miércoles, 11 de diciembre de 2013

El amor no escatima en gastos
ni suena a humo en los llantos.
Ni muere, ni sufre, ni desaparece.
El amor no entiende de mentiras
no arde si no se le prende,
te clava cuando quiere, sus espinas.

El amor siempre entiende.
Perdona y castiga.
Es rencoroso y a la vez no recrimina.
Es hermoso y también una herida.
También muere, también sufre, también deja de estar.
Se disuelve en las pupilas
como disuelta en las lágrimas
está la sal.

El amor a veces se duerme
pero siempre con un ojo abierto.
Tiende a mentir,
a no ser eterno.
También sabe sobrevivir
más allá de los sueños.
Siempre de reojo mirando a la suerte.

Él no cree en la muerte.
La supera y se va con ella.
Es luz, es vida.
Es la alegría de una savia nueva.

El amor es un asesino.
Es cruel y despiadado.
Primero, te marca el camino
y luego lo quema
para dejarte ahogado.

Es una pena el amor
cuando se deja de saborear.
Es una verbena en el corazón cuando nace,
veneno cuando deja de estar.
Siempre, sin saber cómo, aparece sin llamar
y nunca deja notas cuando se va.
Es listo y es macabro.
Es precioso y es atractivo.
Es un incentivo
a esta vida de descalabros.
Una bocanada de aire para los sabios,
un lujo imperdonable para quien no sabe de él,
un semáforo que no cambia,
lo que no ocurre tras un amén.
Es una noche que agoniza,
una flor que se abre.
Tiene demasiados besos en liza
para algo que solo una vez nace
para algo que siempre te martiriza.

Son 20 poemas de amor,
meses sin visión,
infinitas canciones sobre la desesperación,
es un susto en la memoria,
es un Machado sin su Leonor,
sollozos en Soria,
"riquito de tal" sin su mansión.

Es un vacío que no cabe en una playa.
Es una energía tan fuerte que quema el Sol.
Es una fuerza con contraposición,
son los recuerdos que te queman,
son polvos que refuerzan.
Polvos, sí, polvos de estrellas
que nacen en las miradas.
Son los pies que caminan por mi espalda.
Desnudos de sentimientos y de miedos,
el amor son los pájaros cuando cantan al cielo,
¡cuando los perros ladran en celo!

El amor es el frío que no traspasa mi piel,
son mi "Te cambio mi "mi" por tu "tú"."
Son los sueños locos,
los cristales rotos.
El amor es lo que no fuiste capaz de hacer
cuando debías.
Lo que haces cuando el río está seco no es pescar.
Eso se parece más al vudú.
A veces cuando quieres llegar,
ha partido el tranvía.

El amor es todo y es nada.
Es lo que quieres.
Cuando no lo necesitas.
Es lo que necesitas.
Cuando no lo quieres.
El amor no es nada.
El amor lo es todo.





That I could make those people dance and, maybe, they'd be happy for a while.

martes, 10 de diciembre de 2013

Salí del trance de la mañana.
No tenía dónde ir ni dónde sentar mi cuerpo.
Parecía mentira, eras una silueta hecha calor.
No te vi, ni te escuché. Solo, andaba
hasta que como un ciclón, tuve donde caerme muerto.

Tenías prisa, recuerdo.
Algo de latín y un poco de alcohol.
"Estoy muerta" sonó seis veces en mis manos
mientras a tus ojos, casi señalaba, osado.
Como si tus piernas en albornoz
me estuvieran apuntando.

He visto muchos labios en mi vida.
Pero solo los tuyos, corazón, parecen estar posando.
Recuerdo mi "Si quieres, te puedo resucitar".
Como una bala perdida en el camino del azar.
A veces la peor tentativa se tatúa en la saliva;
y otras veces el deseo no te deja hablar.

Solo recuerdo un momento.
Ese en el que el deber, las clases, el "quehacer",
la ropa sin lavar y la comida en el congelador,
dejaron de estar en tu agenda.
Princesa, aquello fue la guerra.
Sin tregua, sin armas, sin lucha y sin Sol.

Tu nombre sigue soñándose en estas cuatro paredes.
Tu nombre que nace y se esconde
en el mismo lugar donde,
por suerte,
aquella tarde en acordes de Fa
pude descubrir las olas de tu mar.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Ella no hablaba inglés
y yo, quería aprenderlo.
Pasaron los meses
y la conocí, sin conocernos.
Mientras ella lee
todos bajan la mirada
y la observo.
Mientras ella lee
analizo sus gestos.

Apenas sé de ella más allá de su nombre.
Tiene algo, un "no sé qué"
de esos que atropellan el pensamiento.
Sus ojos, mil miradas marrones esconden;
de su boca salen mariposas junto a su aliento.
Y yo, como un loco,
me imagino en sus sueños.

Cuando acaba la jornada me voy,
nada nuevo.
Vuelvo a ser lo que soy.
Lucha, ardor, sufrimiento.
Sin embargo, dos veces por semana,
me reinvento.
Me imagino en su vuelo.

No se llamaba esperanza
pero me gusta jugar a que lo es.
No hablo con ella
pero me gusta verla otra vez.
A veces se cruzan nuestros ojos,
a veces sé que me observa.
Hago de mis manos su antojo
y le regalo estos versos sin conocerla.

martes, 19 de noviembre de 2013

                  Esta es la historia de un viaje en tren. Son los versos del lucero del alba, pero escritos por mi. No es una historia de amor, ni mucho menos. Es una historia de vida, aunque eso sí, al ritmo de un tango suicida. Eran las tres, o quizás las seis; no lo recuerdo, sólo sé que la luz atacaba por la ventana como una auténtica jauría de perros. Yo tengo la mala costumbre de cantar al levantarme; cosa, que en un tren camino de la frontera, como que molestaba al pasajero vecino.

                  Lo cierto, y triste, es que a mi lado estaba Carmela. Una de estas divas divinas de mírame y no me toques; o eso me parecía a mi. Como avancé antes, no tenía ni puta idea de la hora que tenía que marcar el reloj; así que después de mi concierto matutino (¿?) decidí preguntarle. Quedé sin habla cuando realmente me fijé en sus ojos. Ojos oscuros y penetrantes como aceitunas negras, pestañas bautizadas en almíbar y juro que miles de estrellas brillaban en sus pupilas.

                  "Perdona, ¿tienes hora?" y acto seguido el silencio más hermoso vivido. Duró dos segundos probablemente, pero tener esos faros apuntándome me hicieron sentir que pasaban décadas. Fue corto, pero sentí que se me grabó en el alma. "Estamos llegando a Madrid" como un dardo en el corazón pues yo seguía hasta Valladolid. Esa respuesta solo podía ser en el caso en el que ella se bajara en la capital. Como es normal perdí toda esperanza de conocerla un poco. ¿Cómo no pude llegar a verla? ¿A dónde va? ¿De dónde vendrá? Como espinas en mi mente.

                  Al llegar a Madrid bajé a la estación a fumar pues teníamos diez minutos antes de volver a partir.
                 
                  La vida es curiosa, pero sobre todo caprichosa. No sabes qué te puede dar o quitar o prestar. Carmela era una de esas miles de incógnitas que uno tiene al cabo del día.

                  "Perdona, ¿tienes fuego?" desde mi espalda, casi susurrando, con una dulzura otoñal. Era ella. ¿A dónde iba? "Claro". Casi se me cae el mechero al verla de pie. Metro setenta se alzaba, cintura diseñada y un pecho firme como dunas de playa. Ropa decente. No les hablo de una "enseñona". Carmela era una de esas mujeres que atraía hasta con chaquetón.

                 "Pero solo si te lo fumas conmigo", añadí. Su "Pensaba hacerlo" acompañado de su sonrisa de marfil me terminaron de convencer: eso tenía que ser un sueño sin pasado, futuro ni dueño. Al volver al tren la descubrí; era lista, inteligente y nada de musa intratable tenía. Ella era de esas musas que se pegan a tus ganas de escribir.

                No llegué a amarla pues se fue por la misma puerta por la que entró. Pero aprendí que las musas existen; que están ahí esperando su momento, el de salir. Carmela era una fiera, una vida de  las de antes, viajera. Fue el conocer un momento fugaz lo que le dio un valor incalculable. La conversación tuvo que ser enorme, pero juro que solo recuerdo el latido de su pelo a cada palabra que decía.

               Seguramente tendría novio, esas oportunidades las coge hasta un ciego en el amor. Yo me volví a dormir cuando ella se fue; esperando volver a despertarme y encontrarme con otra Carmela a mi lado... Pero no ocurrió. ¿Saben que hice al despertar?

              Volví a cantar.

domingo, 10 de noviembre de 2013

                    Si el Dios de los pecadores, mañana por la mañana, me diera a ti una hora cada noche, sé cómo acabaría. Los primeros días, te haría el amor las horas enteras, sin dejar de besarte, sin dejar de quererte y abrazarte. Te haría mía, como si no hubiera un minuto más. Como me gusta hacértelo a ti, solo que a contra reloj. Las caricias, los besos, los gestos y las miradas serían intensas. Totalmente ardientes de pasión, puesto que la combustión del día estaría ahí, entre las sábanas de mi cama y entre tus pelos de seductora despeinada.

                        Si ese Dios nos hiciera eso, llegaría un momento en que te haría menos el amor. Me acabaría dando cuenta que, pasada esa hora maravillosa, desaparecerías. Entera. Como si no hubieses estado, como si cada beso se hubiera perdido entre mis muebles. Entonces, empezaría únicamente a pararme a verte hablar, caminar por el cuarto, haría una canción con tu acento, apreciaría cómo respiras, cómo miras todo lo que te envuelve. Y mira que me costaría, porque no hay ser en el mundo que me enloquezcas más que tú cuando decides hacerme el amor, pero si hay algo que me hace perder la cabeza de verdad es ver que existes en ti, como tú eres, con tu forma de ser.

                   Pasados las semanas y los meses estoy convencido que pocos días a la semana te haría el amor. Me pasaría el tiempo preguntando por ti, intentando entender dónde te metes cuando no estás esa hora conmigo. Me pasaría la hora hablando contigo, riendo, contándote cómo va mi vida más allá de nuestro muro del tiempo. Y lloraría, lloraría mares por verte delante mía. Te haría cada noche una noche especial, juro que no habría dos horas iguales, ni siquiera dos segundos. Poco a poco, empezaría a volverme loco por intentar sacarte de la prisión en la que estás, esa que te saca de mi. Dedicaría más tiempo en acariciarte el pelo y la espalda que en querer seducirte. Sí, de verdad, aprovecharía cada centímetro de ti, lo palparía y lo apreciaría. Sabría que se me va a ir y haría lo posible para que su recuerdo se quedara lo más fresco posible en mi memoria las próximas veintitrés horas siguientes, hasta que volvieras.

                        Pasarían los años y yo perdería la cabeza. Acabaría queriendo asesinar a ese cruel Dios que, pintando un regalo como si fuera dulce, me condena a tenerte sin tenerte. Si sólo te pudiera tener una hora al día me quedaría solo, solo en ti y en la necesidad de sacarte de esa maldita hora que nos condena al exilio. Sería un total y absoluto desquiciamiento y una forma de matar el alma la mayor parte de mi tiempo. Aún a sabiendas de mi fin. Jamás le rechazaría, aunque le odiaría por siempre. Quizás soy un desalmado, un iluso inepto más allá que para acá. Pero sí, aceptaría tal castigo en vida. Al fin y al cabo te tendría una hora al día. Probablemente llegaría un momento en el que en esa hora no te haría nada y, sin embargo, te lo estaría dando todo. 







miércoles, 6 de noviembre de 2013

                 ¿Dónde están los cruces de caminos? ¿Dónde quedó el azar de los infortunios? ¿Qué ocurrió con los mítines sin preguntas? A veces me reinvento y me caso con mi "yo" más profundo para poder entender todo esto. Y me cuesta. Me cuesta porque no hay respuesta alguna. Deben de ser oleadas de marea azul (o marrón o roja) que, por causas naturales, arrasan a tiempo intermitente. Debe de ser que toca o no toca, que vale o que no vale el momento exacto. Buscar es, pues, una auténtica estupidez ya que, lo que de verdad vale, es aquello que no esperas.

                   El sufrimiento entra por la puerta cuando el tiempo se prolonga demasiado. Somos personas y necesitamos lo que otros, en su interior, tienen. "Esperar a ser feliz". Qué frase más dura y difícil de acatar. Eso no se puede hacer. ¿Acaso sabemos cuando somos felices sino cuando realmente esa felicidad se nos ha ido? Pues claro. La felicidad no es una meta, es un camino y por lo general, ni siquiera sabemos que estamos allí. Ojalá fuera un sitio al que llegar y quedarse, pero que va... Más bien nunca estamos. La sentimos, la vivimos y la saboreamos. Pero como buen azucarillo, mojado, disuelto el placer.

                   Si nunca estamos, ¿qué nos queda? Precisamente lo que nos queda más allá de un momento de felicidad es lo que más valor tiene y a lo que tenemos que aferrarnos como a un clavo ardiendo: nos queda la esperanza. El sueño inmortal de ser uno mismo en plenitud emocional, las ganas de ser de nuevo una mezcla de sensaciones drogadas que pueden llegar a darnos alas y hasta quitarnos la sed.

                   Siempre queda, siempre falta. Es esta dualidad del humano lo que hace que cada segundo sea tétrico y a la vez bello. A todo esto, mientras tanto, tenemos la vida. Las montañas nevadas con miel entre los dedos, la ilusión por aprender, encerrar amigos en la memoria, poner un par de "Carmelas" en tu vida, sentir la arena fina entre los dedos y tomar la sal del mar directamente de tu piel, volar, perderse, aprender, olvidar, querer, perder, soñar, jugar, respetar, y, como no, tocar el cielo con las manos mientras son ellas las que acarician a tus amores; en definitiva: vivir. ¡Quédense con sus penas aquellos que piensan que nada tiene fin! Me niego a pensar que la vida es dolor y que todo lo demás es cal. Es un horror vivir con esta mentalidad. Nada es fácil, pero no deben quitarte nunca el derecho a vivir en esperanza. Si pierdes eso, estás perdido. Creo en el azar y en el cruce de caminos. Creo en que todo está dispuesto, solo hay que esperar el tiempo necesario para tener aquello que es tuyo por directriz vital. Amargarse es triturar tus "ganas de..." 

                  Nunca es mal momento para ir olvidándose de lo malo que nos puede llegar a parecer todo. ¿O no os pasa que hay ratos que nada vale nada y que la nada absoluta es lo único que tiene algo de valor? Pues opino yo que esa sensación es autodestructiva. Al fin y al cabo es la mayor mentira que puedes sufrir en tu vida. Cuando pasas todo esto, cuando tras una mala época vuelves a ser tú, miras hacia atrás y te das cuenta de hasta que punto la estupidez humana puede llegar a amargarte, durante un tiempo, la existencia. Ese tiempo es inaudito, es irrecuperable. ¡Qué bien sienta cuando te das cuenta que no ha valido absolutamente nada y que no hay mejor tiempo vivido que el que estás viviendo!

                  Lo más bello de la vida es vivir y me niego a perderme lo que tengo alrededor que, por cierto, es magnífico, insustituible y precioso.





(Nuestra realidad ha sido siempre una mentira) 

                       

                      Las etapas del crecimiento de la mente, del interior humano, son equiparables al crecimiento físico. Parecemos algo constante en el tiempo, como si estuviésemos siguiendo una linea recta predeterminada. Realmente, nunca somos lo que fuimos ayer; vamos creciendo o menguando, muriendo cada día, perdiendo energía y pelos a destiempo, en definitiva, coleccionando canas en el alma. 

                       Con el corazón pasa exactamente igual. Cada día somos personas nuevas con nuevos latidos incrustados en el ser que nos hacen cada día más nosotros; cada día más tú, cada día más yo. Aunque, a veces, parezca que las caídas nos lo trastocan todo, realmente, nos están haciendo crecer. Es bueno, maravilloso, envejecer el alma y curtir el corazón. Nos hacemos fuertes y empezamos a apreciar esas pequeñas cosas que desde el principio, quizás, no apreciábamos.
                   
                       No tenemos que sentirnos mal si un día no apreciamos aquello que hoy sabemos que vale oro. Es el juego. Fallas y aprendes. Dañas y amas; amas y eres dañado.

                          Y lo demás... Lo demás es polvo de estrellas.

martes, 8 de octubre de 2013

      Los gestos que piden razón, las mañanas frías en verano, los pasos que no llegan ni van, las gaviotas frente al mar y los peces que van a morir. Los besos que se fueron, los labios que vendrán, "perdone, tiene fuego", el caos del azar, el infinito azul, las pupilas encharcadas que desprenden miradas incendiadas, el caminar ajeno, tú, fallar de pleno, las sonrisas enfermas, los pulmones impregnados en lodo negro, las ojeras,  las sordas orejas, el pelo sin patrón, el barco sin peón, yo.

       Los que se fueron para siempre, los teléfonos que no hablan, lo que vive a cada rato, los gatos, los que de todo pasan, lo que imaginas y no ocurre, los que no saben a donde van, los que renacen en octubre, los que encontraron el camino, los que muertos despiertan los vellos, los que vivos te importan un pepino, los amigos del corazón, los estudios que jamás correré, los sueños que nos dan la vida y las pesadillas que nos quitan el premio del final del día. Bailar bajo la lluvia, correr, correr para refrescar la ventana de los sentidos; saltar sobre los agujeros con espinas, esquivando el peligro de las esquinas; lanzarte al agujero, saboreando el mal. Hacerlo todo bien, viajar, equivocarse, gritar en silencio, gritar a viva voz, comprarte un perro, cocinar haciendo el amor.

       Un desliz, un fallo, una canción en la mente, una guitarra que te mira, un techo que suspira, dos ojos que imaginándolos te enamoran de frente. Mil palabras que no valen nada, un guiño que vale oro; un cuaderno lleno de tinta, tinta de sangre, de esperanza. El aire dándote en la cara, las gotas del cielo limpiando los coches, las personas que miran sin ganas, los semáforos de noche, los animales que te lo dan todo, la extranjera que todo te lo entrega, el corazón que late sin latir, la madre que ama a morir, los Dioses que no saben a qué juegan.

       Las experiencias que no he vivido, las hojas de los árboles, el placer de imaginar lo inimaginable, adecuarse al hoy, odiar lo que ya ha pasado, dudar de lo que viene, amar lo que asoma desde el tejado, jugar sin ganas, vivir enamorado, jugar dándolo todo, una tarde por Madrid, dar la mano, tirar con arco, un beso en la parte más alta de París, Roma que muere a fuego lento, los aviones que se parten, los trenes que chocan, el susurrar del viento, los viejos que no creen ni en las hadas, la luz que no sabe a cuanto corre, los que se cruzan y no se dicen nada.

          El amanecer, los tertulianos del ocaso, el anochecer, la piel de naranja, "mi tren llega con retraso", tres morenas, "¿me puedo llegar?", las"ganas de...", rechazar, aceptar, concretar, volver a equivocarse, mandar al carajo, coger un atajo, desaparecer, quedar y no estar, estar y no quedar, volver al punto de encuentro, los que se acuestan, los que se levantan, los que se desean y no se llaman, los que no se llaman y no se olvidan, los que cambian de libro, aquellos que disfrutan, abrigarse contra el frío, los muertos que se matan, el desprecio del que mira creyendo que todo lo sabe, el que sale, el que se mira al espejo sin alma, el que aprende a esquivar balas, el que muere al primer tiro, los que mienten, los que engañan, los que sienten, los que nunca se enfadan, los que siempre están a un día del invierno, el 14 de febrero, 2013, los cumpleaños, los engaños, el que envejece y no crece.

        Estar entre la vida y la muerte, un cáncer, los accidentes, la suerte, determinados ambientes, la droga, el que se enoja, el enfadado, el traumatizado, los enamorados, los muertos en vida, los que cada noche cogen un nuevo sida, mi madre, mi cuerpo que se oxida, mi madre, mis hermanos, a los que creo cuando hablo, los que amo, los que no me pueden ver, los que no entiendo, los que sí, los que apuestan todo por ti, saber que sale el Sol, la marihuana, las drogas de diseño, lo que enseño, lo que aprendo, lo que no debo saber, lo que sé y me gusta, lo que me asusta.

          Los mensajes que no llegaron, los que encontraron buen lugar, las cartas a Cupido, lo que escupo, lo que quemé, lo que sigue vivo, los que se ahorcaron, los que aprendieron a rezar, los que creen, lo que ya ha muerto, los que odian a los que creen, los cabos sueltos, los agnósticos, mis dedos tocando, mi piel sintiendo, un corazón amando, "eh, no te pases"; los ases, en la manga; los vicios, por debajo del tanga, las inseguras, los inseguros, los seguros, las seguras, a las maduras, a las buenas, a las malas, a todas, a ninguna.

         La música, las falsas promesas, las faldas, mi rubrica, las insultos a la espalda, las dietas, los gimnasios, las bibliotecas, los arios, los europeos, los negros, los asiáticos, los americanos, los que somos de todos lados, los que no comprenden, las luces que se apagan  por las que se encienden, mis mil y una noches que todavía viven, mis mil y una noches que sienten, las que se murieron, mi casa, mi futuro; a la salud, que le den por culo, los que no saben a donde ir, existir, los que se pierden en cualquier vagón; los que perdieron la dirección, hasta cuando tenían mapa, mi cama, las fotos que me hice, las que aprendemos a mirar, follar por follar, no follar por follar, los sentimientos, de lo que me arrepiento, de lo que no, la clave de sol, +aquello que soy, lo que doy, lo que no recibo, lo que tampoco pido, mis 20, el cielo que despierta de repente. 

             Los tristes, los felices, los que cuentan chistes, las penas, las lágrimas de la risa, las sonrisas, el pelo bien puesto, los vestidos cortos, los que ven el mundo, los que no pierden un segundo, los bichos que no saben a donde ir, los que se chocan contra la pared, los que no paran de devolver, lo que escribo, lo que siento, lo que callo, lo que callaré, el lugar donde me hallo, el silencio que no mataré.

       "¿Es posible invitarte a un café?", la tele que suena, el iris que se clava en tus dientes, los que apuntan pero no señalan; el viento de poniente, un poco más frío que ayer, mucho menos caliente. Los veinte poemas de amor de Neruda, el amor cuando se desnuda, lo que escribí, mi alma que se volvió muda, las cinturas, los niños, mi ciudad, mi sal, la comida que me asquea, adornarse con pintura, las heridas, los cuento que yo cuento, los cuentos que no oiré, los cuentos que no me contarán; las noches que sin nacer, morirán.



         

domingo, 6 de octubre de 2013

                       Joaquín Sabina; el flaco, el genio de Baeza, el bombín con sirenas entre los dedos. Hace poco fue su cumpleaños y yo, pues le quiero dar mi particular homenaje. Joaquín Sabina para mi significa muchas cosas. Lo llevo en el corazón, en la mente y en el alma. Lo llevo en todo mi ser porque aprendí a crecer con él. Aprendí el desamor y aprendí a amar con idolatría aún siendo niño. Él me enseñó cómo no hay que tratar a una mujer, él me enseñó a cuidar el amor y a aprovecharlo cuando se apaga. Podría citar miles de frases suyas, miles de verdades disfrazadas de mentiras que valen la pena. Los sueños son mentiras de verdad, cómo bien sabemos, él nos enseñó eso, él nos sigue enseñando eso.


                      Es un poeta, es un cantante con la voz impregnada en whisky y en ducado rubio.  No hay razón al sentimiento que el no me haya resuelto. Sin embargo jamás he hablado con él. No soy el único, somos millones en el mundo los que estamos cogidos de su gracia, de su mano de centella que escribe como piensa. Que parece que escupe por la tinta lo que bombea el corazón de todos.  Podría poner miles de canciones. Pero voy a poner esta que, personalidades dentro, marcó quizás un antes y un después en mi comprensión de su música, de su arte... Felicidades flaco.


"Cuélgate de quien te quiera. No te mueras más que por amor. Cuando yo tenía tu edad ya era mayor."

viernes, 4 de octubre de 2013

     ¿Qué marca la diferencia entre la realidad y lo que creemos que es verdad? Creo que la mayoría de las veces no nos paramos a pensar qué tenemos delante. Mucho menos nos paramos a pensar si lo que estamos palpando es o no es tal y como lo apreciamos. Es difícil. Dios (en el caso de que exista) no se portó bien en este aspecto. Al fin y al cabo, él, se inventó un juego en el cual nos encontramos metidos y perdidos hasta el día en el que nos lo encontremos. Intentar entender el mundo que nos rodea no es tarea fácil. No dudo de que han existido personas que, en su vida, ni si quiera han llegado a tener la misma idea de la vida que yo; cosa curiosa cuando, se supone, que vivimos en el mismo planeta.

      ¿Dónde está, pues, el pan que me hace igual a otro? Esta sí que es buena... ¿Dónde están las personas que son como yo? Los que me sentirán, los que me querrán, los que me amarán y los que me odiarán... ¿Dónde estarán si se supone que no están al mismo nivel que yo? Están en el suyo, con sus guerras internas, con sus balas perdidas en el tiempo... En su universo, paralelo al mío, pero que ni siquiera se entremezclan... ¿De dónde emerge la felicidad si no de las manos de uno mismo? Hay que pensarlo bien... Veamos. Supongamos que somos totalmente empáticos y que esa empatía nos hace de ese tipo de personas que necesitamos la felicidad del prójimo para ser felices... Creo que esas personas, en cierta forma, están destinadas a etapas de infelicidad crónica ya que dependen de universos paralelos que nunca serán suyos, que podrán apreciar e intentar llegar a entender pero nunca estarán en esos parámetros. ¿Quién vive mejor? Indudablemente vive mejor el que anda con la mirada perdida por la calle, ese que trata a los demás como trata a su televisor. El que mejor vive es el que vive para sí mismo, sin mirar atrás y llevándose por delante todo lo que puede sin importar la reacción que conlleva su acción.





      Para mi no hay dudas. Ese es el que vive mejor, el que está más tranquilo. Estos maniquíes de los sentimientos viven en las trincheras, observando el mundo, pero sin mancharse las manos. Tranquilos, con el único deseo de seguir respirando. El problema lo tienen esas personas que están dentro de mi club. Los otros, los amantes, los que nos fusilamos por la amistad, los que amamos a nuestra familia por encima de todo y los que no tenemos problemas en meter a nadie en nuestra familia. Esos, nosotros, somos los que sufrimos. Somos los que estamos en pie de guerra con la vida con la única defensa de nuestra propia experiencia. Los que somos así estamos a flor de piel a cada paso, porque a cada segundo no es que apreciemos la respiración que tenemos, es que la amamos. El que vive amando, vive. Vive con todas las letras. Sin excepción. Ser pragmático en la vida es algo que tiene que cercarse a apartados concretos. Pero llevar el pragmatismo a las relaciones interpersonales, permítanme, es una gilipollez. El disfrute de la vida depende mucho de los parámetros en el que se mueva nuestro universo. Mi único consejo es el siguiente: si piensas que tu universo carece de sentimientos plenos, vente al mío. A veces sufrirás como si te estuvieran quemando vivo sí... Pero el resto del tiempo es maravilloso porque todo lo que haces, lo haces con el alma.

sábado, 14 de septiembre de 2013

No hay más ley que la fiebre del oro en las minas del rey Salomón.





Y desafiando el oleaje sin timón ni timonel
por mis sueños va, ligero de equipaje, sobre un cascarón de nuez 
mi corazón... De viaje.
Luciendo los tatuajes de un pasado bucanero 
de un velero
 al abordaje de un...
De un "No te quiero querer".

¿Y cómo huir, cuando no quedan islas para naufragar,
 al país donde los sabios
 se retiran del agravio
 de buscar labios que sacan de quicio?
(   Mentiras que ganan juicios
 tan sumarios
 que envilecen el cristal de los acuarios de...
De los peces de ciudad,
 que perdieron las agallas
 en un banco de morralla
 en una playa sin mar.    )
.
.
.


.


.
.
Miente el que vuela cuando corre
y sueña el que viaja de noche.
Siente el que todo lo calla,
muere el que todo lo siente.
Renace el que esquiva las balas
del amor.
Se suicida el que vive para el corazón.

Se atrapa el que se encierra
y se libera el que no ve la jaula.
Crece el que se enerva,
el que se harta de las pautas
que dicta Cupido.
Se reinventa el que acaba con el ruido.

Se pone a dieta el que huye de su alma.
Se revienta el que se acuesta sin madrugadas,
el que escupe en la salsa de la vida,
solo porque alguien quiso quitarle su alegría
y volverla amarga.

Llora el que fue destrozado.
Se gira el que mira hacia otro lado.
Espera el que nunca ha esperado
porque no sabe lo que es morir.
Sufre el que ha amado
porque sabe lo que es vivir.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Canto por las noches en vela.
Partiendo las risas del alba
y quemando las cenizas de las penas.

Lloro de emociones llenas
en versos del mañana
para así quemar la vergüenza ajena.

A veces nacen flores en las peores esquinas
y otras veces mueren por doquier.
En otras ocasiones trabajo lo que trabajé
para volar con el mismo negro de mis pesadillas.

viernes, 30 de agosto de 2013

       No soy, ni mucho menos, un amante de la religión cristiana (ni amante ni nada). Pero he de reconocer que tiene toda una enseñanza ética que, cogida cada parte como se debe y sin "comecocos", es una maravilla. Ya no sólo hablo del amor al prójimo, hacer el bien y todo eso. La primera Carta a los Corintios (que en la mayoría de las bodas se lee) es buena muestra de ello.

1. Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta el amor sería como bronce que resuena o campana que retiñe.
2. Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios, -el saber más elevado-, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta el amor nada soy.
3. Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero para recibir alabanzas y sin tener el amor, de nada me sirve.
4. El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla.
5. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo.
6. No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad.
7. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo.
8. El amor nunca pasará. Las profecías perderán su razón de ser, callarán las lenguas y ya no servirá el saber más elevado.
9. Porque este saber queda muy imperfecto, y nuestras profecías también son algo muy limitado;
10. y cuando llegue lo perfecto, lo que es limitado desaparecerá.
11. Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba y razonaba como niño. Pero cuando me hice hombre, dejé de lado las cosas de niño.
12. Así también en el momento presente vemos las cosas como en un mal espejo y hay que adivinarlas, pero entonces las veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido.
13. Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor.

miércoles, 28 de agosto de 2013

               Si hay algo que se cumple en la vida son los plazos. Da igual lo que planifiques, lo que creas que es óptimo para ti; da igual por lo que luches, aunque sea para salvarte del frío. No importa cuanto empeño le pongas a la huida ni cuánto dinero inviertas en comprar los segundos previos al momento. Es innecesario e inútil. Lo cierto es que por más que queramos, todo va avanzando a nuestro alrededor aunque a veces no lo parezca.

               El tiempo es a la vida lo que la Luna al mar. Es sencillo. Nosotros, nuestra vida, es el reflejo del tiempo al igual que en el reflejo salino del océano se ve el reflejo de uno de nuestros bienes más preciados. ¡Y menos mal que está por aquí! El tiempo está aquí para matarnos y para salvarnos al mismo tiempo. Sin él viviríamos en una salvedad eterna (cosa totalmente aburrida, permítanmelo) o en una depresión constante; pero él viene y se lleva lo bueno, a veces trae malo, pero siempre acaba trayendo algo mejor.

                ¡No se desespere de esperar al tiempo! Que el paisaje es precioso y todo lo bueno llega.

miércoles, 8 de mayo de 2013

                    Toda creencia que te despriva de la felicidad es una creencia equivocada. Toda ausencia de felicidad, todo monopolio "antirisas" debe de ser desechado; todo aquello que te anula y te priva de las querencias te mata el alma.
     
                    Hay que aprender a vivir, hay que saber querer al alma; todos nos debemos un amor propio y una felicidad por el hecho de ser seres humanos. No más tristezas, no más equivocaciones; a veces lo que más duele es lo inmediato pero más vale una postilla que una perdurable cicatriz. Juega con el tiempo, maneja tus posibilidades, mira tu vida y asimila qué será mejor mañana porque aunque hoy duela y te mate el alma, como siempre dice mi madre: "mañana será otro día".

                   El presente acarrea el futuro, al igual que el pasado acarreó el hoy. Toca buscar un futuro a través de la elección del presente, a cada momento. Siempre vamos a tener el don de estar cambiando, pero más vale tener cuidado, a veces no es suficiente esperar.  Aprende a hablar, sé crítico, pero ante todo, defiende tu vida y tus sueños; si el de los demás genera dolor sin acuerdo, busca futuro.

                  Lo importante es ser lo que somos en el amor, en la vida, en la amistad y en la pérdida. Desear siempre lo mismo a alguien a quien quieres es la mayor prueba de que eres fiel a ti mismo.

                  Que ahora pues no; luego entonces sí.
Soy un gato por las esquinas,
el viento cuando camina,
la última calada al oscurecer.

Soy una noche perdida,
el "Contigo" de Joaquín Sabina,
un amor a punto de nacer.

Me tatúo a los grillos para aprender a cantar.
Salto a la comba cuando no tengo nada que hacer.
Vuelo,
para no pararme a pensar.
Y navego,
navego para poder volver a ser
un benjamín, de nuevo,
para volver a aprender a soñar.

Soy miles de conciertos.
Cuatro dardos y quince aciertos,
un tulipán con aspiraciones de ser rosa.

Soy los días que me debo,
las madrugadas en las que me sueño,
intento ser la rima más hermosa.

A veces me salto las clases de la vida.
Hay noches que me cuento miradas en prosa.
Hay nacimientos en los que muero enseguida.

Soy el llanto prematuro
de un niño que por los gatos babea.
Soy las mañanas en vela
por los besos que me hacen ser más puro.

Soy el zapato de Cenicienta,
una carrera sin acabar.
Soy lo que soy antes de empezar... A hablar.
Soy alguien que vivir, intenta.
Soy todo el cielo del paladar.

martes, 7 de mayo de 2013

"Pero dormir el sueño eterno en su cama, me parece excesivo.
Dicen de hay besos
de esos
que te los dan
y resucitan a un muerto.

¿A quién le puede importar después de muerto que uno tenga sus vicios?
El día del juicio final quiero que Dios sea mi abogado de oficio."

Joaquín Sabina.

sábado, 4 de mayo de 2013



                              Los cuentos que yo cuento,
                     son vidas paralelas que nacieron de mis espinas.

       Nacieron con mi acento
                                               entre panes y espigas.                          


                            Para poder contarle al buen Dios
                 
             que es el peor,
                                                             de los sueños,                                        
                                                                                                            que tuve en mi vida.



domingo, 28 de abril de 2013


              Eufóricos latidos en las canciones de cuna de mi vejez. Sonetos hechos acordes que vigilan las entradas de mis oídos. Con eso me atrevo a respirar, con eso me quedo a la mitad. A la mitad de las noches en vela que tengo y que tendré. Con un poco más me duermo y si me quitas una parte me despierto para cantar al alba las mil y una noches que acabé por perseguir bajo dunas de papel. Cambio risas por ataques de tos; de esos que nacen del centro de la cama, de los que te dejan sin respiración como si estuvieras en plena maratón hacia el viento; de esos que te arrebatan el alma.

             Casi llego al momento esperado, ese con el que sueñan los amantes de las lunas del placer; estuve a medio suspiro entre el infierno y el cielo y sin embargo quedé sumergido en el insólito universo del limbo. Casi me vi desesperado cuando vi pasar delante de mis ojos el tren del desatino; casi, casi, casi… Y digo casi porque vi que estaba en llamas; flores en un sinfín de desgañitados gritos hacia el horizonte, sin alegría ni vida mía que pudiera alegrarme los despertares.

             Hoy renazco una vez más para cambiar las migas del querer. Hoy me caigo del cielo para sumergirme en la pasión del que no se espera nada. Hoy tengo la suerte de que todo lo que tengo, lo quiero. Hoy puedo levantar la mirada y saber que no hay nada que me pueda hacer caer en el camino. Hoy soy yo, más yo que nunca. Hoy tengo más ganas de vivir que el que no ha nacido. Hoy, me despido, como más de una vez he escuchado ya, porque me quedo.


viernes, 26 de abril de 2013


                       Pienso que cuando dos personas coinciden en sentimientos no hay quimeras de amor que puedan con ellos, quizás sean los hechos, el caos y el vaivén del tiempo lo que hace ir erosionando los sentimientos y a las personas. Es difícil entrar en el corazón de cada cual y entender lo que otros ni si quiera saben explicar pero no es difícil entrar en el corazón de uno mismo; allí, donde las rarezas más grandes son verdades y donde el Sol se nubla ante los ojos de cualquiera, sólo nosotros somos capaces de entender lo que nuestro corazón, con cada latido, nos intenta decir. Terceras personas son terceros errores, ya que en una ecuación donde solo caben dos, siempre, una parte más, acaba destrozando el resto.
                     Quizás el problema es que nosotros, los humanos, en nuestra inmensa mayoría, no hemos aprendido a amar. Amar no es sexo, no es cariño, no son  ilusiones, ni si quiera son los sentimientos. Amor es todo esto unido, y mucho más; el problema es que tendemos a focalizar el amor en un apartado de nuestra vida. Groso error ya que ¿si el corazón solo atiende a sus razones, cómo va a atender a las que nosotros nos creamos? Mi consejo; amen, amen con el alma, sueñen con amor y amen soñando.

jueves, 25 de abril de 2013


                Escribo más allá del alma, donde se cuecen las nubes. En lugar donde no lucen las espadas. Camino sobre campos de sal que me envenenan los ojos, fluyo como si nacieran rastrojos de vida a mi alrededor. A veces giro inesperadamente para darle la vuelta a la situación. Otras veces sencillamente me dejo llevar por el río que emana de mis pensamientos, para poder ver si paso a paso, arrepentimiento a arrepentimiento, me entero de una cuarta parte de lo que ocurre aquí.
                Es un lugar extraño, nacen claveles del viento y mueren los árboles si mis suspiros llevan espinas. “Camina, camina” parece que rezan los animales que me apuntan con sus miradas. No entiendo nada, parece que los edificios van escalando en una trenza de azahar. Toco la poesía como si fuera el cuerpo de mis sueños. Pero es confuso. A veces noto que es ella la que me toca a mí. Más raro es cuando me caigo; tengo la sensación de una caída libre y a la vez la intranquilidad tranquila de la nada, esa que solo te puede dar un zulo. Parece que voy solo, como si no hubiera mundo y entonces me vuelvo mudo cuando veo que estoy rodeado de gente; sí gente. Gente que camina como si el mundo no les mirara.
                Es un hormigueo. Un constante pasatiempo inquieto que se afila en los tenores de mi garganta intentando explicarme que no son los corazones los que dictan sentencia. Mera apariencia pienso. Entonces pienso y opino y creo. Entonces me quedo quieto. Entonces salgo del sin fin de desvaríos de mi cabeza y me centro. Me paro y respiro. Sigo calada a calada apagando el humo de la calle; matando mi cuerpo, salvándome a mi. Contando las señales que nacen de las bocacalles de la ciudad. Cocinando los sentimientos, corriendo a través de los ojos, añadiéndole azúcar al mar, esquivando las rosas que me caen del cielo.

Yo he coleccionado de todo.
Coleccioné risas que sabían a mar,
amigos que pasaron sin parar,
azules grillos en mis bolsillos.
Llegué a coleccionar vicios que eran como el lodo.

Hace tiempo ya que aprendí
que hay ciertos desniveles en el cielo.
Que todo lo que he cogido
al final del camino
da igual que lo hubiese agarrado al vuelo.

También coleccioné gritos sin espanto,
agujeros negros en el alma
que solo se cosían
cada vez que aprendía
que no hay Dios que pueda con lo que desean las damas.

No tuve más remedio que aprender a ser un gato,
sin tierra ni madre
que me desate de lo que soy.
Qué más remedio que coleccionar amigos de sangre.
¡Qué remedio ser lo que somos!
Coleccionando personas,
forjadas en plomo.


También coleccioné experiencias triviales,
sueños que se fueron
y sueños que llegaron.
Acabé coleccionando festivales
en el corazón,
de esos que se afianzaron.
De esos que se quedaron.
Terminé por agarrar del pelo a la pasión.

jueves, 18 de abril de 2013


Me dan asco los romances que no son verdad, las espinas con sal, las bocas hambrientas sin besos que llevarse al paladar. Me dan miedo las mentiras piadosas, los raquetazos sin pelota; me asusta navegar cuando no es el viento quien maneja, no consigo dormir sin que nadie me mezca. 

           Me inquieto cuando no veo razón ni pensión en los corazones, cuando el cielo más gris que azul te recuerda que hay días que no sale el Sol. Me cabrean los matrimonios de conveniencia, las falsedades enlatadas al vacío. Me desplomo cuando son los aviones los que llegan más altos que las esperanzas. No me siento si me engañan, si me asustan, si juegan conmigo.

No respiro cuando aprietan los rayos del desconsuelo, cuando todo gira en torno a un quiero y no puedo; no me desmayo cuando me hace falta, sólo me oprimo cuando todo sobra, cuando hasta el todo estafa.

martes, 16 de abril de 2013


            En mi cuaderno tengo un par de rimas, siete miradas indiscretas y algún que otro canto al desasosiego. En mi cuaderno; allí donde se cuece y nace mi alma, brilla más el Sol que en cualquier parte del planeta. Cuando me sumerjo en él me encuentro a mí mismo, sin cadenas. Cuando llega el momento suspiro indiscretamente, me abro las espinas para calentar el corazón y me zambullo en el mar de mis sentimientos; como si de una buena tarde de verano se tratara. En él salgo, corro y conozco nuevas partes de mí. Él es el sustento; el hilo que hace que todo lo que sale de mi mente cobre un sentido estable, en papel.
            El idilio entre mi bolígrafo y yo es innato. Siento cada giro de mi mano como si cada sentimiento fluyera con ella, como si cada palabra que hago nacer fuera, en realidad, una creación mía. Es difícil de explicar cuando el simple hecho de escribir te llena, te abstrae del mundo y, lo más importante, te hace sentir útil. Útil, a veces, contigo mismo ya que, en más de una ocasión, me he dado la respuesta a un teorema a base de palabras cogidas al vuelo.
            Cuanto más crezco, (dentro de mi, evidentemente, corta edad) soy más consciente de que mi mundo, el natural, no es más que la plasmación en realidad de lo que vivo yo, o cualquier persona, con el papel. Por suerte o por desgracia, todos vivimos encuadernados, dentro de unas bases físicas heredaras por el azar y que, en apariencia, no nos permite hacer más de lo que se nos dice. Algunos se encuadernan en dramas, otros en el amor, algunos en la vida laboral y otros simplemente se conforman y ni piensan en qué o para qué viven. A veces todo parece perdido; totalmente establecido en base a un camino elegido más allá de lo que podamos o no hacer, podamos o no querer. Pero, al igual que mi cuaderno, sí que podemos coger la realidad y cambiarla; al igual que un simple cuaderno de matemáticas se puede convertir en el mundo de mis emociones.
La clave es muy simple. No es el cuaderno el que determina al que escribe en él. Es el trazado de la tinta perteneciente a la línea de nuestra vida (esa que nosotros pintamos) lo que le da el valor al cuaderno.

lunes, 15 de abril de 2013

‎"¡Qué injusticia!" Le clamamos al cielo cada vez que ocurre algo que entendemos que no nos merecemos. ¡Y qué horror/error tan grande! Siempre nos criamos bajo la manta del "busca lo que te mereces en la vida". Pero, ¿qué es esto? ¿cómo nos puede hablar de justicia una sociedad que sabe que al otro lado del mundo hay miseria? Ojalá existiera justicia; ¿cuántos niños estarían hoy con nosotros? ¿Cuántas personas comerían caliente, vestirían ropa e irían a aprender a una escuela? 
Lo justo y lo injusto es un producto de la mente humana; la naturaleza no juega a este juego tan idílico que pensamos que existe. Unos nacen y otros mueren, y de mientras el león se preocupa de cazar una cebra. Y esta es la realidad; nada de lo que ocurre, absolutamente nada es justo o injusto, simplemente es. Quizás, quizás, deberíamos de enseñarles a todos los niños del mundo que en esta vida no hay que buscar la justicia, sino el ser justos con nosotros mismos, que son cosas completamente distintas.


Hay que cansarse, correr, viajar y volar.
Hay que ser y no ser, creer y no creer, pero sobretodo hay que soñar.
Si se puede nos adelantamos al tiempo,
y si no se puede jugamos con él.
Si creemos en la esperanza que sea sin atascos,
aprovechando el viento,
quemando las calles en vez del papel.

Si vives busca abrazos,
sin mal ni bien;
que te llenen el alma o, por lo menos, que sepan a miel.
Si avanzas o retrocedes, si huyes o te asientas,
da igual el principio o el fin,
lo importante no es cómo comienzas,
lo que de verdad vale es ser feliz.

¿Qué más da la mar?
Si el viento sigue moviendo las olas.
Yo sólo sé soñar.
Cómo si mi vida fuera el Rock and Rol de los Idiotas.

Me senté en la estación con mi guitarra, mis gafas Ray-Ban y un par de despojos que me salían del cielo de la boca. Tostada en mesa y mirada al aire. 
Mirada tan suspendida que me percaté de un joven de unos 30 años, la edad de mi hermano quizás.
Iba de silla en silla, disimulando, buscando un despojo pero que, en su caso, llevarse a la boca. Me quedé en blanco, sentí tanta pena que hasta le dejé lo que me quedaba de tostada, al fin y al cabo lo que a él le faltaba a mi me sobraba en demasía. 
Entonces comprendí lo grande que es el mundo y la incoherencia que hay en él; lo que para unos es tener el agua al cuello, para otros no sería ni el comenzar a contar la historia de sus vidas.
Desde ahí, mi amada guitarra, mis Ray-Ban negras y hasta mis pesadillas se habían convertido en meras actrices secundarias.

Toda persona lleva un distintivo, un algo, un "no se qué" que nos marca como lo que somos; sin tapujos. Ese dato abstracto que corresponde a cada cual y que jamás en la historia se repitió, es lo que tenemos que defender hasta el último momento de nuestra existencia; no podemos olvidarnos de quienes somos, de cómo somos y de qué queremos ser. El contexto es mera apariencia pero no podemos olvidar que vivimos en el contexto y que él, nos guste o no, es al final lo que puede acabar cambiando ese interior nuestro. Hay que vivir con él y amarlo en cierta forma; pero no podemos vivir por él.
 
               Nuestro interior es lo que nos hace ser lo que somos. No dejen que el contexto les modifique porque entonces te diluirás en un sin fin de axiomas sociales sin sentido que, respeten mi opinión, son una mierda.

               Si hay una frase de Serrat que llevo por bandera es aquella que dice "que nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio". Y bien cierto que es. Sólo nos queda acatar la verdad. Pero ojo, no abusen de ella; que aquí lo que verdaderamente vale es lo que somos, no lo que el mundo constantemente quiere que seamos.

La Barrosa




Hoy volví a la playa q me vio crecer; hacía mil que no iba por esos lares, de buena manera, y que sumo error. Es una maravilla, a la vista te la hace florecer y el aire te refresca el alma. Además la arena fina se cuela entre los dedos como la buena música por el oído. El mar siempre de fondo, gritando en silencio, como si cada ola fuera un ataque de risa. Te coge y te suelta, te atrapa; como si no tuviera otra cosa que hacer que observar como tú la miras. Tan bella y pura, tan joven y vieja. Única.