domingo, 28 de abril de 2013


              Eufóricos latidos en las canciones de cuna de mi vejez. Sonetos hechos acordes que vigilan las entradas de mis oídos. Con eso me atrevo a respirar, con eso me quedo a la mitad. A la mitad de las noches en vela que tengo y que tendré. Con un poco más me duermo y si me quitas una parte me despierto para cantar al alba las mil y una noches que acabé por perseguir bajo dunas de papel. Cambio risas por ataques de tos; de esos que nacen del centro de la cama, de los que te dejan sin respiración como si estuvieras en plena maratón hacia el viento; de esos que te arrebatan el alma.

             Casi llego al momento esperado, ese con el que sueñan los amantes de las lunas del placer; estuve a medio suspiro entre el infierno y el cielo y sin embargo quedé sumergido en el insólito universo del limbo. Casi me vi desesperado cuando vi pasar delante de mis ojos el tren del desatino; casi, casi, casi… Y digo casi porque vi que estaba en llamas; flores en un sinfín de desgañitados gritos hacia el horizonte, sin alegría ni vida mía que pudiera alegrarme los despertares.

             Hoy renazco una vez más para cambiar las migas del querer. Hoy me caigo del cielo para sumergirme en la pasión del que no se espera nada. Hoy tengo la suerte de que todo lo que tengo, lo quiero. Hoy puedo levantar la mirada y saber que no hay nada que me pueda hacer caer en el camino. Hoy soy yo, más yo que nunca. Hoy tengo más ganas de vivir que el que no ha nacido. Hoy, me despido, como más de una vez he escuchado ya, porque me quedo.


viernes, 26 de abril de 2013


                       Pienso que cuando dos personas coinciden en sentimientos no hay quimeras de amor que puedan con ellos, quizás sean los hechos, el caos y el vaivén del tiempo lo que hace ir erosionando los sentimientos y a las personas. Es difícil entrar en el corazón de cada cual y entender lo que otros ni si quiera saben explicar pero no es difícil entrar en el corazón de uno mismo; allí, donde las rarezas más grandes son verdades y donde el Sol se nubla ante los ojos de cualquiera, sólo nosotros somos capaces de entender lo que nuestro corazón, con cada latido, nos intenta decir. Terceras personas son terceros errores, ya que en una ecuación donde solo caben dos, siempre, una parte más, acaba destrozando el resto.
                     Quizás el problema es que nosotros, los humanos, en nuestra inmensa mayoría, no hemos aprendido a amar. Amar no es sexo, no es cariño, no son  ilusiones, ni si quiera son los sentimientos. Amor es todo esto unido, y mucho más; el problema es que tendemos a focalizar el amor en un apartado de nuestra vida. Groso error ya que ¿si el corazón solo atiende a sus razones, cómo va a atender a las que nosotros nos creamos? Mi consejo; amen, amen con el alma, sueñen con amor y amen soñando.

jueves, 25 de abril de 2013


                Escribo más allá del alma, donde se cuecen las nubes. En lugar donde no lucen las espadas. Camino sobre campos de sal que me envenenan los ojos, fluyo como si nacieran rastrojos de vida a mi alrededor. A veces giro inesperadamente para darle la vuelta a la situación. Otras veces sencillamente me dejo llevar por el río que emana de mis pensamientos, para poder ver si paso a paso, arrepentimiento a arrepentimiento, me entero de una cuarta parte de lo que ocurre aquí.
                Es un lugar extraño, nacen claveles del viento y mueren los árboles si mis suspiros llevan espinas. “Camina, camina” parece que rezan los animales que me apuntan con sus miradas. No entiendo nada, parece que los edificios van escalando en una trenza de azahar. Toco la poesía como si fuera el cuerpo de mis sueños. Pero es confuso. A veces noto que es ella la que me toca a mí. Más raro es cuando me caigo; tengo la sensación de una caída libre y a la vez la intranquilidad tranquila de la nada, esa que solo te puede dar un zulo. Parece que voy solo, como si no hubiera mundo y entonces me vuelvo mudo cuando veo que estoy rodeado de gente; sí gente. Gente que camina como si el mundo no les mirara.
                Es un hormigueo. Un constante pasatiempo inquieto que se afila en los tenores de mi garganta intentando explicarme que no son los corazones los que dictan sentencia. Mera apariencia pienso. Entonces pienso y opino y creo. Entonces me quedo quieto. Entonces salgo del sin fin de desvaríos de mi cabeza y me centro. Me paro y respiro. Sigo calada a calada apagando el humo de la calle; matando mi cuerpo, salvándome a mi. Contando las señales que nacen de las bocacalles de la ciudad. Cocinando los sentimientos, corriendo a través de los ojos, añadiéndole azúcar al mar, esquivando las rosas que me caen del cielo.

Yo he coleccionado de todo.
Coleccioné risas que sabían a mar,
amigos que pasaron sin parar,
azules grillos en mis bolsillos.
Llegué a coleccionar vicios que eran como el lodo.

Hace tiempo ya que aprendí
que hay ciertos desniveles en el cielo.
Que todo lo que he cogido
al final del camino
da igual que lo hubiese agarrado al vuelo.

También coleccioné gritos sin espanto,
agujeros negros en el alma
que solo se cosían
cada vez que aprendía
que no hay Dios que pueda con lo que desean las damas.

No tuve más remedio que aprender a ser un gato,
sin tierra ni madre
que me desate de lo que soy.
Qué más remedio que coleccionar amigos de sangre.
¡Qué remedio ser lo que somos!
Coleccionando personas,
forjadas en plomo.


También coleccioné experiencias triviales,
sueños que se fueron
y sueños que llegaron.
Acabé coleccionando festivales
en el corazón,
de esos que se afianzaron.
De esos que se quedaron.
Terminé por agarrar del pelo a la pasión.

jueves, 18 de abril de 2013


Me dan asco los romances que no son verdad, las espinas con sal, las bocas hambrientas sin besos que llevarse al paladar. Me dan miedo las mentiras piadosas, los raquetazos sin pelota; me asusta navegar cuando no es el viento quien maneja, no consigo dormir sin que nadie me mezca. 

           Me inquieto cuando no veo razón ni pensión en los corazones, cuando el cielo más gris que azul te recuerda que hay días que no sale el Sol. Me cabrean los matrimonios de conveniencia, las falsedades enlatadas al vacío. Me desplomo cuando son los aviones los que llegan más altos que las esperanzas. No me siento si me engañan, si me asustan, si juegan conmigo.

No respiro cuando aprietan los rayos del desconsuelo, cuando todo gira en torno a un quiero y no puedo; no me desmayo cuando me hace falta, sólo me oprimo cuando todo sobra, cuando hasta el todo estafa.

martes, 16 de abril de 2013


            En mi cuaderno tengo un par de rimas, siete miradas indiscretas y algún que otro canto al desasosiego. En mi cuaderno; allí donde se cuece y nace mi alma, brilla más el Sol que en cualquier parte del planeta. Cuando me sumerjo en él me encuentro a mí mismo, sin cadenas. Cuando llega el momento suspiro indiscretamente, me abro las espinas para calentar el corazón y me zambullo en el mar de mis sentimientos; como si de una buena tarde de verano se tratara. En él salgo, corro y conozco nuevas partes de mí. Él es el sustento; el hilo que hace que todo lo que sale de mi mente cobre un sentido estable, en papel.
            El idilio entre mi bolígrafo y yo es innato. Siento cada giro de mi mano como si cada sentimiento fluyera con ella, como si cada palabra que hago nacer fuera, en realidad, una creación mía. Es difícil de explicar cuando el simple hecho de escribir te llena, te abstrae del mundo y, lo más importante, te hace sentir útil. Útil, a veces, contigo mismo ya que, en más de una ocasión, me he dado la respuesta a un teorema a base de palabras cogidas al vuelo.
            Cuanto más crezco, (dentro de mi, evidentemente, corta edad) soy más consciente de que mi mundo, el natural, no es más que la plasmación en realidad de lo que vivo yo, o cualquier persona, con el papel. Por suerte o por desgracia, todos vivimos encuadernados, dentro de unas bases físicas heredaras por el azar y que, en apariencia, no nos permite hacer más de lo que se nos dice. Algunos se encuadernan en dramas, otros en el amor, algunos en la vida laboral y otros simplemente se conforman y ni piensan en qué o para qué viven. A veces todo parece perdido; totalmente establecido en base a un camino elegido más allá de lo que podamos o no hacer, podamos o no querer. Pero, al igual que mi cuaderno, sí que podemos coger la realidad y cambiarla; al igual que un simple cuaderno de matemáticas se puede convertir en el mundo de mis emociones.
La clave es muy simple. No es el cuaderno el que determina al que escribe en él. Es el trazado de la tinta perteneciente a la línea de nuestra vida (esa que nosotros pintamos) lo que le da el valor al cuaderno.

lunes, 15 de abril de 2013

‎"¡Qué injusticia!" Le clamamos al cielo cada vez que ocurre algo que entendemos que no nos merecemos. ¡Y qué horror/error tan grande! Siempre nos criamos bajo la manta del "busca lo que te mereces en la vida". Pero, ¿qué es esto? ¿cómo nos puede hablar de justicia una sociedad que sabe que al otro lado del mundo hay miseria? Ojalá existiera justicia; ¿cuántos niños estarían hoy con nosotros? ¿Cuántas personas comerían caliente, vestirían ropa e irían a aprender a una escuela? 
Lo justo y lo injusto es un producto de la mente humana; la naturaleza no juega a este juego tan idílico que pensamos que existe. Unos nacen y otros mueren, y de mientras el león se preocupa de cazar una cebra. Y esta es la realidad; nada de lo que ocurre, absolutamente nada es justo o injusto, simplemente es. Quizás, quizás, deberíamos de enseñarles a todos los niños del mundo que en esta vida no hay que buscar la justicia, sino el ser justos con nosotros mismos, que son cosas completamente distintas.


Hay que cansarse, correr, viajar y volar.
Hay que ser y no ser, creer y no creer, pero sobretodo hay que soñar.
Si se puede nos adelantamos al tiempo,
y si no se puede jugamos con él.
Si creemos en la esperanza que sea sin atascos,
aprovechando el viento,
quemando las calles en vez del papel.

Si vives busca abrazos,
sin mal ni bien;
que te llenen el alma o, por lo menos, que sepan a miel.
Si avanzas o retrocedes, si huyes o te asientas,
da igual el principio o el fin,
lo importante no es cómo comienzas,
lo que de verdad vale es ser feliz.

¿Qué más da la mar?
Si el viento sigue moviendo las olas.
Yo sólo sé soñar.
Cómo si mi vida fuera el Rock and Rol de los Idiotas.

Me senté en la estación con mi guitarra, mis gafas Ray-Ban y un par de despojos que me salían del cielo de la boca. Tostada en mesa y mirada al aire. 
Mirada tan suspendida que me percaté de un joven de unos 30 años, la edad de mi hermano quizás.
Iba de silla en silla, disimulando, buscando un despojo pero que, en su caso, llevarse a la boca. Me quedé en blanco, sentí tanta pena que hasta le dejé lo que me quedaba de tostada, al fin y al cabo lo que a él le faltaba a mi me sobraba en demasía. 
Entonces comprendí lo grande que es el mundo y la incoherencia que hay en él; lo que para unos es tener el agua al cuello, para otros no sería ni el comenzar a contar la historia de sus vidas.
Desde ahí, mi amada guitarra, mis Ray-Ban negras y hasta mis pesadillas se habían convertido en meras actrices secundarias.

Toda persona lleva un distintivo, un algo, un "no se qué" que nos marca como lo que somos; sin tapujos. Ese dato abstracto que corresponde a cada cual y que jamás en la historia se repitió, es lo que tenemos que defender hasta el último momento de nuestra existencia; no podemos olvidarnos de quienes somos, de cómo somos y de qué queremos ser. El contexto es mera apariencia pero no podemos olvidar que vivimos en el contexto y que él, nos guste o no, es al final lo que puede acabar cambiando ese interior nuestro. Hay que vivir con él y amarlo en cierta forma; pero no podemos vivir por él.
 
               Nuestro interior es lo que nos hace ser lo que somos. No dejen que el contexto les modifique porque entonces te diluirás en un sin fin de axiomas sociales sin sentido que, respeten mi opinión, son una mierda.

               Si hay una frase de Serrat que llevo por bandera es aquella que dice "que nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio". Y bien cierto que es. Sólo nos queda acatar la verdad. Pero ojo, no abusen de ella; que aquí lo que verdaderamente vale es lo que somos, no lo que el mundo constantemente quiere que seamos.

La Barrosa




Hoy volví a la playa q me vio crecer; hacía mil que no iba por esos lares, de buena manera, y que sumo error. Es una maravilla, a la vista te la hace florecer y el aire te refresca el alma. Además la arena fina se cuela entre los dedos como la buena música por el oído. El mar siempre de fondo, gritando en silencio, como si cada ola fuera un ataque de risa. Te coge y te suelta, te atrapa; como si no tuviera otra cosa que hacer que observar como tú la miras. Tan bella y pura, tan joven y vieja. Única.