Serían las siete, caía el sol. La pradera ondulaba el horizonte, los árboles me daban sombra. Yo llevaba mis gafas de sol, todo parecía más oscuro de lo que era. A unos metros a mi izquierda dos enamorados, a mi derecha niños jugando con la pelota. Sonaban pájaros a mi al rededor. Yo estaba cansado, muchas horas de clase encima; junto a mi, mi cigarro, quemando el viento como de costumbre. Yo, apoyado a un árbol, pensaba. Miraba a los niños jugar. Cómo pasa el tiempo cuando uno disfruta... Es ahí cuando estamos vivos, cuando el tiempo se escapa de nuestra percepción. De vez en cuando miraba a los enamorados, ensimismados en su mundo. Ahí también se está viviendo, cuando te ves reflejado en otro. Luego me miré a mi, solo, en mi árbol con mi libro y mi cigarro. Haciendo exactamente lo que quería hacer y con quien lo quería hacer: conmigo mismo.
Los seres humanos tenemos la mala costumbre de ansiar lo que uno no tiene. Si el de enfrente es bueno haciendo cualquier cosa, automáticamente (si nos interesa), sentimos la necesidad de hacerlo igual de bien y, si no lo hacemos, caemos en el error. Ese error es el pensar que esa cosa que no hacemos-poseemos es lo mejor. Y es mentira. Todo vale exactamente igual. Tanto esos enamorados, como esos niños, como yo, estábamos teniendo diferentes tiempos, haciendo diferentes cosas, cada una de ellas magníficas y perfectas en su contexto. Pienso en aquel joven dolorido que mira a la pareja y siente la necesidad de estar con su amor, o en aquel anciano que ve a los niños y siente añoranza y la necesidad de ser niño otra vez. Quizás, algún enamorado me mirara a mi en mi árbol, sin preocupaciones, y sintiera la necesidad de escaparse algún día a leer un buen libro sin decir a donde va.
Cada uno, en su contexto, en ocasiones, ansía cosas que están alejadas de su contexto. Y eso es un error. Es un error que he necesitado 21 años para entender. Todos los contextos son hermosos, el daño y el error está en cuando la cabeza de uno esta descontextualizada a la realidad que vive. Cuando la vida de uno solo tiene pequeñas necesidades descontextualizadas no hay problema; el problema es cuando toda tu vida está en un contexto en el que tu mente no está lista para afrontar. Y, ojo, esto no es tan fácil de cambiar. Existen dos tipos de sentimientos. Aquellos que pueden ser controlados por la razón, como el hambre, la necesidad de hacer deporte, etc... Dígamos que los mundanos. Y luego están los sentimientos en sí, los que nacen de la parte emocional. Estos nos forjan y nacen de múltiples factores que nos llegan tanto de las experiencias vividas, como de lo que es uno mismo o de lo que aprendió de niño; las emociones se instalan en nuestra cabeza a largo plazo al igual que su camino de salida es a largo plazo. No hay mayor lucha en un hombre que aquella que se libra contra lo que uno es y quiere dejar de ser para poder nadar en un nuevo contexto.
Y luego, más allá de nuestros contextos y nuestras realidades, están nuestras utopías. Nuestras pequeñas verdades absolutas que no cambiaremos nunca; eso que, quizás, a cada uno, nos haga diferentes al resto.
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Si alguna vez he dado más de lo que tengo
me han dado algunas veces más de lo que doy,
se me ha olvidado ya el lugar de donde vengo
y puede que no exista el sitio adonde voy.
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"Lo bueno de los años es que curan heridas. Lo malo de tus besos es que crean adicción."