lunes, 23 de diciembre de 2019

Perdona que te escriba a esta hora
pero es que me acordé de ti.
Y eso que renazco entre olas
con otro acento.
Me sigo acordando de cómo mirabas
con desprecio,
mis improperios.
Y aunque estos versos no rimen
sonrío con tus "no pudo ser".
Pero es que cada día te veo más en mis sueños
y recuerdo mejor tu rímel.
Y mira que no me fijé,
joder,
mira que lo imaginaba.
"Tío, te va a pasar",
y ahora me veo vagando de derecha a izquierda
a ver si me centro.

No se puede andar
por Madrid de esa forma,
ni bajar los humos de cualquier don nadie
cambiándole las normas
igual que cambia el aire.
Te digo que no,
que tus ojos cambian los antojos de cualquier cantautor;
que si me fijo en tus piernas
se cambia de acera
hasta mi mejor versión.
Que así no se puede,
que si te imagino se me para el reloj.
Que todos los días
me cambiaría
por un pájaro que vuela
a ver si te veo tender la ropa
y todas las tardes cambiaría mis siestas
por tocarte la boca
como lo hace el carmín,
los viernes,
con tus copas.

Estuve tan ciego
que cambié el te quiero
por un mal perdón.
Y a determinadas horas le pido a la virgencita de los vientos
que me de otra oportunidad.
Y como no llega me encabrono
aumento la cuenta de mis amores
y me mato por no tenerte,
menuda maldad.

Tampoco pido tanto.
Tenerte otro rato.
Hacerte el amor.
¿Qué más quieren si hay cosas que uno prueba y pierde el control?
Yo no puedo ser más un imposible
la última vez que me enamoré
perdí un buen pacto
y un imperdible.

Y ahora mírenme,
jugándome la boca
sin pena ni gloria
por otra mujer.
Eso sí, esta en sus manos esconde
un alma de roble
y en su pecho mi mejor escondite.
Ahora que juego a escribirle
me siento lejos;
que pena que sea la más guapa
con alma blanca
y mi mejor deseo.

Su corazón
esconde los versos
en forma de besos
del mejor amador.
Que su forma de ser
es gloria bendita
y sus manos alivian
cualquier mal dolor.
Que sus gracias me hacen sentir
mejor que en una cuna.
Ojalá yo pudiera dormir
los días que llueve
entre su pelo y la Luna.

Ay, qué calor.
Qué en sus pies han hecho estufas
y su piel es un radiador.
Que su ombligo
está hecho de trigo.
Y su bajo vientre es mi perdición.
Qué a los 17 escondía un ejemplo
de cómo hacer sentir viejo
a cualquier soñador.

Ya paro aquí.
Que a esta hora ya estás durmiendo.
Que no es lo mismo soñar que soñabas
que estar entre sueños,
soñando, que te estoy escribiendo.
A ver si me entiendes
cuando la próxima vez que te bese
y te diga al oído
que mejor que te quedes.

viernes, 6 de diciembre de 2019

Me da pánico
que estés y no estés
hasta cuando no estoy.
Me aterroriza que cruces miradas
con cualquiera.
Me envejece más todo hoy
si al después del mañana
le faltan tus maneras.
Me da miedo que sonrías
si estás sonriendo con otro.
Me mata.
Me mata que cada vez seamos más tú,
más yo.
Y sin un suspiro del nosotros.
Temo despertarme un día y aceptar que trabajas lejos.
Me encantaría acompañarte hoy hasta casa, un beso,
"Mañana nos vemos".
El día que me enamoré de ti mirabas de reojo a una cámara,
sostenías un vaso
y yo no estaba.
Sonreías, hablabas de mi.
Hacía frío en mi casa
y jugaba con mi chico.
Ese día me pensabas
y yo pensaba en ti.

Ese día parece que no pasa.
Y si pasa lo hace lento.
Ese día tiene raza
y sopla en mi interior como el viento.
Tus ojos de bombero acalorado
reposan en el pasado
y suenan a rockandroll.
Y a la vez, en el cajón de tus pecados
se cuece un regalo
con soga y tizón.

A veces te imagino y mi mente te ensueña
como si estuviera leyendo un libro
a tapa descubierta.
Y te recuerdo a risa suelta
y a insulto escondido
mientras miro por la puerta
si ya has subido.
Qué más quisiera acariciarte el pelo
mientras te acabas ese vino.

domingo, 29 de septiembre de 2019

Los domingos eran inviernos
hasta que encontré tu tocador.
En mi coche huele a verano
y cada cuatro asientos
me acomodo el retrovisor.
¿Cómo pueden ser tus besos
más fuertes que el whisky on the rocks?
Si tus manos son de terciopelo
y tus ojos dulces como el melón.

¿Y qué me dices de las vistas
que nacen de tu balcón?
Si desde ellas veo la Alhambra,
la Torre Eiffel
y escucho la orquesta Mondragón.
Nunca imaginé que hacer turismo
era tan fácil
sin salir de una habitación.
La verdad es que siempre fui frágil
a las musas
que viven con el corazón.

No puedo decir nada que no te haya dicho.
Ni añadir algo que no te imagines.
Pero si quieres, te lo repito.
Puedo en un papel
o en tu espalda.
Pero prefiero recitártelo al oído.
Bajito, como haría Lorca
en su Granada.

Y aléjate despacito,
descalza,
mirándome y sonriendo.
Enciende la luz
busca un escondite.
Y juega a seguir siendo
bola de nieve en fuego.
Qué yo seguiré aquí, tumbado
pensando
lo que te acabaré escribiendo.

viernes, 27 de septiembre de 2019

21/09/2019

Su pelo era el Mar Rojo
y en una barquita pescaba
en mis pupilas.
Su cintura bailaba
al ritmo del sonreír de mi tacto
y en su corta estatura
abracé sus cosquillas.

Solo hablaba de mi,
sin cigarro en la mano.
Siempre me gustó su perfume,
y yo feliz de que no lo haya cambiado
me atreví a bebérmelo.
Me susurraba algo que parecía latín
o eso quise leer en sus labios.
En la oscuridad me anclé a su espalda,
me desquicié despacio.
Y bajo las sábanas sembré
un mar de caricias y besos
y eso que no estábamos en temporada.

Se quedó a mi lado
y durmió.
Descansó
como en un domingo de resurrección.
Lo que unió la historia
lo acabó diviendo el despertador.
Y ahora la tengo
andando entre los andamios
de mi corazón bendito
preguntando a cada persona que dónde estoy.
Y eso que no me he ido.

lunes, 23 de septiembre de 2019

Hoy te he soñado
rizada,
sonriendo y andando.
El sol había clareado tu pelo
y paseabas tus andares por mi sueño
como si de una realidad manifiesta se tratase.

Estábamos en un camino, a media tarde.
Debería de ser verano y el suelo estaba seco.
Tú eras el agua que necesitaba todo aquello
y te tenía yo,
y me tenías.
Y el paseo no acababa porque hay vidas que no deberían de acabar nunca.
Aunque sea inevitable terminar dando un salto de la cama.

Cómo lo aclara todo tu sonrisa.
¿Cómo?
Si estás tan lejos.
Cómo me pudo valer otra cosa.
No tiene mucho sentido.
Será la condena de la piel y los gemidos.
Al menos ahora te tengo
aunque nuestro tiempo quepa
en pocos suspiros.

lunes, 16 de septiembre de 2019

16/06/2019

El día después es una burla.
Un "no me importa".
Un "que os den".
El día después es una patada
a un perro callejero,
el asiento de un tren.
El día después amanece
como si no hubiera un ayer
entre el cuándo y el dónde
de un alma que grita.
El día después es un día más
en una suma que resta
en el cuaderno de nuestra vida.
El día después crece en alguna semana,
que ya no cuenta.
El día después es una mujer de pechos operados
que al café de mi pasado
le suelta un "nunca más".
En el día después morirán niños
y nos dará igual.
En el día después te menea el viento.
El día después te da y te quita el aliento.
El día después es una dedicatoria,
sin mala fe y con oratoria
cantada al anochecer.
En el día después crecen los enanos
vuelves a nacer
o estás muerto, ya sin querer.

jueves, 29 de agosto de 2019

Salí de la nube negra
entre ron y paciencia
saludando a las dependientas
y soñando
con la mente despierta.

Me despedí al cara y cruz
y no miré atrás.
Me puse las gafas
huí de la caza
aprendí a hacer vudú.
El monte no es tan alto
cuando lo subes tú
si llevas las botas adecuadas.
y no unos pies blandiblú.

Con las noches que he vivido
Peter Pan ha crecido
y tengo para siete poesías.
Seis son para mis miedos
las otras mil
te las dedico a ti.
Sin recelos.
Ojalá aprendieras a leer
con los ojos que yo te veo.




lunes, 26 de agosto de 2019

La noche es una bajada de tensión
a los pies del pantalón
y con el viento de banda sonora.
La Luna me llama la atención
cuando está llena y hermosa
mientras se bebe de un tirón
la última copa.
"¿A dónde vas?"
Me vibra el móvil.
Y yo que no sé contestar
sigo mi camino
mientras suena la aurora.
Escucho tus tacones de melodía ensimismada,
mientras se cierra fuerte un cajón
bien temprano, en la mañana.
Miro de reojo
salto por tu antojo
me aferro a la cama.
Soy gato que no quiere gata
y cuando suena el frío
vuelvo a las andadas,
entre el ropaje y el dopaje
la competición se amaña.
Y mis ganas se matan.
Italia es una bota
y el Algarve una barbilla.
Mi Sol cabe en una gota
y tu mundo en una tortilla.
El mío que se oxigena,
el tuyo que se enfría.
Y mi corazón una tormenta
de confetis y sonrisillas.

martes, 6 de agosto de 2019

Voy a huir del mecenazgo del corazón,
de tus praderas de caoba
con sus remitentes y sus canas.
Quiero volar,
usar mis alas,
subirme a la ola.

Soy un juntaletras que a media noche piensa en ti
y a la noche entera ya no se acuerda.
Mientras, se desnuda frente a un papel
se fuma un cigarro a tu salud
y se ríe de las indecisiones.
Al reloj se le olvidó las tres
te cobró el pecado de juventud
y te pedirá explicaciones.
Para entonces ya tendré vuelo,
tu un desconsuelo
y el cielo un alma más que pasear.

Felicidad ficticia,
calentón -pre-maturo.
Salvar al alfil,
el alma en un puño.

Y en la esquina una rubia
que juega su turno.

viernes, 2 de agosto de 2019

      De todos los nidos donde he estado solo recuerdo dos en los que la almohada no quemaba. En el primero de ellos el idioma no era el mío y la distancia ardía como lo hace el hielo, pero qué feliz que era. En el segundo, que parecía un anuncio de los 90', acabó el cuarto inundado  y la cama deshecha. Entre la aparición de uno y la desaparición del otro se mecen un sin fin de catastróficas desdichas que me hicieron el hombre más dichoso del mundo, pese a que fue mi mundo el que acabó desértico.
        Siempre he estado a caballo entre el inconformismo y el miedo. Miedo a perder o ganar demasiado, miedo a no estar conforme con lo que me quede de la pensión del corazón. Y claro, eso se vuelve un semáforo en ámbar cuya resolución queda en el aire como una pelota que se pasea por el aro sin saber si entrar o salir.  Pero bueno, qué sé yo, si solo soy un pobre hombre que se limita a equivocarse lo menos posible mientras lo hace irremediablemente.
         Mi corazón vive entre quimeras, uno nunca sabe qué tiene delante. Y es normal, no somos adivinos ni casamenteras, al menos, en parte. No sé porqué me aferro a lo perdido tanto como a lo que tengo, como si lo primero valiese más que lo segundo. Me resulta un defecto repetitivo y angustioso. Como si el ahora no fuera suficiente. No puedo evitar de la misma forma recordar según qué cosas ni ilusionarme por según qué lunares, aunque parezca incompatible, aunque sus apellidos sean de otra isla.
          En medio de todo estoy yo, como si fuese espectador de tenis y el tiempo un velo de arena que se va de la misma forma que viene. Todo a doble corazón, uno que nace y sueña frente al que se indigesta y despide. Debe de ser normal confundir el hola con el adiós, supongo.
           Y  a todo esto espero que entiendas a qué me refiero, que no creas que juego a nada. Espero que te pongas en mi lugar. Espero que no me esperes, que ya te esperaré yo cuando toque y que si por entonces tú no estás, espero que no nos muramos del "qué pudo".  Espero que no te enamores hasta que yo pueda. Espero que, ahora sí, nos respete el tiempo y que el espacio nos coincida. Espero que tengamos suerte y que el reino no se vea sin sus reyes y sus reinas.
            Que te persiga la felicidad, que aciertes en tus decisiones, que me recuerdes, que te mimen, que te miren con los ojos y el corazón que lo hago yo, que te acaricien todas las mañanas y que te besen, por Dios, que te besen cada vez como si fuera el último beso. Que te escuchen y te comprendan. Que esté loco por ti. Que se sacrifiquen por tu felicidad como lo hice yo aunque les cueste el puesto, si se vuelve necesario. Porque eso es lo que vale, tu felicidad. Porque si son como yo, eso es lo que les acabará haciendo feliz. Aunque ya no estén ahí para verlo y aunque por momentos se sientan muertos.
             Vivan los nuevos amaneceres, aunque lleguen nublados y sin dueño y que la señorita Maisel nos dedique un monólogo al alba. Y que sea con un inglés con acento holandés, a ser posible. Que del resto ya nos ocupamos nosotros.




Cuatro días a la semana me muero por ti,
los otros tres
me muero contigo.
Y después están los años bisiestos
que los dedico enteros
a buscarte el abrigo.




martes, 30 de julio de 2019

Mi joven de la perla.

Puede que rompiera a llover
cuando ella despertó.
Se miró al espejo,
sonrió al reflejo.
"No hay nadie como tú, mi amor."
Cada vez que se recoge el pelo
me muero de ardor
y eso que ya no tenemos el mismo cielo
ni compartimos el mismo sudor.

Ella era mi joven de la perla,
la musa de todo escritor.
Preciosa saliva,
besos de manila,
el mejor tema de rockandroll.
Si volviese a pasearse a solas
por las espinas de mi corazón
le cambiaría el acento a mis latidos
para quitarlas de sopetón.

Cada sábado de madrugada
toca festejar que la luna llena se hundió;
sus pupilas carbonizadas,
sus cejas aladas,
sueñan con nadar en alcohol.
Y eso que no lo necesitaba,
era seda calada
y el tiempo un mero espectador.
Cuando la miran mal aparezco,
les zancadilleo a escondidas.
Anoto sus sombras,
me embobo en sus mejillas.
La imagino fríamente como camina.

Por ella  habría subido al cielo,
secado cien mil miedos
y cazado mis pesadillas.
Habría cambiado de senda,
matado la pereza.
Habría aprendido a pintar
a mí joven de la perla.

En los Países Bajos
es fácil pillar atajos.
Pero en pleno siglo XXI
te vuelves inoportuno
si tocas demasiado a la puerta.
Y la pintura se secó,
no se humedece ni a besos.
La voz quebró,
hay arte hasta en sus recovecos.

Su oreja brilla,
su boca respira.
Ojalá la pudiera sacar de la tinta.
Para asalvajarle el pelo.
Qué más quisiera
no andar para viejo.
Para soltarle al oído
qué es lo que quiero
sin que el mensaje
acabara en un mal "no puedo".

Por ella habría aprendido cien mil lenguas,
aprendido a bucear,
a dejar de roncar.
Habría matado mis problemas.
Yo tenía el pincel,
ella es mi joven de la perla.

Ojalá estuviera en mi hombro,
apoyada,
viendo lo que escribo.
Ojalá me pusiera pegas
aunque fuera sonrojada
mientras la miro y sonrío.
Ojalá se quedara frente a mi
cómo si fuera un cuadro
e hiciera como si le gustara lo que le leo
mientras me coge la mano.

De ella aprendí que el amor es arte.
Y como todo arte, tiene su parte inmortal.
Aunque haga frío fuera.
Por eso aunque de ella solo me quede una pintura
me paso las noches en vela
escribiéndole al oído
y soñando con su perla.

Escribiéndole al oído
a mi joven de la perla.




lunes, 29 de julio de 2019

Abres los ojos.
Derecha.
Izquierda.
Enciendes la luz.
Un bulto.
+"No eres tú."
-"Son las siete."
Te destapas.
Te vistes.
Cierras la puerta.
Desayunas.
Abres la ventana.
Te duchas.
Salgo a correr.
Me ducho.
Estudio.
Trabajas.
Almuerzas.
Descansas.
Salimos a la calle.
Siempre bajo el mismo cielo.
Ríes.
Reímos.
Juegas.
Jugamos.
Vuelves a casa.
Y estás tú.
Tú y la luna, bajo el mismo sol.
Han caído las estrellas,
parece estar lloviendo.
Tu mente se queda sola.
La pared aprieta,
se está excediendo.
Llega el sueño.
Pronto estarás dormida.
¿Empezamos de nuevo?

sábado, 20 de julio de 2019

Me quedo sin batería los lunes que da malo,
me ausento cuando espero a que me toque en el médico,
me abstengo cuando tengo que votar
si mi decisión no sirve para hacerte creer como a los clérigos.

Me asusta el impasse,
los retrasos en los aeropuertos,
las musas reventadas.
Me quema el olor a alquitrán,
me duelen mis manos entre otros dedos,
las noches de luna y las hadas.

Las persianas que te ciegan,
el sol de primavera con frío.
Me ahoga la niebla.
Me perturban tus quejidos.

Si cruzo miro para encontrarte.
Siempre descuelgo el teléfono por si eres la operadora.
Cuando sueño lo hago vestido de gala,
por si toca boda
y sigues igual de guapa.

Juega jugando a ser bella,
a ratos viaja en vela.
Cuando camina, revientan
las luces y las estrellas.

Rompe la noche con una sonrisa
y vive lento y a toda prisa
creando un mar de cien pueblos
donde pintar la pared de sueños.

jueves, 11 de julio de 2019

Los pies descalzos en la arena,
su vestido azul roto,
sus lágrimas agua de coco,
Portugal que sale a escena.

Mis manos que se desllenan
cada vez que pasas por mi casa
y juegas a querer que no me quieran
olvidando el peaje y su tasa.

Me gusta beberte y beber contigo.
De jueves a sábado.
A picarte.
Darte mi abrigo.
Me gusta cansarte.

44 puntitos desde el faro,
un buñuelo y un reloj.
Demasiada receta
para tan poco corazón.

Me tratan mejor las nubes desde que no estás,
o desde que estás.
Ya no sé a quién le hablo.
Me salen mejores cartas desde que estás,
o desde que no estás.
Ya no sé por quién me callo.


lunes, 17 de junio de 2019

Tan solo un cuarto.

Me conformaría
con que la gente que conozco
me gustara tan solo un cuarto
de lo que tú me encantas.

Lo haría.
Y seguiría buscando tus ojos
como hacen en la noche los gatos.
Me casaría con ratas,
por tenerte otro rato.

Me serviría
entregar la mitad de la vida que me queda
si la otra mitad la paso contigo.
Me aliviaría
hacerte una poesía plena,
pero no me dejan los suspiros.

Me alegraría
que fueras la mujer más feliz.
Moriría cada mañana por eso.
Me bastaría
con saber que vives lo que te toca vivir
aunque no sean míos tus besos.

Necesitaría
comprobar que te amarán como lo hago yo.
Para así poder retirarme tranquilo.
Me partiría
durante 20 vidas más el corazón,
solo para volver a tocar tu ombligo.

Y perderme en él,
en ti y en tu pelo.
Y morirme de risa aunque me fueras a matar de amor.
Y volver a cometer los mismos errores.
Los mismos,
para así volver a poder besarte.
No cambiaría ni uno,
aunque me llevaran inevitablemente a estas palabras.
A estas palabras ahogadas en ti.
Ojalá pudiera volver a conocerte,
volver a ponerte nerviosa,
a cabrearte,
a volverte loca.
Ojalá estas palabras  tuvieran magia,
ojalá yo hubiese sabido mantener la mía.









miércoles, 12 de junio de 2019

Siempre está en mi mente acosándome,
preguntándome cómo me ha ido el día,
a veces ignorándome.
Se pasea por mis recuerdos y me atrapa como una enredadera
para luego colarse por mi ventana en forma de alguna canción.
Siempre que puede me recuerda que no tiene compasión.
Y yo hago lo que puedo por seguir respirando.

Yo no la busco pero ella siempre me encuentra.
Sabe por qué calles ando,
y más si estoy de juerga.
Me cuida, aunque esté lejos.
No la quise cuando estuvo cerca.
Tiene el don hasta de escuchar a los que no hablan,
de volver loco al que nunca perdió la cabeza.
Es increíble, en todos los aspectos.
Y yo, me limito a observarla como haría cualquier entendido en la materia.

Su acento es el deje que entreteje el amor entre la luna y el sol.
"No nos tocamos pero nos sentimos".
Tiene una profundidad en su mar claro que atraparía al mejor nadador.
Su corazón, siempre en alerta, me chivatea de vez en cuando algún que otro secreto.
Y a mi, eso, me devuelve a la vida
por momentos.

Cómo reía, cómo caminaba,
cómo bromeaba, cómo jugaba con su pelo.
Cómo la ignoraba y cómo la anhelo.
Cómo me gusta, cómo nos llamamos.
Cómo se va y viene. Cómo me mato.
Cómo iría a por ella.
Cómo la tengo tan allí.
Cómo la siento tras la puerta
cuando quiero salir
junto a la pared que manchamos.
Cómo está y no está.
Cómo me pierdo.
"¿A qué hora sales de trabajar?"
"Hoy no toca, cielo".
Cómo sobrevive a la semana.
Cómo late su corazón.
Cómo se lame las heridas con ganas.
Cómo vuela al por menor.
Cómo se pasa de Madrid a Venus,
cómo sueña.
Cómo me la imagino tomando el sol,
cómo deja mi boca seca.





domingo, 9 de junio de 2019

Me tiene demasiado loco.
Perdería los dedos por acariciar sus piernas todos los días,
cada minuto,
aunque sea un poco.

Saltaría por sus nudillos,
esquiaría por su espalda,
me bebería su costado.
Le hablaría lentito al oído
contándole mis ganas
de soñar a su lado.

Cada segundo sería un beso.
Pintaría el mar del color de su piel.
Mi trabajo sería construirle versos.
Abriría todos los caminos que se me cierran
por volverla a ver.
Y todo sin quitarle el ojo a sus lunares.

Si tuviera la oportunidad me perdería en su pelo,
la abrazaría cuando se sintiera desnuda,
sería su eterno consuelo.
Haría de sus pechos, mis altares.

En sus pestañas hay más vida que en el sistema solar
y eso que son cortitas.
Su iris marrón sabe hablar
sobre todo si le borbotea una sonrisa.

Parece que nació para hacerme reír.
Desde que la conocí
me cuelgo de sus hombros siempre que puedo.
Correría hasta ella cada despertar
si no fuera porque me hace sentir los pies lejos del suelo.

Bajo su jersey esconde una verdad
que guarda su corazón
y proteje sus dudas.
Es su boca la que sabe besar
como lo hace la vida
cuando te educa.

miércoles, 5 de junio de 2019

Aquí donde yo vivo.

El aire está quemado.
El suelo amarillo.
Aquí donde yo vivo.
Los árboles se han deshidratado.
La muerte sube por los tobillos.

Los pájaros no tienen donde descansar.
Los insectos se acumulan bajo las piedras.
Los rastrojos sueñan con volar
aunque vivan entre la mierda.

Hace meses que no cae una gota de agua.
Los pozos están vacíos.
Las malas hierbas desean ser algas
solo por experimentar un poco de frío.

Y en medio yo,
que escribo.
Arrancándome el corazón
y dejándolo entre estos olivos.
Voy desapareciendo sin perdón,
relacionando soledad contigo.
Porque vivir sin ti
es como sobrevivir aquí,
todos los días,
solo conmigo.




viernes, 31 de mayo de 2019

Tú te ahogaste en mi no forma de ser.
Yo acabé acusando el traspiés.
Nos pasamos
o no llegamos.
Vete tú a saber.
Lo que importa es que estamos fuera.
Y que cuesta
volver a creer.

No es que estuviera hundido,
andaba en otros niveles.
No es que no quisieras,
es que estabas en otros vaivenes.
Paseabas de lado,
yo mareado:
"Mira, no te puedo ayudar".
"A ver si nos vamos de fiesta".
"No, cariño,
la siesta
me sentó fatal".

Saliste escardada de no poder andar,
yo en mi cueva aprendía a jugar,
y ahora volamos
condenados
a no volvernos a besar.
¿Por qué no paramos quietos?
Es sencillo,
era la hora de cerrar.

Cada vez que te has roto
he puesto una vela en tu nombre.
De baile en baile
me volví loco
y, a tu costa,
metí mi corazón en un sobre
y lo mandé
a la tierra seca
donde van a morir las notas.

Y a estas horas ya no me lees.
Y por estos días me caso con todas
las olas de "la mer"
para divorciarme a la noche.
Confundí tu sonrisa
con la luz de los coches.
Casi me mato
por sentir que eras perfecta
como la Mona Lisa.

Tú piensas que yo soy una persona que no soy.
Yo me pierdo sabiendo que somos para los dos.
Pero qué más da,
nunca tuve perdón.
Nadie miró por el ayer ni el mañana, se condenó el hoy.
Casi me salvo
a contrabando
pero me quisiste disparar.
Hace tiempo que dejamos de hablar,
pero no me pidas que pare de cantar.
Si no me quieres ver,
correveidiles.
Porque yo sí voy a saltar.

No es mi culpa que abandonaras
justo antes de llegar a la meta.
No es mi culpa que decidieras fallar.
No controlo ni mi mal ni tus penas.
Solo sé que no me vas a encontrar
ni al final del camino
ni a favor de un te quiero.
Y es una lástima
porque tuviste mi cielo.
Y ahora se pasó la página,
se quemó el hielo.
Y de todo lo que tengo
solo me quedan un par de "no puedo"
para vender.
No digas nada,
sola lo puedes entender.


jueves, 30 de mayo de 2019

Lo siento.

Son las siete de la mañana y no ha amanecido.
Suenan los buitres desde sus ramas.
El equipaje sigue en la maleta.
Cruje la cama.
Se queman las casetas.
Se escucha la canción del principio.
Me quema su espalda.
Me giro.
Vuelven mis fantasmas.
Vuelan los aviones.
Mueren las opiniones.
Huele a Praga.
Cristales de bohemia.
Hostales.
Epidemia.
"¿Quieres un par de postales?"
Arde la sala.
El cine no fue tan mal.
"Me gustan tus lunares."
Sudamos sal.
¿Hay que volver a empezar?
El coche en la puerta.
La señora de la limpieza.
El humo, concentrado.
Automático.
Tocar.
"Eres azucena."
El afán del feliz por la tristeza.
Corazón condenado.
"¿Nos vemos mañana?"
"No sé, morena, veremos."
La cara lavada.
Ojos que marcan el paso.
No será lo que seremos.
Flirteo en lava.
Me vales a ratos.
El sol que saluda.
Volcanes.
La puerta que deslumbra.
Yo y los huracanes.
Tú y las complicaciones.
Nosotros anclados en un mar de inundaciones.
Me llamas y no te veo.
Y colgando entre nuestra ropa
un deseo.
El suyo que se cumple,
el mío que dura lo que duran estas cosas.
Cuando perdiste tu vestido de rosas
se cerró la ventana.
No me malinterpretes.
Todo es lo que es.
Ya nada vale nada.
Lo siento.
Solo sé mentir cuando me da la gana.


martes, 28 de mayo de 2019

Bragas y un proyector.

Marina siempre olvidaba regar las flores,
para eso siempre llegaba yo.
Y ya en el crepúsculo de sus dioses
todos reconocen
que ya no entro ni con calzador.

El despertador la levanta temprano,
tiene un millar de cosas por hacer.
Dentro del estrés de su trabajo
encontró un par de brazos
que cuando quiere le llevan el té.

Una estrellita se despierta apuntando a su cama,
de noche en pijama,
la quiere hasta enloquecer.
Y a la misma hora siete madrugadas por semana
agoniza mi persiana
por no poderles tener.

Baja escalones de tres en tres.
Me prometió un mundo,
un par de ascensores
y sus ojos de miel.
Y acabé con el pagarés en el suelo,
un gran desconsuelo
y una deuda en el bar de ayer.

En el fondo nada fue lo que fue.
Yo esperaba
unas bragas
y un proyector.
Y aquí estoy escribiendo versos
sin almendras y con ardor.

De lo poco que tenía
no me arrepiento de habérselo dado todo.
La amaba con locura,
por ella nadé en lodo.
Mi Marina era hermosura,
de la cabeza a los piés,
de codo a codo.
Let it be, my friend.

Y unos años después
vuelvo a tener sombrero.
Y el corazón con agujeros
como un queso de gruyere.
Aquí no estoy pero me quedo
me oigo al despertar.
Mi piel de neopreno
se enfría por no echarse a secar
mientras mis ojos miran mi cielo
y yo me paseo
entre tu recuerdo
y su forma de besar.

Lo primero que busqué al perderla fue encontrarla.
Luego acepté que se había ido.
No era un punto y aparte.
Se fue a donde habita el olvido.
Y ahora me centro en aceptarla
como un amor vencido.

Marina quita el hipo
dos veces por minuto.
Cuando quiere le para el viento
al más difunto
de los contentos.
Marina si quiere, es tu tiempo.

Y ya el mío está consumido.








lunes, 27 de mayo de 2019

Te echo de menos.

Te echo de menos cuando camino por la acera,
cuando brindo con vino
o juego en la arena.
Lo hago a deshora,
con el corazón haciéndome el pino.
Te echo de menos, a solas.

Cuando llueve,
cuando oigo a alguien cantar,
si me cambian de idioma,
cualquier día a las nueve,
o si duermo con otra.
Lo hago aunque me duelas,
como se hacen estas cosas.

Te echo de menos hasta en primavera.
Donde mi mente no piensa.
Lo hago cuando sonrío
y cuando no.
Te imagino riendo
como solíamos hacer los dos.
Y te echo de menos sin remedio.

Voy a hacer la compra y lo hago,
salgo al cine y eres mis palomitas.
Si ceno, me atraganto
porque se me cierran hasta las costillas.

Estás en los ojos, el tren,
en el sol, en mis despojos,
hasta en mi fe.
Te echo de menos cuando te sueño
y solo duermo para volverte a ver.

Echo de menos no echarte de menos.
Hasta tus gritos me parecen poesía.
Tu piel.
Tu forma de ser.

Se me va la vida.

No puedo seguir escribiendo,
este papel no aguanta mis mejillas.
Te echo de menos, ahora,
mientras firmo mi despedida.
Quizás volvamos a nacer
con la lección aprendida.
Pero hoy toca remar,
remar hasta conseguir quererte
tan solo a escondidas.

jueves, 23 de mayo de 2019

Verbo pronunciando un sujeto.
Luz de noche.
Amuleto.
Suspiros.
Sonrisa enlatada.
Del final, el broche.
Sensación de alivio.
Gata enamorada.
Tus pies, música.
Tu peso, en mi pecho.
Tus manos, lúdicas.
Miramos al techo.
Labios de cera.
Manos al vuelo.
Brazos a la espalda.
Tú, consuelo.
Mis ojos que queman.
Dos soles que observan.
Reloj que se para.
Andares que frenan.
Ignorar el teléfono.
Volver a las andadas.
Viajar a espantadas.
Vivir sin alérgenos. 

martes, 21 de mayo de 2019

Las canas que van naciendo
se miran de reojo,
se preguntan qué están haciendo,
quién es la chica por la que me sonrojo.

Las tardes se van
y cuanto más la miro, más me mira.
Su cintura dibuja un refrán
cada vez que la acaricio por encima de las rodillas.

Y si me callo, ella no habla.
Y si me levanto, me sigue.
Cuando subo, baja.
Si me despido, no sonríe.

Y así cada día impar,
para que los pares, rechisten.
De entre sus dedos se escapa la sal
que acaba en el mar y los arrecifes.

Seda, piel de seda.
Ojitos que se clavan en mis ojos,
por color el de nuestras noches en vela.
Mi razón que ya no es un despojo.

El sol se despierta por ella
y la luna alumbra porque la busca.
De sus piernas nace la naturaleza
y se alimentan un par de musas.

Sus besos saben despertar
al más cansado de los corazones dormidos.
Súmale su boca de pan
y comprenderás mis suspiros.

Pasé una vida
de la oliva
a la miel.
Y resultó ser tu cálido invierno
en la piel
el que me iba a convencer.

Y eso que sigo sin creer en nada.
Nada que no seas tú.
Tú en este mar en calma.

Cuando quieras jugamos a no crecer.
Total, ya es tuya mi alma.




lunes, 20 de mayo de 2019

Damas y caballeros,
vengo del médico del corazón,
que dice que del infarto de aquel febrero
me ha revertido el colesterol.
¿Y ahora dónde meto el bono del gimnasio?
No hará falta ir despacio,
y qué sé yo.

He llegado a casa y adivinen,
todo parecía de cine.
Todo sin hacer y la dueña fuera.
Era la mía para aprender a cocinar
y antes de que llegara se me quemó la cena.
"No te mereces ni el aire que respiras",
mira chica, solo fueron dos palabras
y no fui yo el que la besó.
¿Pero qué quieres que te diga
si hay mentiras que huelen a verdad
y en mitad de un mal te quiero
solo caben las caricias que no me das?

Total, que aquella noche dormí fuera,
qué podía hacer si volaron sartenes por la escalera.
Al principio pasé frío y con razón.
Pero pronto me di cuenta que cambié del invierno al verano
como lo hace mi gata al cambiar de habitación.
No es que ganara un hijo es que perdí un cuarto de baño al roquefort.

Y antes de mi, pobre el sin fin.
Que se acaba viendo que le cogen por el retrovisor.
No os molesto más
que la barra del bar me vuelve pesado.
Y la última vez que me emborraché
a más de uno le conté
con quién acabé acostado.

viernes, 17 de mayo de 2019

Quería contaros que cuando me mira me late el corazón,
que sus manos me quitan la sed y que hasta los lunes son viernes si está ella.
Quería hacerlo en varios idiomas, pegado a una botella, sin comas, para que así me entiendan las estrellas.

Quería explicaros que es de tez clara, que le gusta caminar entre bambalinas y que no le tiene miedo a nada.
Que en su pelo de noche clara podría dormir yo si no fuera por los temblores que me provoca su cuello.

Ahora que me escucháis, deciros, que sus ojos son dos perlas nacidas en invierno,
que no hay gloria que no pase por sus cuentos,
que escribir merece la pena solo por hablar de sus gestos.

Ahora que os la presento veo en vuestros ojos el reflejo del que nace.
Ahora que os saluda entendéis porqué hoy vivo en carnavales.

Ahora, miradla. Es diamante en bruto, oro.
Poesía, sueños, alegría, belleza. Pura belleza.
Y ahora, miradme. Mirad esta sonrisa que nace en un sueño y muere en estas letras.

Porque cuando pienso en ella me veo en un lugar oscuro en el que solo estamos los dos.
Ella me mira.
Yo le aguanto la mirada.
Me tiende la mano y cuando la cojo, se ha ido.
Siempre está tres metros después,
tocando las puertas del olvido.

Creo que suena el despertador.
Sí, todos se han ido.
He vuelto a soñar con que estabas a mi alrededor.
Mañana te volveré a presentar a mis amigos.
Se despierta desconcertado por la misma luz de cada día,
y eso que son las tres de la tarde,
y otra vez suena el tranvía.
Mira el teléfono, duda de que allí estuviera.
A estas alturas no recuerda si fue él
o la que le invitó a marcharse, fue ella.

Se pone la camisa, se peina,
anda deprisa,
se frena.
"¿Dónde carajo tengo la cartera?"
La puerta que está cerrada
y la ventana que suena.

En su cabeza aún se oyen los brindis de horas atrás.
Y unas cuantas preguntan rondan su cabello.
Está quieto en mitad de la habitación.
De ayer no quedan ni los mecheros.

"Morenas", se dice. Y sigue.
"Serrat tenía razón en sus cartas", piensa.
Mientras se sienta de nuevo en la cama
a soñar que ella sueña despierta.
Con él.
Aunque sea un rato.

Enciende la tele, cambia de canal, la apaga,
bebe agua, se aprieta el cinturón y se pone los zapatos.
"Esto parece un hotel".
La borrachera duele como un palazo.
Pero más le duele la sensación de haber perdido
lo que realmente nunca ha encontrado.

Ella al alba se fue.
Él aún no la ha llamado.
Ella, nube de terciopelo imposible de coger.
Él, niño mudo enamorado.


lunes, 29 de abril de 2019

Duerme mi niña al ladito de la playa,
volando por la arena,
desperezándose entre las dunas.
Duerme mi niña soñando que soñaba,
frunciendo las cejas,
reflejándose en la Luna.

Descansa con el alma llena
y las manos desnudas,
buscando al Sol que la calienta
mientras el cielo la alumbra.
Tiene los ojos cerraditos como almejitas por crecer,
la boca dormida en un suspiro,
y de gallina la piel.

Descansa lo que le deben,
se alimenta del bien.
Su pelo nunca se enreda,
está hecho de gel.
Y entre sus piernas guarda un caramelo
para quien la sepa querer.

Empieza a hacer frío y su manta es demasiado fina.
Por eso me cuelo por su ventana
para darle la mía.
Por la mañana se despierta
y yo me escondo en la cocina.
No quiero que me vea
o me robará el alma mía.
Solo busco quitarle el frío,
para que descanse toda la vida.

Duerme mi niña al ladito de la playa.
Y yo la vigilo por si se resfría.
Hace guardia mi corazón en su mesilla
regalándole todos sus latidos
y robándole las pesadillas.



sábado, 27 de abril de 2019

Ese cuarto era una enredadera y me quemó, eras fuego. Lejos de tus causas perdidas te desesperas. Te ahogas en ti, aunque no quieras. Sus ojos te miraban como lo que eran, miel. Y volaron como lo que son, estrellas.

Me perdí en un instante. No supe qué hacer. Por los pasillos me encuentro de vez en cuando preguntándole a mi yo de ayer si fue lo suficientemente listo, amoroso, bueno, cariñoso, yo; y el muy cabrón no hace más que apartarme la mirada.

Me escuece tu pelo, tu forma de hablar, cómo caminas, cómo ríes. Me escuecen tus manos, tus dulces manos. Me ahogan. Me escuece pensar en ti, en cómo viniste, en cómo te fuiste. Eras agua dando vida y yo sequía. Me escuecen tus labios de seda hasta cuando no los leo. Me quema no oir tu melódica voz antes de ir a dormir. Me enveneno con mi propio recuerdo, siendo entonces nuestro, y ahora, solo mío. Me pierdo en lo que iba a ser, como si aterrizara en un país sin idioma. Me refugio en el recuerdo de cómo me besabas, me hablabas, me hacías sentir; sabiendo que todo saldrá ardiendo.

Me escuece tu ausencia como una palabra vacía. Me rompo cada mañana al despertar como un témpano de hielo a las puertas del verano. Me falta el aire cuando la espero al otro lado de la puerta, al otro lado de la cama, al otro lado de la vida. Y no está. Y no estás.

Porque hay vacíos que se crean para no rellenarse. Porque hay heridas que te llegan para que las abraces como hermanas de sangre. Vivo en un callejón sin salida.

Lo era todo y ahora no hay nada. Ella, el cielo. Y lo demás. Lo demás no importa.

domingo, 21 de abril de 2019

Vivo en un secreto y  nadie me puede decir nada. Todo es un espejo. Respiro sin aire cuando me mira y me despierto sin sentir patadas. Ya no suena el viento. Vidas que se saben cruzar, besos que se quieren saltar hasta los tejos, todo es un deseo.

No pienses más en mi, ayer salté la puerta que me acercaba a tu cara. Entonces pude sentir que mientras dormías, yo te soñaba. ¿Y qué más da sí ahora todo suena a tu voz? Hace tiempo que vivo a muerto corazón.

Si quieres te cuento que siempre fui un buen chico. Que no hubo veces en las que quise volver a mis trenes. Y aunque te cueste, la vida no es lo que parece. A veces empiezas a cantar y te enmudeces. Solo te puedo contar que siempre te quiero tocar. hasta cuándo te mueres.

El pelo platino era un atractivo engañoso. No conozco a nadie que brille más que el sol en agosto. A veces pienso que eres una casualidad de la vida, entonces recuerdo que no tienes cabida. ¿Qué quieres que piense si cada día la luna se esconde? Por más que piense no encuentro un lugar donde ponerte. Y eso que tengo donde colocar mis entremeses.

Uno más uno no siempre suma, de ahí que crea que la otra nota te hace ver con las gafas del que sueña. ¿A caso no sabe la vida mejor cuando es el que ama quién vuela?

lunes, 8 de abril de 2019

Un muchachito sin nombre que va y besa.
Y luego tu mirada, 
que le atraviesa. 
Son las tres y suena la campana, 
hay que ir cerrando la ventana, 
que luego la señora de la casa
se queja.

Ha pasado el autobús que iba a ninguna parte 
y en vez de sentarse
se pone a andar.
Hay labios que se olvidan 
y manta que cortar. 
Y a medio camino tiene una amiga que solo quiere recordar.

Es viernes entre el todo y la nada. Emboscada, 
toca tocar. 
Y mientras tanto, al otro lado del pantano, 
se desmaya un poeta 
por cada minuto que se va.

En su mundo camina y ríe. 
Creo que nada le hace dudar. 
Ha encontrado el sitio donde sus estrellas recargan la luz,
y eso que no sabe volar. 
Ya quisieras tú.

En su alma es verano.
Y eso que no para de nevar.
Él le dice que se ha ido,
ella, que cuando volverá.
Y en mitad del camino
otra chica no para de mirar.
Por más que juegue con el tiempo
no aprende a disfrutar.
Se sienta a ver cómo pasa.
Mientras que él se limita a soñar.

Sus sueños están vivos y crecen.
Ya no distingue si la naturaleza es real.
Ha vuelto a cuando era niño,
gracias al tacto
de las que saben amar.

sábado, 23 de marzo de 2019

No sé si conoces la sensación del que cae.
No sé si te han matado tus suspiros.
No sé si te duele respirar.
Solo sé que muero conmigo.

¿Qué dices cuando no corta el frio?
¿Qué entiendes por el fin de los días?
A mí que solo lo nuevo me alivia,
me destroza caminar
cuando ni me sirven las rodillas.

Piloto automático.
Y tú que estás sonriendo.
Yo que me lamo las heridas,
el espacio que estrangula al tiempo.

Se aclara el día 
y el sol está saliendo.
Yo intento abrír los ojos,
pero ya estoy muriendo.

Pero ya
estoy
muriendo.

Y de repente suena la sonrisa de una chiquilla risueña.
Mis manos se despiertan y la arena se ajetrea.
No me he visto en estos espejos
y aún así mi silueta se aleja.

El sol está saliendo 
y yo intento abrír los ojos.
Para
al final 
acabar muriendo.

Para al final acabar muriendo.