lunes, 29 de abril de 2019

Duerme mi niña al ladito de la playa,
volando por la arena,
desperezándose entre las dunas.
Duerme mi niña soñando que soñaba,
frunciendo las cejas,
reflejándose en la Luna.

Descansa con el alma llena
y las manos desnudas,
buscando al Sol que la calienta
mientras el cielo la alumbra.
Tiene los ojos cerraditos como almejitas por crecer,
la boca dormida en un suspiro,
y de gallina la piel.

Descansa lo que le deben,
se alimenta del bien.
Su pelo nunca se enreda,
está hecho de gel.
Y entre sus piernas guarda un caramelo
para quien la sepa querer.

Empieza a hacer frío y su manta es demasiado fina.
Por eso me cuelo por su ventana
para darle la mía.
Por la mañana se despierta
y yo me escondo en la cocina.
No quiero que me vea
o me robará el alma mía.
Solo busco quitarle el frío,
para que descanse toda la vida.

Duerme mi niña al ladito de la playa.
Y yo la vigilo por si se resfría.
Hace guardia mi corazón en su mesilla
regalándole todos sus latidos
y robándole las pesadillas.



sábado, 27 de abril de 2019

Ese cuarto era una enredadera y me quemó, eras fuego. Lejos de tus causas perdidas te desesperas. Te ahogas en ti, aunque no quieras. Sus ojos te miraban como lo que eran, miel. Y volaron como lo que son, estrellas.

Me perdí en un instante. No supe qué hacer. Por los pasillos me encuentro de vez en cuando preguntándole a mi yo de ayer si fue lo suficientemente listo, amoroso, bueno, cariñoso, yo; y el muy cabrón no hace más que apartarme la mirada.

Me escuece tu pelo, tu forma de hablar, cómo caminas, cómo ríes. Me escuecen tus manos, tus dulces manos. Me ahogan. Me escuece pensar en ti, en cómo viniste, en cómo te fuiste. Eras agua dando vida y yo sequía. Me escuecen tus labios de seda hasta cuando no los leo. Me quema no oir tu melódica voz antes de ir a dormir. Me enveneno con mi propio recuerdo, siendo entonces nuestro, y ahora, solo mío. Me pierdo en lo que iba a ser, como si aterrizara en un país sin idioma. Me refugio en el recuerdo de cómo me besabas, me hablabas, me hacías sentir; sabiendo que todo saldrá ardiendo.

Me escuece tu ausencia como una palabra vacía. Me rompo cada mañana al despertar como un témpano de hielo a las puertas del verano. Me falta el aire cuando la espero al otro lado de la puerta, al otro lado de la cama, al otro lado de la vida. Y no está. Y no estás.

Porque hay vacíos que se crean para no rellenarse. Porque hay heridas que te llegan para que las abraces como hermanas de sangre. Vivo en un callejón sin salida.

Lo era todo y ahora no hay nada. Ella, el cielo. Y lo demás. Lo demás no importa.

domingo, 21 de abril de 2019

Vivo en un secreto y  nadie me puede decir nada. Todo es un espejo. Respiro sin aire cuando me mira y me despierto sin sentir patadas. Ya no suena el viento. Vidas que se saben cruzar, besos que se quieren saltar hasta los tejos, todo es un deseo.

No pienses más en mi, ayer salté la puerta que me acercaba a tu cara. Entonces pude sentir que mientras dormías, yo te soñaba. ¿Y qué más da sí ahora todo suena a tu voz? Hace tiempo que vivo a muerto corazón.

Si quieres te cuento que siempre fui un buen chico. Que no hubo veces en las que quise volver a mis trenes. Y aunque te cueste, la vida no es lo que parece. A veces empiezas a cantar y te enmudeces. Solo te puedo contar que siempre te quiero tocar. hasta cuándo te mueres.

El pelo platino era un atractivo engañoso. No conozco a nadie que brille más que el sol en agosto. A veces pienso que eres una casualidad de la vida, entonces recuerdo que no tienes cabida. ¿Qué quieres que piense si cada día la luna se esconde? Por más que piense no encuentro un lugar donde ponerte. Y eso que tengo donde colocar mis entremeses.

Uno más uno no siempre suma, de ahí que crea que la otra nota te hace ver con las gafas del que sueña. ¿A caso no sabe la vida mejor cuando es el que ama quién vuela?

lunes, 8 de abril de 2019

Un muchachito sin nombre que va y besa.
Y luego tu mirada, 
que le atraviesa. 
Son las tres y suena la campana, 
hay que ir cerrando la ventana, 
que luego la señora de la casa
se queja.

Ha pasado el autobús que iba a ninguna parte 
y en vez de sentarse
se pone a andar.
Hay labios que se olvidan 
y manta que cortar. 
Y a medio camino tiene una amiga que solo quiere recordar.

Es viernes entre el todo y la nada. Emboscada, 
toca tocar. 
Y mientras tanto, al otro lado del pantano, 
se desmaya un poeta 
por cada minuto que se va.

En su mundo camina y ríe. 
Creo que nada le hace dudar. 
Ha encontrado el sitio donde sus estrellas recargan la luz,
y eso que no sabe volar. 
Ya quisieras tú.

En su alma es verano.
Y eso que no para de nevar.
Él le dice que se ha ido,
ella, que cuando volverá.
Y en mitad del camino
otra chica no para de mirar.
Por más que juegue con el tiempo
no aprende a disfrutar.
Se sienta a ver cómo pasa.
Mientras que él se limita a soñar.

Sus sueños están vivos y crecen.
Ya no distingue si la naturaleza es real.
Ha vuelto a cuando era niño,
gracias al tacto
de las que saben amar.