viernes, 29 de agosto de 2014

Los días que yo cuento
son los días que no existen.
Nacen y se van
sin llegar, sin preguntar.
Ni se arreglan ni se visten.
Los días que yo cuento
están muertos.

Los días que vienen,
me distraen, me ausentan.
Se van y se asientan
en mis venas marchitas.
No me complacen, no me entretienen.
Se hacen y hieren.
Mis pies, el tren y la vía.

Los días que han pasado
están guardados
en el cajón de mis decepciones.
Bajo llave, en lo profundo de mi alma
y ausente de emociones.
Caigo en la trampa,
hora a hora,
de soñarte entre mis sábanas;
eres mi mayor secreto de alcoba.

Los días que pasarán
son cuchillos que vuelan,
cicatrices que se abren sin preguntar,
o gritos que suenan,
sin que nadie los oiga.
Como la cigüeña en la mar.



               "Que todas tus noches, sean noches de boda. Que todas tus lunas sean lunas de miel." Sabina en el corazón, dijo un gaditano caminito del tranvía. Un gaditano que mira hacia atrás y sueña. Sueña con que todo lo vivido es soñado; que se imagina un mundo donde todo lo real es mentira y que se ilusiona con lo que está dos metros más hacia delante. Ojalá nunca te den la razón los espejos y que todas las mentiras te parezcan mentiras. Ojalá vivas la vida que amas, que no te queme el tiempo. Qué más quisiera yo que fueses feliz allá donde vayas. Que nadie pierda ni un segundo en llamarte cuando te sienta, que bien sé yo que son segundos perdidos. Que los coches te iluminen cuando estés a oscuras, que las manos no te tiemblen cuando venga el frío; ojalá sepas andar cuando te falten las ganas. Que nunca te sientas sola entre el gentío; que bien sé yo que más vales tú que cualquier problema que te llegue.

domingo, 24 de agosto de 2014

              No os mentiré. No vine aquí para eso. Os voy a contar qué llevo dentro, aquí, en el pecho. Es grande, no lo olviden; pero sobre todo no se despisten, ya que lo que les voy a contar no tiene mucho sentido. 

            No tengo nombre, lo perdí mientras vivía. No recuerdo cuando nací, ni sé en qué momento; exactamente, entré en coma. Todo está oscuro, solo siento. Sentir es la antesala al sinsentido, es decir, no queramos vivir la vida con cabeza y corazón, no se puede. Esto, chicos, es una contraposición constante; una guerra que nadie gana y todos perdemos. Desde el principio hasta el fin, todo lo que vivas, es para nada... Desde el principio hasta el fin es para todo. 

               Cada uno le da una temporalidad a las cosas que le ocurren; vosotros, aún jóvenes, no lo entendéis pero conforme vayan pasando los años os daréis cuenta que, a veces, uno nace y muere varias veces en la vida. Esto no es malo, siempre y cuando mueras y resucites. Yo, soy un caso especial ya que recuerdo perfectamente como nací. No físicamente, claro está; de eso solo recuerdo el día... Y por repetición. Curiosamente sí recuerdo mi "primer" nacimiento; y si lo recuerdo es, precisamente, porque no he salido de la agonía de esa "vida". 

                      Y no me siento mal. Porque convivo con ello. He conseguido dormir una necesidad. Nací con su primera mirada; ni siquiera hubieron palabras y yo ya caí. Uno no se lleva lo que se merece, no es lo normal, por eso a estas alturas no me flagelo. En mi corazón no cabe sitio para nadie más y ni siquiera tuvo que cogerme de la mano para convencerme. Eso no lo tendrá de nadie, pero no es mi juego. Llegado a un determinado momento uno decide entre olvidar o sobrevivir. Yo, ingenuo soy, decidí no hacer nada de ello. Cogí todo mi amor y en vez de tirarlo al olvido, lo metí en mi maleta y lo llevo conmigo a rastras. ¿Quizás para devolvérselo alguna vez? Quién sabe; solo sé que mientras intentaba exterminarlo me mataba a mi. Sigo aquí, con mi maleta llena de escombros; mirando al infinito. Y me siento bien. Sigo viviendo, queriéndola, paralelamente.

                     Además, de vez en cuando, me siento delante de un papel y le escribo sonetos; a ver si con un poquito de suerte alguna noche, el azar, le regala alguno en forma de sueño. Y no es ganas de torturarse porque no sufro, ni estamos hablando de autocompasión. ¿Saben por qué lo hago? Lo hago porque sentarme en mi silla, noche a noche, a escribir, sobre ella y sus virtudes, me hace estar cada día, durante unos minutos, a su lado. Porque durante ese tiempo, cierro mi cabeza y mis ventanas, abro mis manos, dejo la llave en la maceta, digo lo que siento y ella aparece en forma de musa por la puerta. Me inspira y la veo. A veces, la toco. Es la única forma de seguir, un poquito, a su lado; es la única forma que tengo, al menos, de seguir un poco cuerdo. He corrido, estudiado, besado, llorado, comido, dormido, peleado y todo lo que se puede hacer en esta vida; y siempre con un factor común: mientras, la quería. 

                       En esta vida uno puede pelearse con la realidad o aceptarla y vivir a su lado. Yo dí la pelea por perdida. Estaba perdida de entraada. Así que decidí unirme a ella, dejar que me envenenara y buscar un antídoto lo más pronto posible. Y ahora, cada noche, antes de dormir me acuesto entre estas sábanas; mirando a mi ventana cerrada por la persiana. Pronto, esa persiana, no estará; al igual que otras muchas que estuvieron y se fueron dando patadas a la razón. El amanecer viene de camino, tras mis pies. ¿Con otra vida? No lo sé, solo puedo decir que ya hasta le estoy cogiendo el gusto a estar metido en esta. Quien me quiera resucitar me va a tener que matar de esta y convencerme. Me quedo en mi calma maldita, con mis ojos de gata. Aunque no me miren, aunque tengan otro punto de vista más allá de mis sentimientos.

jueves, 21 de agosto de 2014

              El castaño trascendía de su iris, se subía a su pelo y se expandía por sus cejas. Las gafas, cuando las lleva, les hacen unos ojos tan profundos como si de un mar sin sal se tratase. Su voz es tibia, está a dos metros por debajo del suelo; en ocasiones quebrantea, te llama sin quererlo. Te mira y se ríe, te entiende, la entiendo; es especial, siempre lo fue aunque yo no quisiese que lo fuera. Por sus hombros me deslizo como si nada, como si siempre hubiese estado allí. No quiere bailarme, pero me baila. Siempre dice primero que no, siempre acaba diciendo que sí. Te desquicia, te saca de tus papeles, te regala el cielo. Siempre es así. Y baila, y bien que baila. Lo baila todo, desde niña. Y cómo lo baila. No deja que tu corazón pare y hace que lata a su ritmo. Su cintura, una locura. Sus manos, te dibujan. Te van llamando, te apuntan, te piden que vayas... Y vas, y bien que vas. No te queda otra, o vas o te vas; y uno siempre va. Porque le gusta ir, porque sería insano no acudir a esa llamada. Sería pecado venial no comérsela, sería pecado mortal no querer repetir después de probar la fruta prohibida.

               Y uno entonces no quiere pensar... Porque si piensa se desvanece el ahora, y el ahora es perfecto. Nuestro ahora no tiene imitación ni limitación. No ha tenido nunca mayor sin vergüenza delante, nunca tuve mayor inocencia dependiendo de mi. Y reíamos, no veas si reíamos. Parecía que no iba con nosotros pero iba, y bien que iba. Nos hacíamos los tontos "antes de...", nos hicimos los listos después. Las piernas se movían, me agarrabas, nadie quería irse. Ni los rayos de luz de mi cuarto querían dejar de iluminarnos, nadie quería descansar.

               Hoy sigue siendo hoy; pero ya no estás aquí. Estarás mañana, pero no ahora, y eso me enerva. Desearía que estuviese aquí, en este preciso instante. Para así recordarte todo lo que te conté esta noche, para que antes de dormir no te olvides, para que sueñes conmigo.

martes, 19 de agosto de 2014

Puedo imaginar las mejores palabras a mi al rededor; entrando y saliendo, como el aire viaja por el mar. Puedo soñar que vuelvo a nacer, que mis errores son mentira y que todo lo que amo es, realmente, mío. Puedo escribir lo que siento, quemar lo que fumo o hablar de mis miedos.
Puedo viajar entre mis deseos, soñar entre mis sueños y nadar entre el gentío.
Puedo fingir que no leo mientras sí lo hago, engañarme mientras te engaño.
Puedo hacer como que estás, aunque no te encuentre.
Puedo mirar hacia atrás, rejuvenecerme conforme pase cada año.
Puedo jugar a que no me escueces.
Puedo inventarme un mundo donde no existes, donde no existo, donde solo queda el rastro de lo que fuimos.
Y si quieres (quiero) puedo irme, para no volver. Irme a tu olvido; contigo de la mano, ya, en el mío, tienes un sitio reservado. Tú pediste un sitio allí.
Y sí, puedo, puedo denegar tu reserva; quemar mis naves y huir a donde nos lleve el corazón.
Y sí, sí que puedo desterrar mis penas; avanzar, contigo, caminar por la arena, aunque haga frío y el mar corte con sus olas de terciopelo.
Puedo, puedo enderezar este barco; aunque no le quede dirección ni timón que le mande hacia donde deba; puedo, puedo y puedo.
Puedo hacer muchas cosas que no sabía que podía hacer.
No puedo hacer aquello que quería.
Se pasó.
Como siempre.
Su tiempo.
En el infinito de la vida solo una razón marca el significado de todo: aquella que tú le das, al igual que el músico decide la alegría o tristeza que le da a su canción, su creación.

lunes, 11 de agosto de 2014

            No era rubia y jamás le brilló el pelo más allá del profundo negro. Siempre sonreía; era un tornado, daba igual el tiempo y las horas, me llevaba por delante. Tenía esa facilidad (que solo tienen las personas que están tocadas por la magia) para hacerme decir lo que ella quería oír. Juro que no era que fuese tonto, al menos no me considero así, pero es mi tentación y, ante las tentaciones ya sabéis, poco se puede hacer. Blancas mejillas; morenas, quizás, en verano. Pecas y lunares en cada centímetro de su piel, cada uno de ellos colocados estratégicamente, como si se tratase de un cuadro, como si ella se hubiese hecho así misma para desquiciarme. 

               De la locura aprendemos que, en ocasiones, no viene del todo mal.

sábado, 9 de agosto de 2014

Eres una llaga en el corazón.
La nota más aguda de los silbidos;
cuando a vuelta de correo
mandas mis cartas al olvido.

Tú, la representación
del inicio
de mi cambio de sentido
de mi vuelta y rodeo.

Tú, a quien aún no veo;
eres juez y parte de mis vicios.
Tú, que me mataste desde el principio.


Apareces en mis sueños,
eres mi castigo.
Llegas y sonríes;
mi placer prohibido.
Ese que muere, ese en el que muero.
Cuando al despertar,
desapareces conmigo.

miércoles, 6 de agosto de 2014


                Aquí nadie gana. Ni el que está ni el que llega. Solo se está donde no se está; aquí, donde nadie queda. Tal vez cerca de mi, donde nace mi realidad verdadera. Aquí estoy, donde quema la arena; donde de verdad no soy, donde sólo de mi algo suena.

                De momento aquí me quedo; solo, con mi alma llena. Aquí donde nace mi canción, donde no laten mis venas. Aquí, en mi subsuelo y aquí fuera. En mi amor y en mi pena.
                
                 Es mi desierto, no llueve y tampoco me gusta el olor de las mangueras. No son las nubes las que mueren sino mi tiempo que ya vuela. Él, ni salta ni se adormece, ni se esconde ni mata. Solo me busca; aquí, donde mi yo no espera.

martes, 5 de agosto de 2014

Camina, camina, camina.
Andan tus manos en lo profundo
de las mías.
Respira, respira, respira
Y desafía a la agonía
de este mundo.

Por si te pierdes, por si me pierdo;
no me busques donde no me encuentro.
Por si vienes, por si vas,
mira siempre un poco más lejos.
que yo, hasta tus ojos, no conocí la mar.