lunes, 31 de marzo de 2014

Será tu pelo,
serán tus piernas,
cerradas o abiertas,
será tu cielo.
Serán tus ojos,
enormes, ardientes, de seda.
Serás mi antojo,
será tu piel.
Será nuestro ayer.
Será tu risa,
mi prisa,
tu ser.
Serán tus besos,
serán tus caricias.
Será que estoy preso.

Será que me hacías reír.
Será que volaba...
será que eras mi desliz...
Será que te amaba.
Será que fui.
Serán tus dedos.
Será que sufrí.
Será mi anhelo.
Será la playa.
Será mi recuerdo.
¿Dónde está la raya,
entre lo vivo y lo muerto,
cuando del corazón se trata?

Será que se fue...
El tiempo; de las manos.
Hablamos del "¿qué fue?".
Será que era temprano.
Será que ya no es.
Será el viento,
será el aliento,
que perdió su fe.
Será que ya no es.
Será que ya no es.


viernes, 28 de marzo de 2014

Hoy cometo un marrón,
me lanzo en picado,
atravieso el vagón,
me hago un liado.
Miro a la rubia,
"¿De dónde sales?"
Que los pies no resbalen
que han dado lluvia.
"Date prisa con la falda"
"No me seas precoz"
"Tú tranquila joven Mafalda,
no cometeré ese error."

Me bajo en la siguiente estación.
Mierda, me dejé el reloj.
Otra vez que pierdo el tiempo
por no estar atento.
Por jugarme la boca,
por desaprender a amar
con otra que se equivoca
volviéndome a llamar.
Por falta de pruebas
salgo ileso de tu juicio.
Por falta de alas
me estampo en el precipicio.
Del santo matrimonio
salgo huyendo.
No me jodas con tus dividendos
que eso es cosa del demonio,

A los veinte me reinvento.
Me quedo con los whiskeys on the rocks.
Me hago el atento, miento,
no me juego el corazón.
A estas alturas he perdido el viento,
el tiempo y la razón.
Me divierto más con los besos sin amor
que con los grilletes del corazón.
Prefiero a las morenas sin nombre,
las disfrazadas,
prefiero a la pelirroja que tenía hombre,
a la rubia que jugó en el tren,
a la indignada,
a la que le di una falsa fe.
Me invento como será la despedida,
me hago el tonto con un traspiés.
Tengo una doble vida.

jueves, 27 de marzo de 2014

         Lo mejor del tiempo es cómo nos moldea. Es increíble ver cómo es él el que se encarga de diferenciar a la gente de las personas. Cada segundo que pasa es un instante menos que nos queda pare ver a Dios. Es una fracción más de sí mismo que se nos arrebata de entre los dedos de una forma casi cruel ya que no hay forma de evitarlo. Pienso en la gente que he tenido y la que se ha ido a lo largo de mi vida. Desde la primera gran pérdida hasta la última. Es increíble. Párense un momento a analizarse, a analizarles. Hayan sido importantes o fugaces: valen lo mismo. Uno acaba dándose cuenta que no le duele absolutamente nadie, que no les debes más o menos recuerdos por más o menos tiempo vivido. Que los que duelen son los que están y que los que se han ido son parte de un ayer que ya está muerto y enterrado. No sé si será frialdad o pasotismo; lo que sé es lo que hay. Y lo que hay es que las personas no se van ya que si se van no son personas para ti. Cualquier "gente", cualquiera de ellos por muchos que se crean son parte del olvido. No son nada. Los que se van, fuera cuales fuera el trayecto que siguieron contigo, son todos iguales, innecesarios y estériles sentimentalmente hablando. No se atrevieron a seguir tu camino. Pero ojo, no por eso son peores personas. Simplemente han perdido la oportunidad de seguir contigo. De llevarse esa parte de la vida, que eres tú, a la tumba. Yo, en parte, también soy gente para otros, también me pierdo a otros y me convierto en un recuerdo innecesario para aquellos que ya me olvidan; al fin y al cabo no he seguido el camino de todos los que han pasado por mi lado. Al fin y al cabo somos eso, parte de un ensayo y error constante, de positivos y negativos cuyo resultado final acaba desembocando en nuestras vidas; en lo que significamos.
 
          Para mi es esencial elegir a quién seguir. Pero más importante es saber elegir quién quieres que te siga. Puede parecer recíproco pero no lo es. Hay falsos amigos, falsos amores, falsos convenios de amistad-placer que te pueden querer de forma temporal. Hay que identificarles y lo más importante; voltear la situación. Es decir, aprovecharte tú de ellos también. No suelo serlo, pero a veces en esto de las relaciones hay que ser un tanto animal. Hay que mentir, a veces; engañar, no mucho. Pero no se pierde nada por mirar un poco por ti y sacar, de aquellos que solo miran por su ombligo, un poco del néctar de su vida. ¿Estoy promoviendo el egoísmo? Sí, pero sólo contra aquellos-as que son egoístas contigo. A las buenas personas, a las de verdad, hay que entregarles el corazón y el alma y siempre con la verdad por delante. Sin dudarlo. Además en eso jamás me harán errar. Si amo, si siento: lo daré todo. Porque si no lo doy todo en esta vida por amor, no sé cuándo carajo lo voy a dar.
 
 
 
 

Porque si lo piensas, los duelos
son menos duelos con risas
y los ardores con visa
y los licores con hielo.
Y el corazón a deshora
y las uñas en la cara,
me lo dijo una señora,
disfrazada de cualquiera,
que quiso que la besara
como si no la quisiera.

miércoles, 26 de marzo de 2014

     
         El amor. Hagan el amor, cocínenlo, vístanlo, cómprenlo si es preciso; decidan lo que quieran en torno a él pero no dejen de tenerlo. ¡Arriésguense por amor, carajo! Déjense la vida por él, que no hay motivo más noble que ese. Crucifíquense, atrévanse a mirar al vacío por un segundo de amor. El amor es el alimento del alma. El amor es ese invento de la naturaleza que nos hace estar un pelín más vivos cada día. El amor nace en nosotros, nos traspasa de arriba-abajo, nos enloquece. Perdemos el control por amor. El amor nos da energía, vitalidad, ritmo. El amor nos hace cruzar océanos, nos hace gozar... Volar, volar por Europa, "safariar" por África o perderse en la India. El amor nos hace esperar. El amor nos hace llorar, nos hace reír, nos da deseos, sueños, alegrías, tristezas, pasiones. En definitiva, nos hace sentir vivos. Con él lloramos, nos ayuda a odiar al olvido, a condenarlo, a cerrar las puertas de amores falsos. El amor es una buena barrera para los/las fulanitas/os de tal. El amor nos hace humanos. Nos hace realistas y utópicos a partes iguales. Nos da un camino, una visión de lo que queremos. El amor es esperanza. El amor es vida, vida, vida y más vida. Cuando pienso en el amor pienso en la felicidad. El amor es confusión. El amor es miedo. El amor es crecer. Jamás en esta vida el amor traerá algo malo. Esto no quiere decir que el amor no pueda causar dolor. En ocasiones queremos una rosa y encontramos un cactus. Querer una cosa y tener otra puede ser algo doloroso. Aun así no lo olviden: todos los cactus dan flores en primavera.
 
El amor es lo que somos. ¿A caso no somos frutos del amor?
Musa del que llega tarde,
reúsa de las miradas perdidas.
Cosas que queman cuando no arden.
Ya no hay tierra prometida.
No lo vi, no nos vimos.
Todas las plazas están cogidas.
No lo fui, nos arrepentimos.

Mírala cómo baila,
el ritmo traspasa sus caderas,
sabe que así me calla,
me joden la vida sus fronteras.
Ahora tú, ahora yo.
Qué manera de jugar a ser dios
sin dados,
sin moteles de ocasión,
dejándote de lado;
sin nadie que me ataque el corazón.
A tiempo pasado,
me pido perdón.
La viva imagen del que vivió en la nada.
Oportunidades de ocasión que se fueron,
ataques de corazón que no valen un pelo.
Fulanita de tal que se deshace en la estacada.

Y ahora me retiro de esta falsa calma.
Me vuelvo a la cama
que es lo que nos toca.
Viva el rojo con el que no ardiste.
Buenas noches con besos en tu boca.
Aquí tienes el poco amor, que me pediste.



lunes, 24 de marzo de 2014

 
 
Y me envenenan los besos que voy dando; y sin embargo cuando duermo sin ti, contigo sueño. Y con todas si duermes a mi lado. Y si te vas me voy por los tejados como un gato sin dueño; perdido en el pañuelo de amargura, que empaña, sin mancharla, tu hermosura.
 
Y cuando vuelves hay fiesta en la cocina y bailes sin orquesta y ramos de rosas, con espinas. Pero dos no es igual que uno más uno; y el Lunes, al café del desayuno, vuelve la guerra fría. Y al cielo de tu boca, el purgatorio; y al dormitorio el pan de cada día.

             La línea de nuestra vida es recta. Es una constante. Empieza un día y acaba otro. Es sencillo. Esta línea tiene otra que la va cruzando, onduladamente; es la línea de los deseos, de aquello que queremos. La línea ondulada es la que nos marca las aspiraciones de vida. En esa línea tenemos las ansias de vida.
 
            Normalmente en la ondulada  vemos puntos lejos de la recta. Tu sueño vive allí, donde no podemos alcanzarlo. Esa distancia entre donde estamos en la línea recta y donde está el deseo es lo que nos marca el estado de ánimo. Alguien nuevo en este mundo se verá desbordado por la lejanía de dicha línea. Verá su deseo, su ansia, fuera de su alcance. Es a partir de la experiencia cuando uno entiende que esa línea es una utopía. Es inalcanzable. Ese punto álgido que contiene lo máximo para ti, ese deseo que te persigue en sueños; ese punto más alto es una ilusión. Ser consciente de ello es terrible, la primera vez. Cuando pasa más veces, cuando la experiencia juega, te das cuenta de que en la vida a veces se gana y casi siempre se pierde.
 
            La resignación forma parte de la vida. Aceptar lo que es para ti y lo que no. El "Adiós, muy buenas" es una flor marchita en el desierto del corazón, sí; pero hay que cogerla y entregarla. Llega un momento en el que te das cuenta de que luchar es gastar energía. Y lo dice alguien que, por lo general, nunca para de pelear. Las retiradas a tiempo nunca son una derrota. ¿Qué quiere decir esto? Pues que mirar a ese deseo, en lo alto de su cúpula, como algo que sabes que jamás va a llegar te hace vivir más tranquilo. Lo ves sólo como un sueño, algo que podrás tocar, aunque sea, mientras duermes. ¿Qué menos que alguien no pueda quitarnos lo que soñamos no?
 
            No hay que desilusionarse. He dicho que esta línea es ondulada. Ergo, a veces, sin saber porqué y erráticamente, baja y se mete en nuestra vida. Son esos pequeños momentos, fugaces, los que te hacen querer vivir despierto y no en sueños. Vivamos del hoy, soñemos en el mañana.
 
 

miércoles, 19 de marzo de 2014

               Venía de lejos. Como vienen las grandes cosas. No traía maleta, al menos esa impresión me dio. Las grandes ocasiones nunca llegan para quedarse. Es lo que tienen; de hecho es eso lo que las hace grandes. Fue una pena; es una pena. No siempre me aclaro cuando uso los verbos, no sé ponerlos en pasado o en presente en función qué sentimientos tenga (incluso siendo estos "pre-cuelas", válganme la expresión). Algo que te sabe a poco siempre se queda impregnado de la duda temporal que lo genera; es decir, ¿"fue una pena" porque fue fugaz y jamás volverá o "es una pena" porque a día de hoy no está aquí? No sé; lamento mío el pararme aquí. Creo que, a veces, y no siempre por Dios, hay que catalogar ciertas cosas. Que sea pasado o presente es algo complicado de discernir. De lo que no hay dudas es que estoy aquí, ahora. Aun así me considero totalmente inapto para catalogar si es o ha sido una pena. La hija del mar ya no está, al menos de forma física. Al menos según la concepción del tiempo que creamos.
 
                Hay ángeles que deliran en los hospitales, hay prosas que se acomplejan de los versos. Quizás yo sea ambas cosas. Por diferentes motivos que no alcanzo a entender. Lo primero por una simple razón: me pregunto el "¿por qué?". Quizás es esa la razón de la afirmación incluso negándola. Lo segundo es que, sin saber porqué, hay ciertas reminiscencias de lo vivido en la parte contraria que te tocan la moral, aun importándote (permítanme la expresión) un carajo y medio (a diferencias planetarias, atención nula). Quizás y quizás y más quizases la razón está en que muy de vez en cuando se produce algo maravilloso. Pocas veces, muy pocas, la vida llega y te besa en la boca. Se alinea todo. Todo lo que te rodea se pone a tu disposición. Aparece el lugar, la ocasión, las ganas, la persona. A veces y sin saber porqué; todo, en un simple chasquido de dedos, parece que tiene sentido. Los besos de la vida se tatúan a fuego lento. Además suelen ser pocos; en esta orquesta el tempo está contado con los dedos.
 
                Las dicotomías me abruman. Hay panes que no alimentan y, sin embargo, hay piedras que no puedo parar de desear probar. Luego, cuando me como la piedra, echo de menos el hambre que quita el pan. He llegado a una conclusión insana e inmunda. Da igual el hambre y la necesidad de uno. Eso se cubre fácilmente y, por lo general hoy en día, ya hasta carece de interés (lo fácil es vomitivo, aburrido y, en cierto momento, insano.). Los besos de la vida, oh queridos, eso es lo que le hace a uno levantarse de la cama para ponerse a escribir.

domingo, 16 de marzo de 2014

             Para mí sería imposible. Me toca el alma, me cambia. No soy yo si está cerca. Todas las rejas se convierten en puertas, todo lo que tengo dentro vuela. Me sincera, me hace arder, me neutraliza. Me jode. Me jode hasta más no poder. Me es inevitable. Es mi debilidad. Me enfrento a este papel, a este bolígrafo, con ganas de escribir, y no puedo. Me enfrento a él como si me enfrentara al cielo. Me cuesta, me cuesta la vida misma enfrentarme a lo que no entiendo. Tengo ganas de huir, huir lo más lejos posible. Que nadie me pueda encontrar, ser un perdido total; sin patria ni hogar.
 
              He perdido el coraje. Ya no tengo. Se fue. Me lo quitaron. Y me odio; odio cada parte de mi por no tenerlo, por no ser capaz de enfrentarme a lo que quiero sin miedo, sin pudor, sin terror. Pero no puedo y me resigno. Lo que tengo dentro de mi es una enfermedad. Estoy enfermo. El problema es que tengo la cura. El problema es que no la cojo.
 
              Somos lo que se nos ha dado. Lo que tenemos que ser. No somos ni más, ni menos. Somos una mota de polvo en el universo y a la vez dentro de nosotros tenemos uno. Somos vulgares, únicos y valiosos. No es mi culpa. Durante mucho tiempo me la eché. Pero no lo es; lo que yo soy, lo que me compone (sean miedos, amor o penas) es parte de mi mismo, para bien y para mal. Quizás sea hora de que me apodere de lo negativo como algo mío; que lo acepte no como un mal que tengo, si no como una parte más de mi.
 
              Lo siento, no pude conseguirlo. Siempre creíste en mi pero a veces los deseos ni con todo el empeño se cumplen, a veces, ni con todo el amor.
 
 
 

viernes, 14 de marzo de 2014

Hay peces que no merecen nadar.
Luces que se apagan,
no tienen que iluminar más.
Hay personas que se reconstruyen,
noches que se alargan.
Ladrones que buscan el mar.

Alucinaciones.
Simples mentiras del alma.

martes, 11 de marzo de 2014

             Fueron seis. Seis miradas de reojo. Cada una de ellas llegaban en un idioma distinto, como si fueran cartas olvidadas en botellas, en mares alejados de los vaivenes del viento. A la primera mirada le regalé las pecas que nunca tuve, le hice un jardín (sin enanitos) y le pedí al Sol que brillara un poco más fuerte cada vez que sonriera. La primera mirada significó más que cuatro pupilas entrelazadas, como podéis observar. En la primera mirada entendí los gritos, los llantos y las penas de aquellos que habían amado.
 
             A la segunda mirada (esta un poco más furtiva que la anterior) me hice hombre. Pero no hombre de machito desconsolado y caballo puro. Si no hombre de hombre, de esos que se hacen solo cuando aman, aunque el amor me cupiese en un único suspiro. Por lo general (y particularizando, para que engañarnos) soy de esas personas que no soy yo siempre, cambio y me "metarmofeo"´. No tengo problema alguno en ello. Quienes me conocen sin ataduras saben que soy bebedor-fumador, mujeriego (confeso) y muy mal amigo (cuando me dejan). Pero según qué personas tengo al rededor (y en función de si son útiles o no, buenas o no) puedo cambiar hasta el centímetro más recóndito de mi ser. En esta segunda mirada entendí que soy bien como soy pero que, a veces, ser lo contrario a uno mismo también está bien y lo peor, gusta.
 
             A partir de la tercera entendí que estaba equivocado. Que nada es negro o blanco, que no es que haya grises, si no que hay azules, turquesas, blancos roto, blancos marfil, rojos e incluso verdes. A la tercera, perdónenme, a la tercera me hice un poquito mayor. El verano era verano, y los pájaros cantaban. Hacía más calor que nunca y mis hormonas estaban con la brújula desviada. En esta tercera mirada empecé a mirar la vida de otra manera. Al fin y al cabo, a base de pruebas de vida, uno acaba sufriendo y entendiendo a partes iguales (y a un ritmo demasiado rápido, en mi opinión).
 
            A la cuarta va la vencida, pensé. Siempre lo pienso. Soy de esos soñadores insensatos de antifaz de noche que se ven a sí mismo años después del presente. Soy de esos que cuando se enamoran pierden toda clase de principios de vida. Y el cuasi putero y borracho y mal amigo pasa a ser un Romeo desconsolado que lo entiende todo y que lo hace todo por amor (me estoy empezando a empalagar). Un descentrado sin ánima aparente que se dedica por y para su causa. Algo precioso, pero en ocasiones pedante. En esta cuarta alcancé el techo; cualquier historia que vuelva a vivir será comparada con la cuarta mirada. La cuarta mirada fue la pausa más larga y más efímera que jamás viví. Cada vez que recuerdo la cuarta mirada, cual jardín del Edén, se me ilumina la cara. La cuarta era la primera. Eran la misma, pero la intensidad cambió. Realmente... ¡esta cuarta también era la segunda! Solo que cada una de ellas llegó codificada de forma distinta, cada vez que llegaban, tenía que volver a leerlas, volver a hacerme con ellas.
 
            Ahora que lo pienso... ¡La quinta también pertenece a los mismos ojos! Creo que estoy delirando. O no. Ahora que me paro y pienso y me veo y me opino. Me doy cuenta que la mayoría de las miradas que me cortaron el aliento nacieron de los mismos faros. Ahora que respiro y puedo observar el ayer desde un punto de vista casi indiferente me hago consciente de cómo a veces una vida toca a otra y la cambia y, por supuesto en ocasiones, la embellece.
 
           Ahora que soy más yo que nunca, otra vez, le mantengo el pulso a la sexta mirada. La sexta mirada es anónima, mantiene la forma que antaño pero la noto un tanto borracha. Es una mirada loca, desconcertante. Deseable y horripilante a partes iguales. Muy a menudo me dan ganas de mirar hacia otro lado, pero a partes iguales me atrae. Me desquicia como ninguna otra mirada. Juega conmigo, dejo que juegue, me divierto, la divierto, le asqueo, me asquea. Huyo y huye. Se queda para no volverse y se vuelve para no quedarse. La sexta mirada, queramos o no, en el fondo, es esa chispa, esa llama que mantiene esta realidad de locos un poco más cuerda. Aunque eso sí, no haya Dios que la entienda.
 
 
 
 
 
"La salsa de tomate de las heridas
se corta con un chute de vanidad,
los pájaros no saben de despedidas
ni dejan prisioneros cuando se van.
 
La cresta de los gallos sin gallinero
pa´l caldo del puchero del día después,
ayer no me querías, hoy no te quiero,
mañana no tendremos a quien querer.
 
Con dos o tres carámbanos en las tripas
y un billete de ida a ningún lugar,
mi jeta, mi bombín y mi buena pipa
me abrieron las ventanas del más acá.
 
No os paséis con la ley “dímelo en la calle”
le dijo "qué sé yo" a ciudadano quién,
a falta de sustancia sobran detalles,
de la estación de Francia ya sale el tren."



 
            
La séptima mirada es la fuerza que hace que uno se levante cada mañana, es la ilusión por algo que te haga feliz. Es esa duda permanente que hay en la vida que te hace saber que cualquier persona, conozcas o no, puede dar un poquito más de luz a tu habitación.

domingo, 9 de marzo de 2014

               Hay una cosa que está clara y de la que jamás dudaré: la vida que pintan los demás para ti jamás se correspondería con la que ellos se pintarían a sí mismos si estuvieran en tu situación. Ergo pinta tu vida. Que cada uno se limite a la suya que, permítanme, con eso ya tienen bastante.
 
 

 

 
              Durante mucho tiempo he basado mi vida en ideas que no nacieron de la vida, es decir, del caos. Basé mi vida en ideas que nacían de la razón, de lo que creía que era mejor para mi. Durante mucho tiempo he hecho cosas que no quería para poder "encontrar" las que creía que quería. Intenté ponerle razón a los sentimientos; y eso, permítanme de nuevo, es como ponerse delante de un toro y pedirle que por favor me firme un cuestionario.
 

 

jueves, 6 de marzo de 2014

           Cuando nos perdemos, nos ahogamos. No estamos y pensamos que nada de lo que somos valga algo. Cualquier cosa que nos componga no es suficiente para encontrar nuestro sitio en la Tierra. Esa sensación insana que te hace pensar que ni por fuera ni por dentro ni lo que tenemos en los bolsillos nos hará regresar. Caminas y paseas sin rumbo. Viendo a la gente, viendo los coches, los amantes que se sinceran, los abandonados, los felices, los encontrados, los tristes, los amigos y los enemigos, las amantes pasajeras, los aviones, los relojes, tus pasiones; viéndolo todo y sin poder tocarlo, sin poder disfrutarlo, aun siendo tú uno de esos que ves a través del espejo.
            Cuando te pierdes todos tienen vida menos tú. Porque pasas, acto seguido, a ser el actor secundario que nadie mira. Cuando te pierdes no hay mapa, no hay camino que lleve a Roma. Cuando te pierdes solo buscas una solución inmediata, que alguien te vende para poder seguir adelante. Cuando te pierdes, el problema, es que uno se baja a tales alturas que todo parece más grande que tú; todo parece que te puede comer. Cuando uno se pierde la realidad no es lo físico, la realidad es lo mental.
             Cuando te pierdes. Cuando te pierdes solo tú puedes encontrarte. Porque aunque no lo creamos, no estamos ahogándonos. Y todo lo que eres, lo que tienes, lo que te compone... Esa naturaleza que está dentro de ti y que crees que no vale nada es lo que, paradójicamente, poco a poco te está encontrando. Porque en esta vida nada aparece; si nos paramos a pensar, siempre estamos en una continua pérdida. Somos objetos perdidos que se niegan a quedarse en una caja. Pesándolo bien, perderse, no es un trauma. Es una etapa más, tenemos que perdernos para encontrarnos. Jamás sabremos quiénes somos si no nos alejamos un poco para vernos de frente. Las burbujas están bien, brillan mucho, pero explotan.
 
 
 

domingo, 2 de marzo de 2014

                Estilizada hasta sin tacones, estatura media, morena, sin pasarse en las emociones, estudiante de la ciencia. Ojos fijos y marrones; mirada sutil, le encanta jugar y sonríe cuando besa. Pelo oscuro, no coge fuerte de la mano para que tú la agarres con ganas, con destreza. Personalidad perfecta. Cintura cual Luna desmenguada. La mejor droga lleva su nombre. Arena y cal, irresistible para los hombres, miel y sal. No nos casemos con nadie. Acércate y vete; no te olvides de mi, no esperes que de ti me acuerde.
 
                 "¿Dónde vas?" Acto seguido jalón y abrazo. Aquí me quedo. No recuerdo los pasos. Diversión, alcohol, disfraces en el alma, ¿quién es quién? ¿Dónde estamos? ¿Qué más da? Si ya no nos encontramos.
 
 
 
A veces, las canciones, no las elegimos por lo que dicen; si no por lo que hacíamos mientras las escuchábamos, o con quién las escuchamos.