Tratado de impaciencia. Asumo mi suplencia, me rasgo los ojos, entiendo la situación aunque mi incomprensión siga latiendo. Mis pies están cojos, maldiciendo, asintiendo en ocasiones, miro en otra dirección, me oriento en las contradicciones.
El caminar, el caminar se hacía arte cada vez que andabas. Las caderas no se inventaron para invertir el tiempo; tú a esta idea la maltratabas, le quitabas el aliento. Dibujabas tu camino sin querer, me hacías creyente de tu fe, me perdías. Agonía, ese es el recuerdo. A lo lejos, las sonrisas; las prisas, de mi. La mirada feliz, los ojos como platos; los gatos, la hora de la siesta, la playa entre tu pelo, el mar con sus crestas, los abrazos que empezaron en nuestros dedos.
Y volar, soñar, jugar; a que me equivoco. A que no hago lo correcto, a que me choco, a que me pierdo en un mar de espinas. Y a apostar por los miedos, por las calles vacías, por los dolores de cabeza sin aspirinas.
"Quiero reír mientras surcamos por el cielo, reconocernos parte más del firmamento. Y emborracharme yo una vez más con tu pelo. Sin importar. Luego echarte de menos."