jueves, 30 de enero de 2020

Qué fácil es escribir sobre ti,
escribirte.
Imaginarte.
Muy sencillo.
Sale solo.
Natural.
Como los buenos estribillos.
No suele ser lo normal.
Pero aquí estoy.
Dejando mi mente en blanco,
que mi corazón escriba
mientras suena una música lejana
que le da un tierno calor marrón
a mi habitación.
Últimamente ando escribiendo mucho,
es tu presencia,
la que nunca se fue
y la que aletea por mi hombro
como un caudal de musas.
Asusta.
Y enamora.
A partes desiguales.
(Suspiro y sonrisa)
Debe de ser la magia que desprendes.
Sí, es eso.
Es tu magia.

Magia
que embriaga
como el mejor de los vinos.
Que relaja
como las buenas conversaciones.
Sonríes al andar como se sonríe de amor tras el primer beso.
Sales a la vida
y ella
te da su toque de varita,
parece que te creó para verse reflejada.
Libre y bella.
No debe de ser legal tener esa cara,
qué quieres que te diga.
Hay miradas que tenían que ser poesía,
y tú las tienes todas.
Las guardo de reojo y las pinto en el cielo de mi alma,
que no es más que un lugar que he creado
para que puedas meterte siempre que tengas frío.
Ahí te estaré esperando.
Para darte todo lo que es mío.

No olvides que eres primavera,
viento de poniente,
un paseo de la mano,
el primer rayo de sol,
luna en cuarto creciente,
un campo de flores,
mil versos,
mi corazón en un puño
y fuego.
Eres mil generaciones en tu piel.
Una cerveza congelada.
Todo miel.
La suerte cogiendo vuelo.
Un río que nace y da vida.
Y por supuesto,
la cosa más linda
y hermosa
que ha visto este mundo.

Y luego estoy yo,
más osado que listo,
que tengo mi pincel y con él te pinto.
Te pinto en palabras
para que las oigas antes de caer dormida.
No es justo que te vayas a dormir
sin que nadie te diga
que das ganas de vivir.
Vales la pena,
siempre.
Y la alegría,
a todas horas.
No lo olvides, morena.
Tuyo es el escenario,
tuya es la obra.



martes, 28 de enero de 2020

Hace ya tiempo
que no creo
que vaya a ser.
Que no me centro
que he olvidado leer.
Y qué sé yo.

Ayer andaba
transpirando alcohol,
hoy la taquicardia
me recuerda tu olor.
No tengo arma para arrestar
a tu compasión.

No sé si sabes cómo te veo.
Pero tu cuello es puro deseo
y en tu clavícula muere la tentación.
Es difícil tener algo más bello
que lo que escondes dentro del pecho.
Pero eso se fue.
Y me he quedado con el susto en el cuerpo
con mil regalos para los sueños
que protagonizabas
mientras yo no sabía qué hacer.
En todos ellos eras paz
y guerra en la cama,
a la vez.
Voz de sirena,
la prisa, los juegos;
siempre mi cena.
Y cada vez que me despertaba
pensaba en ti
como si pudiera atraerte
al recordar tus ojos.
Y a las mañanas un suplicio
y a la noche volvías a mi.
Y en todos ellos me amabas
cómo se aman las cosas
que te hacen feliz.


lunes, 27 de enero de 2020

Cuando más me gustabas
es cuando estabas en pijama.
Desnudarte
era arte
dibujado en la cama.
Y tu risa era mi risa,
y mis ojos se fundían en los tuyos
sin que me lo pidieras.

Cuando más me gustabas
es cuando me entendías.
Cuando con una palabra ya eramos uno.
Apagar la luz era encender el fuego
y las estrellas eran los agujeros de una caja
y tú eras mi cielo.

Cuando más me gustabas
es cuando te enfadabas conmigo.
Y luego me querías.
Como si no hubiese pasado nada.
Acariciar tu espalda...
cuántas noches habría yo dado
por ser uno de tus lunares.

Cuando más me gustabas
es cuando cambiabas de lengua materna.
Como si fueras una menina
nacida en Constantinopla
y tuvieras el corazón dividido
entre Asia y Europa.

Cuando más me gustabas
es cuando se notaba que me querías.
Cuando tus besos eran mis besos.
Y tus manos solo querían abrazar
los huecos a los que no llega mi alma.
Cuando me echabas de menos.
Horrorosamente de menos.
Y yo andaba por el mundo
intentando llenar tu ausencia
con tu recuerdo.

Y ahora que me gustas igual.
Hago lo mismo,
pero con otra gente.
Pero no son tus besos,
ni tu espalda, ni tus "te quiero".
No eres tú queriendo que vaya a verte,
ni esta gente sabe hablar tan bien.
Y no tengo tu pelo, ni tus ojos,
ni tu piel, ni tus manos.
Mis manos, huérfanas de ti;
se cierran en puño cada día.
Y mi corazón se abre
atontado, esperando que aparezcas.
Aunque sea una sola vez.
Aunque sea una última vez.
Un último perdón que me salve
de la gresca.

domingo, 26 de enero de 2020

¿Quieres mi mar?

Yo salía a fumar.
Ella iba a trabajar.
Falda roja, camisa blanca.
"Ojalá se pare a charlar."
¿Cuántas veces he visto el cielo?
Se ha pasado la vida
sin saber que la espero.
La miro desde la ventana,
cómo enamora su pelo.
Se ríe y sonríe,
y habla y juega,
baila.
Me pone el corazón a la altura del suelo.

Calle Preciados con Tetuán,
y tú que alumbras Sol.
Qué de noches oscuras
pescaría yo en tus ojos
si me dejaras un trocito de tu media Luna.
Bueno, mejor dicho, de tu corazón;
que, por cierto,
es de ti lo más valioso.
Está sonando esa canción que tanto te gusta.
Se le nota en la piel que sabe a colores.
Debe ser porcelana bañada en oro y caoba.
Cada uno de tus rizos son dos tentaciones
y en mis manos caben mil mundos
para regalarte caricias
cuando las pidas
y a deshora.

Creo que te vas,
¿mi tiempo ha acabado?
A ver qué hago yo ahora
sin un solo verano.
¿Pero qué ha pasado?
Todo ha cambiado.
Ahora escucho la vida en varios idiomas.
Tus pasos me quitan el hambre y me alocan.
No te olvides de lo que digo,
mola más la vida contigo.
Puede ser que mañana aparezca aquí a esta hora.
Me pelearé con el reloj para que corra.

De imaginar un solo beso
revientan mis espejos.
Y mi corazón
que tenía un controlador aéreo
ha salido corriendo.
Y se pregunta si esto es lo que ahí fuera llaman amor.
Puede que antes no lo haya sentido
y por eso ahora su sístole está desorientado
y su diástole absolutamente descontrolado.
Tú no lo sabes pero te voy a regalar un trozo de mi playa.
Que es mi alma.
No sé si te gustará llevarla encima.
Pero por lo menos me aseguraré así de que nunca te pase nada.
Porque allí, donde tú estés, estará mi mar;
protegiéndote de las rocas.
Llenándote la vida de agua y sal.
Y susurrándote
de noche
por todo el cuerpo
desde los pies hasta la boca
que estoy loco por tus huesos.


miércoles, 22 de enero de 2020

A estas horas
de "desarcángeles" a pie de tierra
valen más los enmascarados "te quiero"
que los antídotos del "sálvese quien pueda".
Mientras estas comillas le dan sentido a todo
mis sueños hincan el codo
y me revelan entre granizos de besos
los versos
que le dedico yo a tu ausencia.

Ha salido ya el sol, hace frío.
Cantan los pájaros, huele a pan tostado
y ha llovido.
Me acuerdo de ti.
Me enciendo un cigarrillo.
¿Estarás pensando en mi?
Tampoco es que sea yo nadie para merecer eso.
Solo pasabas por mi tiempo y paraste mi reloj.
¿Cómo no iba yo a enrollarme en tu pelo?
Me has hecho olvidar mis reglas de mejor postor.

Y ahora
la siesta está de baja
y la fiesta se echa a dormir.
Desde que uso el microscopio
no hay ningún cerrojo
que no se atreva a abrir.
Y en mi piel desnuda ha quedado
un dulce sabor amargo
que puede que mañana se haya ido.
Yo habría separado los mares,
"Serás feliz conmigo".

martes, 21 de enero de 2020

No me ando por las ramas,
prefiero agarrarme a ti.
A tu voz lejana
a tu día a día.
A mis ganas de tocarte.
Prefiero dormirme contigo
dos veces por semana.
Antes que perderte entre mis recuerdos.


martes, 14 de enero de 2020

Eres una idea de color en la mente.
Un diccionario.
Una mirada furtiva.
La unión de dos orillas.
Uno de los siete pecados,
tatuado en mis costillas.
Dos tazas de té,
una noche en vela.
Hacer noche en cualquier tren.
Sentirse libre
y sin condena.

La naturaleza pidió permiso al mar
antes de hacerte.
Le dejó al sol la capacidad de rezar,
no fuera a perderse
al verte.
La luna se da la vuelta una vez al mes.
Se muere de envidia.
Y los hombres pedimos tablas al ajedrez,
no vayamos a perder
un segundo
de tu sonrisa.

Y a mi, a mi,
me gusta la sombra de tu reflejo,
la imaginación hecha perfume.
Cómo te reflejas en los espejos,
cuando bajas y cuando subes.
Los caracoles que haría yo en tu pelo.
Tus manías y miedos,
gustos, sombras, bromas,
cómo andas, hablas, tus luces.
Todo se une en mi cabeza,
todo reluce.
Y en un rincón de mi certeza
me estás pidiendo la hora.
Y yo te regalo el tiempo
de mi alma,
a solas.

lunes, 13 de enero de 2020

Cierro los ojos y la veo bailar,
la miro bailar.
En mi mente se toma una cerveza,
menea la cabeza,
y parece que no va a parar.
Mueve las caderas como un ave en libertad
y el bar empieza a enloquecer.
Lo que nadie sabe es que yo no puedo respirar
más que nada
porque la conozco demasiado bien.
A ver cómo hago para poderla besar,
a ver si me mira otra vez.
Aunque sea de reojo...

No sé si te has dado cuenta
pero no paro de sonreír.
No puedo negar que me encanta
lo que me falta de ti.
Nado entre las nubes desde que eres mi desliz,
da igual la hora que sea
no me pienso ir.


Ha volado el tiempo y es la hora del café,
creía que había vuelto a perder.
Pero el azar a veces no se cansa de jugar
se lo monta bastante bien.
Has aparecido despeinada,
soñando a carcajadas.
¿Cómo me lo iba a creer?
"Perdona, ¿tienes fuego?"
Una sonrisa,
dos mil risas,
verte de nuevo.
Y me empiezo a preguntar
a ver dónde me puedo meter.
Y yo qué creía que en esta fiesta
no había nada que hacer.
"Está amaneciendo me conformo con que podamos pasear."
"Mira chico no me vayas a marear",
"No te preocupes, eso no se me da bien".


Cierro los ojos y la recuerdo caminar,
la sueño caminar.
Esos ojos no se olvidan ni con setenta y dos meses de más,
ni con tres años de menos.
En su piel nace un sol cada mañana
y es verano hasta en invierno.
Hace hasta de lo malo,
lo bonito.
Y de lo más complicado,
lo más sencillo.
Por eso me quedo en estos sueños
para sentirla aquí conmigo.




viernes, 10 de enero de 2020

Chiquita de la cuarta fila
cuéntame sobre tu libertad,
que a medias por las falsas pesadillas
te inventas nuevas reglas
para escapar.

Si quieres te presento al viejo
que creció en mi mocedad,
pero sabe menos cuentos
de los que yo quisiera
y puede que te intente besar.

"Agárrate de quién te quiera,
si te mueres que sea por amor.
Cuando yo cumplí tu edad,
ya era mayor".
Y ahora es tiempo de que juegues,
de supurar alcohol.

Así que escucha la radio,
sal, ríe a carcajadas,
olvida la televisión,
viaja,
miéntete un poco.
Piérdete por tus rincones
y sigue bostezando al alba.
Vuelve a alguien loco.
No salgas de la cama.
Deja algún corazón roto.


jueves, 9 de enero de 2020

Es un canto de Luna
nadando en la arena del desierto.
Y entre las olas de su piel morena
se dibuja un pecado
que me quita el aliento
y me anticipa la primavera.

Cientos de espirales bajan por sus ideas.
Y bailan con sus hombros
con paz.
Mientras preguntan por su espalda
cómo si de mis dedos se tratase.
Ella, llevarse a la boca el pan.
Yo, el hambre que te ciega.

Corta la madrugada con sus labios
dándole brillo al viento con su voz.
Qué más quisiera tocar sus mejillas,
besar su cuello.
Pero hay sueños que hay que descansar.
Y piernas demasiado cerca del cielo.

Me ahogo, estoy nervioso,
vivo y me niego a la defensiva.
Me imagino con ella.
"Te cambio lo que tengo
por lo que tendré."
"Si me dejas, claro,
entrar en tu vida."

Y entre estos versos, su cara
sonriendo.
Y sus manos, su juego,
su cintura, las risas.
Mi corazón que no para.
Este despertar que no termina.
Esta tinta mirándome a los ojos.
Las curvas de su pecho.
Este teléfono que habla con la imaginación.
Este sueño que se aviva.
Los días que pasaría yo en su pelo.
Las noches que perdería.

domingo, 5 de enero de 2020

Eras tú.

Soy el cuchillo y el costado,
los cuatro segundos de duda,
el grito, el dolor,
la canción que me destroza.
Soy la ceniza del cigarro,
mi alma pidiendo ayuda,
mis ojos cambiando de bando,
una seta en una carroza.

Tengo un agujero
que se alimenta por mi pecho
y profundiza por la espalda
donde quepo yo
donde cabes tú
y mi playa.
Y en él se cae mi alma
mi suero, mi voz.
Y nacen niños ciegos por la mañana
que ven la luz si beben alcohol.

No soy estos versos de verdad desnuda,
ni esta sal en mis mejillas.
No soy tu recuerdo
ni mis penas ni mis miedos.
Sí estoy hecho de tus besos
aunque eso ahora
ni pincha ni corta
y, además, parece un sueño.

Ya ni sé cuando era yo.
Ni mis manos tocan como tocaban.
No sé cuándo estuve feliz la última vez.
Aunque si sé que por aquel entonces nos ocupábamos del mar.
Y no nos daba miedo viajar a lo desconocido.
No puedo ponerle fecha a la última vez que hice el amor,
aunque sí sé que fue la última vez que el amor me visitó.
No sé en qué callejón estoy,
sí sé dónde quise estar.
Y sí, sí sé dónde me perdí.
No sé dónde estaba la última vez que me sentí cómo en casa,
pero allá donde fuera
eras tú.

Y ahora no tengo techo
y mis pies vagan descalzos por mi incendio.
Y con las manos desoladas
en silencio
recojo los restos del naufragio.
Haciendo de tripas corazón
y dejándote libre
con más pena que otra cosa.
Para que así vivas lo que soñaste
y yo, al menos, pueda verte bailar
entre los barrotes
qué mis propios demonios crearon.

No hay dolor más insoportable
que tener que obligarme
a olvidarte.
Obligarme a conseguir que seas nadie.
No sé escribir estos versos.
Solo me sale algo si te pienso.
Y eso, claro,
poco ayuda.
No pude entonces.
No puedo ahora.
Ya para la eternidad.


jueves, 2 de enero de 2020

22/12/2019

Hoy te nombro bajito
que para las pocas veces que escribo
cuando te tengo al lado
prefiero no despertarte.
Tu pecho se balancea suavemente
y tus manos calientes
se posan sobre la mía.
Cuando te despiertes voy a besarte.
Sí, otra vez.
No vaya a ser
que se le olvide a mi luna
cómo sabía el cielo.

Disculpa.

Sabes a tierra, agua, sal, olivos.
A noches candentes de pasión
enroscadas en el firmamento.
Y créeme,
a lo que más sabes es a renacimiento.
A alegría, luz, música.
Eres la mirada infinita de un niño
enfrascada en tu sonrisa,
y en la suya.
Eso eres.

Ahora, has cruzado tu pierna sobre la mía.
Te he tapado.
Has balbuceado,
así debe de sonar la vida al principio.