listo.
A perdón saben tus besos.

Y tú, de mentira que pareces.
Y yo, que me he mentido como a nadie.
Los dos, que dependemos del aire,
buceamos en la divinidad de lo insolente.
Y amaneces cuando aquí anochece
aunque nos guiemos por las mismas constelaciones.

Somos dos extraños en el metro.
La luz, lo apagado.
El agua y la sal del Mar Muerto.
Lo que no es.
Lo pasado.
Buenas noches desde el incendio.
¿Ya notas como ha terminado?





domingo, 12 de abril de 2020

-A ver si te enteras que aquí dentro no se puede fumar.
+Y qué sé yo si acabo de llegar.
Mira, tío, no me vayas a molestar.

Hoy el día ha sido largo
casi me da algo.
Me voy a desmoronar.
Hoy me desperté y casi me caigo de la cama,
mi chica en bragas 
pasando la mona en el sofá.
Qué raro, ¿son horas de llegar?
Bueno a lo mío, que pierdo el tren.
Que hoy es el gran día
no la vayamos a joder.
Y el taxi que no llega,
el café frío,
la maleta medio abierta.
Pues nada, que lo he perdido.
Y a las doce que vuelvo,
me enfado,
no llamo,
abro la puerta.
¡Sorpresa!
Ya sin bragas 
pero con otro pavo.
Y me cambio, me alegro.

+Oye tío, encantado de conocernos.

Total si no era para tanto.
¿En la cama? Más bien paradita.
¿En la calle? Había que sacarle la conversación.
¿El corazón? 
Ahí sí, ahí daba la capulla.
Pero bueno, parece que a ella no le latía tanto.
Salgo a la bulla,
llamo a mi amiga especial.
Que ya saben que todo el mundo tiene una.
Pero me cuelga, me jura que me va a denunciar.
Tiro el móvil al suelo.
Me cago en los muertos.
Un policía: -¿Perdona es a mi?
¿Puede ir esto a mejor?
Pues sí, 
me llamó mi abogado.
Que mi ex mujer se ha escapado 
con mi hijo y un cubano 
a hacer las Américas
Son las 7 y no he comido.
¿Mala opción quemarme vivo?
Total, que viene mi hermano 
a pagar mi fianza.
Tranquilo, 
en total confianza. 

-La he pagado con lo que te queda de la herencia.
+¿Qué herencia?
-¿No lo sabías?
+No. 
-Una que nos dejó papá y yo he ido gestionando.

Dios de mi se se está cachondeando.
Me voy a gritos.
Solo queda un bar.
Son las dos de la mañana
y todo parece un solar.

+¿En serio no puedo fumar?





Tras la puerta.

Cada mañana al despertar
una duda recorre tu mente.
Espinosa, desnuda.
Llena de sinrazón,
se deja agasajar por cualquiera.

Te persigue, te busca.
Se camufla en tus carcajadas
pero te atraviesa
de la misma forma que lo hace el amor a un hijo.
Es indudable, está tras la puerta.
Estás a ciegas. Aunque te parece de día.

No existe consuelo.
Los trenes han parado
y el océano de tus labios
está cada vez más seco.
Ya estás fuera de tiempo.
Y no puedes hacer nada.
Y lo sabes.
Y lo sé.
Frente al espejo, la lejanía.
A ratos ni te aguantas la mirada.

Solo acudes tú a tus letanías.
Ni tu antigua juventud sabe ya cómo recogerte el pelo.
Entre tus plegarias has encontrado una mentira
que vive
solo
porque se le pide
que viva.
Pero Dios hace oídos ciegos
y la tristeza no entiende de pastillas.

jueves, 9 de abril de 2020

La memoria en la senectud es un bolso de mujer
que elije de motus propio cuándo darte lo que quiere.
En los suspiros del reloj no se detiene.
Quema como la arena del Magreb.

Los besos que diste ahora son cartas hechas cenizas
que flotan por la inmensidad del mar como la espuma.
En tus huesos quedó el champán y las caricias,
en tus ojos un brillo apagado que dice adiós mientras se esfuma.

De tus laboriosas manos salió el pan que alimentaron a tu rebaño.
Hicieron el viaje de tu vida.
Tus ojeras se forjaron con estaño
para brillarles a otros la salida.

Tus palabras amamantaron tu realidad
Tu piel pasa está más hermosa que nunca,
el resto vive menos si te vas.
En esta realidad,
eres de lo poco que suma.

martes, 7 de abril de 2020

Cuando ríes.

La luna llena cuenta cuentos
que solo los muertos
saben traducir tras tu puerta.
Cuando pasa en tu cama desierta
los sueños te tocan
porque, en realidad, estás despierta.
Vives mil vidas.
En todas eres perfecta.

Cuando caminas con las alas desplegadas,
siempre hay una orquesta
que te espera
a que hagas del todo, la nada.
Una orquesta invisible
que inventa notas con tu nombre.
Y que solo toca por verte.
Pases de día, pases de noche.

Cuando lloras.
Joder, cuando lloras cómo se nubla el día.
Qué angustia, qué desangre de horas
que te cambiaría yo, para que fueran mías.
Y así tú no tuvieses que gastar tus ojos.
Tus insultantes ojos
de belleza y brujería.

Cuando ríes.
Eso es todo, cuando ríes.

¿Cómo no empadronarse uno en tu pelo?
Si el aire que toca se vuelve azafrán,
si la curvatura de tus hombros es el mundo como debería ser,
si por cada beso que das
crece un árbol que dará de comer
a mil pueblos.
¿Cómo no ser parte de tu locura?
Si todos tus pasos suavizan el dolor
y por cada una de tus caricias
hay un corazón
que sana y cura.

¿Cómo olvidarte si una vez perdido en ti
más encontrado está uno?
¿Cómo hacer como si nada?.
Eres la sorpresa y el truco.
Nos queda mirar tras la ventana.
Sonreír.
Bailar contigo hasta el valhalla.


viernes, 3 de abril de 2020

El hombre más triste del mundo y los Everests.

El hombre más triste del mundo
no sabe si te quiere ver
hasta que suena el reloj a en punto
y tu sonrisa hace que le bailen los pies.

Como no te escucha vive confundido
"¿Estará cantando su canción?".
Quiere oírla fundida en un susurro
y que te duermas sobre su corazón.

Se sienta solo en la escalera,
necesita verte correr;
tus pies de nube no suenan
y los abrazos son los de ayer.

Come a la noche solo por castigo,
toma el sol porque le ayuda a creer:
"Muy pronto estará aquí conmigo".
Se ha hecho abonado al club Santa Fe.

Ha aparcado sonreír unos días
Ha perdido 6 kilos en un mes.
Un minuto tuyo vale cien mil vidas
y la suya se ha puesto del revés.

Con su perro cruza miradas,
a la gata la hace rabiar.
Ordena tus juguetes todas las mañanas,
mira tu cuna como si le pudiera calmar.

El hombre más triste del mundo,
te llora pero no hace ruido.
Tacha en su cuaderno los segundos,
como Everests que se han perdido.



jueves, 2 de abril de 2020



Cuando salgo a trabajar
siempre me paro a pensar
en el color de tu falda
y me fumo el amanecer
recordando tu querer.
Hago como que no me haces falta.

Las chicas de ayer pensaron que las quería,
yo juro que lo intenté.
Pero ni yo me lo creía.
Cuando salieron por la puerta
me puse a escribirte.
Huele la pasión cuando está muerta
y no suelo avisar antes de irme.

Algunos viernes por la tarde
me paseo por nuestros lugares
y me miro en el reflejo
de los recuerdos que quedan lejos.
Y me veo lento y perezoso
mirando a otras chicas.
Me quejo de lo que ven mis ojos
pero las manijas están perdidas
y el reloj es rencoroso.

No puedo sanar mis heridas
ni tampoco lo busco.
Hice de mi dolor, lo justo.
Y ahora me perteneces
aunque no colorees mis días.
También aprendí que no es necesario
aunque me falten rosarios
para pedir tu vuelta.
Y mientras que no trepas por la ventana
me pongo yo el disfraz,
me río de las canas
que uso para ligar.

Y tú, cautiva y desarmada,
vives enclaustrada
en una cárcel de lodo.
Que arde cada dos noches
con tus latidos sordos
agarrándose a una plusvalía
qué nunca será tuya.

Miras para otro lado
como si el pasillo
no preguntara extrañado
por mi ausencia.
Y abres al del súper sin mirar por el visillo.
A ver si ha cambiado el tiempo
y soy yo el que sube la merienda.

Pasan las horas
y los dos estamos a solas
por más que estemos acompañados.
Y tus chicos también lo saben.
Pero prefieren estar agazapados,
creen que cambiará el aire.

El viento va a su bola
y cuando el frío aprieta
todo está congelado.
¿Qué te voy a contar que no sepas?
Si sabemos por dónde sangramos.