miércoles, 28 de agosto de 2013

               Si hay algo que se cumple en la vida son los plazos. Da igual lo que planifiques, lo que creas que es óptimo para ti; da igual por lo que luches, aunque sea para salvarte del frío. No importa cuanto empeño le pongas a la huida ni cuánto dinero inviertas en comprar los segundos previos al momento. Es innecesario e inútil. Lo cierto es que por más que queramos, todo va avanzando a nuestro alrededor aunque a veces no lo parezca.

               El tiempo es a la vida lo que la Luna al mar. Es sencillo. Nosotros, nuestra vida, es el reflejo del tiempo al igual que en el reflejo salino del océano se ve el reflejo de uno de nuestros bienes más preciados. ¡Y menos mal que está por aquí! El tiempo está aquí para matarnos y para salvarnos al mismo tiempo. Sin él viviríamos en una salvedad eterna (cosa totalmente aburrida, permítanmelo) o en una depresión constante; pero él viene y se lleva lo bueno, a veces trae malo, pero siempre acaba trayendo algo mejor.

                ¡No se desespere de esperar al tiempo! Que el paisaje es precioso y todo lo bueno llega.

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